Reducir sustancialmente el uso de los combustibles fósiles, como el carbón, el gas y el petróleo, es uno de los grandes objetivos que tiene la humanidad para aminorar los impactos producidos por la crisis climática.
Una apuesta clara de los gobiernos y empresas es el uso de los vehículos eléctricos (electromovilidad) y las energías renovables no convencionales. Por ello muchos miran al litio, uno de los metales que se necesitan para la construcción de baterías livianas y eficientes que son utilizadas para las nuevas tecnologías mencionadas anteriormente. Sin embargo, su extracción en América Latina ha traído elevados costos socio-ambientales y desafíos políticos que no contemplan soluciones simples.
Entonces, ¿es el litio un elemento clave para “combatir el cambio climático”, como han dicho políticos y empresarios? ¿Qué implica su extracción? A continuación te responderemos estas y otras preguntas.
¿Qué es el litio y de dónde sale?
El litio es un metal alcalino extremadamente liviano de color blanco o plateado. Se encuentra, principalmente, en salmueras naturales, pegmatitas, pozos petrolíferos, océanos y campos geotermales.
¿Para qué se extrae el litio?
Aunque el litio ha sido empleado tradicionalmente para distintos fines, incluyendo la fabricación de vidrios y la industria farmacéutica, en los últimos años ha crecido el interés por su uso en el almacenamiento de energía.
De esa forma, se ha convertido en uno de los metales más codiciados del planeta por parte de diversas compañías transnacionales. Desde hace unas décadas, estas compañías han diseñado productos tecnológicos que se han convertido casi indispensables en el uso cotidiano de una gran mayoría global. Los ejemplos más típicos son las baterías para celulares, computadoras portátiles y cámaras digitales.
Hoy en día, con la expansión de la movilidad eléctrica, la producción de baterías de litio para los automóviles eléctricos ha incrementado enormemente.
¿Cuál es la importancia de las baterías de litio?
Al ser un metal extremadamente ligero -incluso más que el agua- y, al mismo tiempo, con una densidad energética alta, el litio permite la fabricación de baterías livianas y eficientes que almacenan mayores cantidades de energía en comparación a otros metales. Hoy en día estas baterías se consideran como la mejor solución para la movilidad eléctrica, ya que el peso afecta menos a la autonomía de los vehículos y se requiere de menos energía para mover una masa pesada.
Según estimaciones del Servicio Geológico de EE.UU. de este año, América Latina posee alrededor de 60% de las reservas de litio identificadas que existen en nuestro planeta. La gran mayoría se encuentra en los salares altoandinos de Bolivia, Argentina y Chile, territorios que son el soporte vital para pueblos indígenas y campesinos. Muchas veces a esta región transfronteriza se le ha llamado el “Triángulo del Litio”, enfocándose exclusivamente en el metal que se puede extraer, pero dejando de lado una región rica en biodiversidad donde existen prácticas agropastoriles y gestiones comunitarias del agua ancestrales.
De acuerdo a la Agencia Internacional de Energía la demanda por la extracción del litio aumentará 42 veces para 2040. En medio de crisis multidimensionales que atraviesa el mundo, expertos han mostrado preocupación por una recuperación económica enfocada en una profundización del extractivismo minero de muchos países latinoamericanos.
Una de las razones es la demanda veloz de minerales esenciales para vehículos eléctricos y energías renovables, especialmente de cobre y litio. Dado el potencial de las reservas de estos minerales, se ha querido avanzar en una serie de acuerdos conjuntos entre gobiernos aliados de la región latinoamericana. También se han identificado reservas de este mineral en Perú, Brasil y México, quienes también han catalogado al litio como un “recurso estratégico”.
¿Cuáles son las principales críticas a las empresas que extraen litio?
Diversas investigaciones científicas, comunidades afectadas y movimientos socio-ambientales han señalado que la minería provoca daños en las cuencas hidrográficas y pérdidas de la biodiversidad local. Esto se explica, en gran medida, por la extracción estándar de litio, que consiste en evaporar el agua de la salmuera de los salares.
En otras palabras, la industria requiere un elevado consumo hídrico en ecosistemas áridos como el desierto, donde el agua no abunda. De esa manera, se desencadenan una serie de impactos como se ha visto, por ejemplo, en el salar de Atacama (Chile), donde se ha constatado la pérdida de vegetación, el aumento de la temperatura superficial diurna y una disminución significativa de la humedad, que ha afectado también a áreas aledañas.
A través de sus reportes de sustentabilidad, las empresas de extracción de litio aseguran que no generan impactos significativos en la naturaleza, siendo muchas veces avalados por las autoridades estatales y municipales al otorgar las licencias ambientales de operación, a pesar de que los proyectos pueden contar con inconsistencias y falencias técnicas. Algunas de estas son la falta de estudios sobre las cuencas hidrográficas en su totalidad, ausencia de representantes del Estado durante el proceso de participación, o divulgación tardía de la información pertinente en el plazo adecuado.
A esta situación se superponen procesos viciados de la participación y consulta a las comunidades, según las denuncias de algunos habitantes locales, quienes aluden a procedimientos inexistentes, incompletos, o definidos anteriormente con las mismas comunidades a través de sobornos. De acuerdo con los antecedentes disponibles, la corrupción se articula de formas variadas, como por ejemplo pagando coimas para conseguir un contrato, asegurándose una concesión territorial, logrando permisos ambientales o manipulando a los movimientos anti-extractivistas.
¿Por qué hay un aumento de la electromovilidad?
Actualmente, el sector del transporte utiliza mayoritariamente combustibles sucios, tales como la gasolina, el diésel y el gas. La industria del transporte fue responsable de un 20% de las emisiones mundiales totales de dióxido de carbono (CO₂) en 2020.
Ante la rápida avanzada del caos climático y las crecientes protestas socioambientales, estas empresas están destinando grandes inversiones -junto a la ayuda de subsidios estatales- en la electromovilidad. Es así como han querido responder a las críticas de las últimas décadas por aplazar y evitar las normativas de protección a nuestro planeta viviente.
Los vehículos eléctricos pueden llegar a moverse a través de la generación de electricidad con energías renovables. Es así como la electromovilidad se ha vuelto una supuesta oportunidad para diversificar la matriz energética y ser un pilar tecnológico de la transición hacia sociedades de bajas emisiones.
Dentro de los beneficios que presume la industria automotriz son las cero emisiones directas de gases y partículas finas, la menor generación de ruidos, el reforzamiento de la competitividad e innovación en la industria, la creación de trabajos “verdes” y la posibilidad de impulsar energías renovables, acorde con el Acuerdo de París.
¿Cuáles son las críticas a la electromovilidad?
Las empresas automotrices han pensado y publicitado la electromovilidad principalmente desde un enfoque individual, sin considerar los elevados costos de la explotación que implica un alto consumo de bienes comunes.
Esto quiere decir que se ha privilegiado la producción de automóviles particulares, dejando de lado una ecología diversa de movilidades. Los automóviles –sean eléctricos o a combustión fósil– pasan la mayoría del tiempo estacionados y ocupando una gran parte del espacio público. También convierten estos espacios en lugares hostiles que afectan a la salud mental de los humanos y no-humanos, y erosionan posibilidades de establecer barrios cohesionados.
Asimismo, la construcción de autopistas para automóviles particulares genera impactos ambientales y pueden reforzar las desigualdades, quitándole espacio a las viviendas, y desplazando a los espacios verdes y ferias al aire libre. Las organizaciones por una cultura ciclista argumentan que el automóvil se ha convertido en una clase de “monocultivo”, donde lo que por décadas fue un símbolo de libertad, poder y prestigio, hoy significa un modelo que se está re-pensando en distintas esferas institucionales.
¿Cómo se relaciona esto con el lavado de imagen (greenwashing)?
La transición energética justa es una parte clave para la transformación urgente que se requiere para pasar de los combustibles fósiles hacia las energías renovables.
De todos modos, ante la actual situación política, económica y social que engloba la crisis climática, los movimientos socio-ambientales se preguntan quiénes guiarán este proceso, quiénes se beneficiarán de los transportes eléctricos y a qué tipo de electromovilidad tendrán acceso las personas.
En la actualidad quienes más se han beneficiado son las grandes industrias del Norte Global, sobre todo por el sostenido crecimiento en las ventas de automóviles particulares. Mientras tanto, las externalidades negativas se sienten en Sudamérica y se siguen sobrepasando los límites biofísicos del planeta.
En estos contextos las empresas intentan avanzar en la validación social y legal de sus proyectos mediante programas de responsabilidad social empresarial, asesorías externas para presentarse ante la comunidad internacional, y la destinación de porcentajes de venta del litio en beneficios directos hacia las comunidades indígenas. Finalmente se limita al consumo de bienes comunes naturales en territorios donde existe litio, manteniéndolos desamparados, para desviar esos mismos bienes a las empresas y élites del Norte Global.
Se argumenta, entonces, que las políticas climáticas internacionales y las propuestas de la industria automotriz siguen reproduciendo dinámicas de lavado verde de imagen bajo la excusa de salvar el planeta.
¿Cuál es la influencia de China?
China es posiblemente el país más importante en la cadena de suministro de “minerales críticos” para la transición energética, siendo el mayor promotor de la extracción de estos bienes comunes, como también el principal importador en otros lugares del mundo.
El éxito de China se debe a su gran demanda interna de baterías, con el 50% de la capacidad de refinado de metales para baterías en todos los materiales clave y con casi el 75% de la fabricación de baterías, según datos de BNEF. Además, China posee una gran cantidad de las llamadas “tierras raras” necesarias para varios otros productos tecnológicos, lo cual les ayuda a mantener su ventaja estratégica y su competitividad -casi monopólica- en el mercado.
Cabe decir que las empresas mineras chinas han sido acusadas de no introducir prácticas sustentables ni en el bienestar de los pueblos donde extraen minerales, incluso existe un alto reemplazo de los trabajadores locales por propios trabajadores chinos.
¿Por qué es un error centrarse solamente en el litio?
Aunque existen diferentes proyecciones, todas muestran un aumento significativo en la demanda del litio así como de otros minerales necesarios para la movilidad eléctrica, por ejemplo el cobalto, cobre, níquel, aluminio y grafito. En paralelo, distintos análisis ratifican una escasez de producción de minerales en el presente -y aún más en el futuro- para satisfacer la demanda prevista de la cadena de valor de las baterías como también para muchos productos diseñados para la transición ecológica y una transición digital.
De acuerdo a un informe hecho por SOMO, se estima que la demanda de baterías de litio en 2030 multiplicará por diez la demanda de cobre y por catorce la de aluminio en comparación con 2019. Según esta organización, un vehículo a combustibles fósiles contiene alrededor de 23 kg de cobre, un vehículo eléctrico híbrido contiene 60 kg, un vehículo eléctrico de batería contiene 83 kg, y un autobús eléctrico contiene hasta 369 kg. Por consecuencia, al tener una cantidad mayor de minerales que se extraerán en el futuro, más posibilidades habrán de impactos negativos en las cuencas hidrográficas , pérdidas de biodiversidad, y violaciones a los derechos humanos en toda la cadena de suministro.
¿Qué soluciones se plantean ante este escenario?
Existen soluciones que pueden ser implementadas tanto en los territorios afectados por la minería como también en ciudades y áreas rurales para una movilidad sustentable.
En cuanto a la actividad minera en sí, las empresas están investigando nuevas maneras de mejorar la eficiencia del proceso productivo en la cual puedan adoptar tecnologías de extracción alternativos para la recuperación de agua, manejo de residuos y uso de energía. Las comunidades aledañas reclaman que esto no detiene el proceso mismo de extracción que perjudica sus formas de vida.
Es por esto que, junto a parte de la sociedad civil y movimientos socio-ambientales, piden protección social a través de la restauración de las tierras despojadas, la garantía del acceso y control del agua, robustas inversiones en la regeneración de la vida silvestre, la protección de defensores ambientales y la promoción de tratados sobre derechos humanos jurídicamente vinculantes con las empresas.
En cuanto a la transición energética justa, demandan también que se garantice la creación de empleos de calidad y bajas emisiones, una descentralización y decrecimiento energético, y una redistribución de la riqueza que nos lleven a modelos de sociedades más justas y resilientes.
Asimismo, las soluciones para una movilidad sustentable apuntan a fortalecer y favorecer el transporte público, en bicicleta o a pie, en lugar de los automóviles. Se necesita también la expansión de sistemas de (mini)buses eléctricos, tranvías, producción de trenes de cercanía, trenes regionales de larga distancia y de carga, y sistemas inteligentes de gestión de tránsito. Los diseños de movilidades sustentables han subrayado la trascendencia de que los barrios, comunas y regiones puedan decidir, para así crear comunidad y sentido de pertenencia.
¿Dónde buscar más información sobre el tema?
A continuación te dejamos algunos enlaces:
- Análisis geopolítico “Panorama del litio en América Latina“
- Libro “Extractivismos y corrupción: Anatomía de una íntima relación” de Eduardo Gudynas
- Libro “Salares Andinos – Ecología de Saberes por la protección de nuestros Salares y Humedales” del Observatorio Plurinacional de los Salares Andinos
- Documental “Maricunga: Ecosistema amenazado por la mega-minería del litio“
- Diálogos del litio por Worlds of Lithium
- Docu-serie educacional “Formando Rutas“