Autores: Julian Higuera, Nohelia Palou, Ibukun Taiwo, miembros del CGIAR Climate
Security y la Alianza de Bioversity & CIAT.
En Cedeño, un pequeño pueblo en la costa sur de Honduras, el cambio climático no impacta únicamente en forma de olas repentinas y destructivas. Su impacto también erosiona lentamente la playa, junto con los medios de vida y las oportunidades de sus habitantes.
El documental “Cedeño: un pueblo tomado por la arena”, recientemente producido por Climate Tracker y el cual hace parte de la serie sobre Pérdidas y Daños de cara a la COP30, nos muestra cómo la experiencia de la comunidad de Cedeño se enmarca en retos regionales más amplios. El equipo del CGIAR Climate Security se sumó a este esfuerzo aportando evidencias relacionadas al tema, fruto de tres años de investigación y trabajo de campo en Honduras y otros países de América Latina. En el documental se resalta la urgencia de respuestas a largo plazo lideradas por la comunidad con el fin de abordar los retos interrelacionados del cambio climático, la movilidad humana y la inseguridad.
Esta colaboración fue mucho más que una invitación para compartir nuestra investigación: fue una oportunidad para ligar la historia de esta comunidad con evidencias científicas anteriormente producidas. A partir de la difusión de nuestros hallazgos, nos propusimos dar visibilidad a los impactos del clima sobre la paz, la seguridad y la movilidad humana. Asimismo, el documental expuso estas relaciones de forma brillante, mostrando cómo las experiencias de una sola comunidad tienen el poder de iluminar desafíos y soluciones regionales.
El caso de Cedeño ilustra claramente cómo los desafíos de seguridad climática se manifiestan a través de factores medioambientales, económicos, sociales e institucionales que están entrelazados entre sí. La degradación medioambiental, especialmente causada por la deforestación de los manglares, construcción en áreas inadecuadas para el desarrollo urbano y la contaminación de fuentes de agua, han debilitado el balance ecológico esencial para los medios de vida locales. Particularmente, la pesca artesanal, la recolección de mariscos y el turismo. Estos factores interrelacionados, conocidos en la literatura académica como riesgos agravados, demuestran que las vulnerabilidades medioambientales, económicas y sociales interactúan y se amplifican entre sí.

La economía de Cedeño es altamente frágil, con más del 90 % los hogares dependiendo de recursos marino-costeros. El declive en la pesca, producido por factores como la sobreexplotación pesquera, el incremento de la temperatura del agua, la contaminación fluvial por parte de la agroindustria, la deforestación de manglares y la contaminación marina ligada a la cría de camarón, ha conducido a varias familias a trabajos precarios e informales, así como a ciclos de migración temporal. Esta situación ejemplifica la dualidad entre exposición y vulnerabilidad: mientras todas las comunidades costeras se encuentran expuestas a amenazas climáticas, como tormentas tropicales y el aumento del nivel del mar, es la marginalización socioeconómica y medioambiental la que hace vulnerables a comunidades como Cedeño.
La desaparición de espacios públicos que antes servían como puntos de encuentro y reunión, como escuelas, centros comunitarios o campos deportivos, han tenido un impacto en la cohesión social dentro de la comunidad de Cedeño. A esto se suma la salida constante de residentes que se ven obligados a abandonar la comunidad, bien sea por la pérdida de sus hogares o porque ya no pueden generar ingresos suficientes y optan por migrar. Asimismo, la evidencia demuestra cómo las familias atrapadas en zonas propensas a inundaciones sufren de inmovilidad involuntaria, ya que no se pueden permitir mudarse, ni acceder a créditos para hacer frente a las amenazas climáticas. Esta inmovilidad aumenta los riesgos de inseguridad alimentaria, violencia de género y problemas de salud durante las temporadas de inundaciones.
La situación de la comunidad de Cedeño se reproduce en distintas zonas de Honduras, en las cuales el colapso medioambiental afecta a poblaciones vulnerables que no cuentan con el suficiente apoyo institucional. Por esta razón, en lugar de intervenciones aisladas, es necesario apostar por inversiones a largo plazo como pueden ser reubicaciones planificadas, restauración de ecosistemas, acceso equitativo a la tierra y los servicios básicos, así como mecanismos que permitan a las comunidades participar de manera efectiva en la planificación y la toma de decisiones locales.
Cedeño ofrece un punto de partida para ilustrar la relación entre la seguridad climática y la movilidad humana, demostrando patrones similares que han surgido en otros contextos a lo largo de América Latina y el Caribe. Otras investigaciones en la región han documentado patrones similares de vulnerabilidad y migración relacionados con el clima. En países como Honduras y Guatemala, el equipo de CGIAR Climate Security sigue trabajando para comprender mejor cómo los riesgos climáticos se relacionan con tensiones sociales, la gobernanza débil y posibles oportunidades de construcción de paz.
Por ejemplo, en las periferias urbanas hondureñas de Tegucigalpa y San Pedro Sula, las lluvias irregulares y las inundaciones, junto con los continuos problemas de seguridad relacionados con las pandillas, han intensificado la inseguridad alimentaria y de los medios de vida de la población, así como también han puesto a prueba los servicios públicos, han debilitado la legitimidad institucional y han agravado los riesgos de seguridad humana. Del mismo modo, en las zonas rurales del Corredor Seco de Guatemala, la variabilidad climática está provocando repetidas pérdidas de cosechas e inseguridad alimentaria, lo que fomenta estrategias de maladaptación y agrava la competencia por recursos naturales, además de impulsar la migración, que a menudo expone a los migrantes a riesgos de seguridad en zonas de tránsito y de destino.
Una de las herramientas desarrollada por el CGIAR Climate Security es el Observatorio de Seguridad Climática, una plataforma de datos que reúne indicadores climáticos, socioeconómicos y de conflictos para ayudar a los responsables políticos a identificar áreas de vulnerabilidad agravada y actuar en consecuencia. Por sí solos, estos conjuntos de datos solo cuentan una parte de la historia. Pero cuando se combinan, revelan dónde se superponen e intensifican estos riesgos. Por ejemplo, en lugares donde la sequía afecta a comunidades que ya luchan contra la pobreza y la violencia. Esto facilita la identificación de dónde se necesita ayuda con mayor urgencia, qué tipo de ayuda será más eficaz y cómo actuar ante posibles crisis.
Este trabajo se basa en estudios anteriores que profundizan nuestra comprensión de cómo se desarrollan estos riesgos en diversos lugares de Honduras. Incluyendo, una revisión sistemática de literatura a nivel nacional, la cual sintetiza la evidencia existente sobre cómo el clima, la movilidad y la seguridad interactúan a lo largo del país. Así como un estudio de campo en San Marcos, Corredor Seco Hondureño, el cual ofrece una perspectiva contrastante del interior del país con respecto a la dinámica costera observada en Cedeño. En conjunto, estas investigaciones ayudan a demostrar cómo los impactos climáticos crean desafíos únicos en cada lugar, pero a menudo conducen a riesgos similares.
Así, mientras el mundo debate acerca de estrategias de adaptación y contabilidad de pérdidas y daños, historias como la de Cedeño nos recuerdan que, para muchas comunidades, los problemas ya están presentes y requieren soluciones inmediatas. De esta forma, es pertinente preguntarnos cómo decidimos responder, y si la ciencia, las historias locales y las políticas públicas pueden trabajar en conjunto para hacer frente a este tipo de situaciones.
Autores: Julian Higuera, Nohelia Palou, Ibukun Taiwo, miembros del CGIAR Climate Security y la Alianza de Bioversity & CIAT.