La COP16, que se celebra desde el 21 de octubre hasta el 1 de noviembre en Cali, Colombia, es el escenario en el que Costa Rica buscará respuestas concretas ante los desafíos que enfrenta su biodiversidad marina. Con la mirada puesta en la implementación del Marco Mundial de Biodiversidad Kunming-Montreal, el país llega con la necesidad de avanzar en áreas clave como la pesca sostenible, la protección de ecosistemas marinos y el desarrollo económico de sus comunidades costeras.
Sin embargo, problemas estructurales como el desplazamiento de los territorios, la violación de derechos y la falta de coordinación entre actores amenazan con desviar los compromisos de conservación.
La jefa de la delegación de Costa Rica, Eugenia Arguedas Montezuma, enfatizó en la necesidad urgente de movilizar recursos para proteger las áreas marinas y costeras, fundamentales para la biodiversidad y los ecosistemas que sustentan a las comunidades locales.
Con el compromiso de que, para 2030, al menos el 30% de estas zonas se conserven y gestionen eficazmente (Meta 3), Costa Rica aboga por establecer sistemas de áreas protegidas que sean representativos y bien conectados. “Con respecto a la Meta 3, ya hicimos todo el análisis e identificamos los sitios de conservación para la parte marina y, hace como un mes, empezamos la identificación de sitios para la parte terrestre y aguas continentales”, declaró Arguedas.
La importancia de estas áreas marinas radica en su capacidad para mantener la salud de los océanos, que a su vez sustentan la pesca y el turismo, pilares económicos vitales para un país como Costa Rica.
El artículo Gathering Cooperation: Women mollusk gatherers of rural Costa Rica are leading the way in becoming self-reliant and organized señala que, en algunas zonas de Costa Rica, los recursos marino-costeros que proporcionan estos ecosistemas benefician al 60% de la población, que en general es una población vulnerable, con poco acceso a la educación y altos niveles de pobreza. El mismo artículo indica que existen alrededor de 14.800 pescadores y pescadoras artesanales que habitan diversas zonas costeras del país.
En síntesis, el estudio muestra que la pesca y la recolección de moluscos en los manglares son dos de las fuentes de sustento más importantes para las mujeres en zonas costeras. De hecho, la mayoría de ellas son jefas de hogar y estas actividades representan la principal entrada económica de sus hogares.
Jesús Cháves Vidaurre, co-coordinador de la Red de Áreas Marinas de Pesca Responsable y Territorios Marinos de Vida, y habitante de Barra del Colorado, en el Caribe de Costa Rica, se hizo presente en la COP16 de Biodiversidad con un contundente mensaje: “No se puede hacer conservación de la biodiversidad sin gente. No aceptamos ser desplazados de nuestros territorios marinos. Tenemos derechos adquiridos a través del tiempo”.
Particularmente, Cháves señaló la falta de articulación entre actores como una de las barreras principales para alcanzar una pesca más sostenible en Costa Rica y caracterizó al Instituto Costarricense de Pesca y Acuicultura (INCOPESCA) como una organización ineficiente con falta de capacidades para atender las problemáticas que enfrenta la pesca artesanal. Él señala que Costa Rica necesita un programa de pesca artesanal integral que reúna a diferentes actores, pero que esto aún no se ha cumplido.
Además destacó que es necesario incluir al sector pesquero en discusiones que traspasen el tema de seguridad alimentaria, área en la que – señaló – sí se les ha tomado en cuenta.
Entre las amenazas a las que los pescadores se enfrentan, el grupo de pueblos pescadores en acción se refirió al desplazamiento de los territorios marino costeros, violación de derechos como el derecho a un trabajo digno, dificultad para acceder a servicios de salud y seguridad social, pocas oportunidades de financiamiento, contaminación por exploración de hidrocarburos en el mar, erradicación de manglares, sedimentación y blanqueamiento de corales.
Todas estas problemáticas no sólo amenazan la productividad de las familias que dependen de la pesca, sino que también impiden la seguridad alimentaria de estos territorios y otros que dependen de esta actividad de forma indirecta.
El sector pesquero en Costa Rica es vital para la economía del país y la seguridad alimentaria de las comunidades costeras. Según datos reportados a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en el Informe de avance posterior a la adhesión de Costa Rica en el Área de Pesquerías y Acuacultura, el valor de la producción pesquera y acuícola generó 60 mil millones de colones costarricenses en 2020, lo cual equivale a 103 millones de dólares estadounidenses. En 2019, el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) reportó que el sector pesquero de Costa Rica representó el 4,7% del Producto Interno Bruto (PIB) del país.
El mismo informe revela que el sector empleó a 8.687 personas en el mismo año, incluidos empleos indirectos, lo que representa el 0,36% de la fuerza laboral total de Costa Rica (43,7% en total durante el segundo semestre del 2020 de acuerdo con el Informe sobre la Dinámica reciente de la ocupación en Costa Rica 2020-2024).
Sin embargo los problemas que enfrenta este sector, como la sobreexplotación de recursos, la captura incidental de especies vulnerables y la degradación de ecosistemas clave, son agravados por el cambio climático y las acciones humanas descoordinadas, exponiendo fallos estructurales en las políticas de conservación y gestión sostenible.
En este sentido, la Estrategia Nacional de Biodiversidad y Plan de Acción de Costa Rica (NBSAP por sus siglas en inglés) se convierte en una herramienta fundamental para orientar las acciones hacia la protección de los ecosistemas marinos y costeros, pero su implementación ha sido lenta y desigual.
“En Costa Rica tuvimos un problema con el financiamiento y fue un problema que no solo Costa Rica tuvo, sino que varios otros países. Nos llegó muy tarde el financiamiento. Apenas una semana antes de llegar a la COP, nos avisaron que ya lo estaban desembolsando en el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD Costa Rica), que es la entidad encargada de su administración. Esto representa prácticamente dos años de atraso. Entonces, hasta el año que viene vamos a trabajar en la estrategia.” señaló Arguedas.
En el artículo ¿Estamos manejando correctamente los recursos marinos en Costa Rica?, publicado en la Revista de Ciencias Ambientales, Jorge Jiménez revela que, a pesar de que los recursos marinos son de vital importancia para la productividad de las y los pescadores a pequeña escala, en la actualidad, estos recursos que anteriormente se creían inagotables, también muestran señales inequívocas de sobreexplotación.
En el texto, Jiménez indica que “lejos de haber mejorado, nuestra relación con los recursos marinos ha empeorado; el aumento de la explotación, combinada con la contaminación y el calentamiento de nuestros mares, los ha deteriorado. Los imprescindibles análisis de biomasa y estado de las poblaciones explotadas siguieron sin realizarse, aún después de la fundación del INCOPESCA en 1994. Los desembarques totales, entre 2000 y 2015, disminuyeron en un 45% y la flota artesanal ha sido la más golpeada. Las embarcaciones pesqueras han pasado de 5.000 en el 2010 a menos de 2.000 cuatro años después y el número de empleos en el sector ha disminuido en un 50%”.
La falta de información y manejo ponen a Costa Rica en una situación vulnerable. Costa Rica busca posibles soluciones en la COP16 a través de la mejora en la gobernanza marina, la inclusión de comunidades costeras en las decisiones ambientales y la implementación de modelos de pesca sostenible. Entre los objetivos clave está la consolidación de nuevos enfoques participativos que integren a las comunidades como actores clave en la protección de la biodiversidad marino-costera.
La delegada Arguedas enfatiza que, a través del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC) y organizaciones no gubernamentales, así como más actores que se han sumado, se está organizando un grupo a nivel nacional para que cuando se actualice la Estrategia Nacional de Biodiversidad, sus indicadores y fuentes de información estén avanzados.
Además, el país busca fortalecer la articulación entre el Instituto Costarricense de Pesca y Acuicultura (INCOPESCA) y actores locales. En la COP16, Costa Rica enfatiza la necesidad de mejorar la gobernanza marina y fortalecer la inclusión de las comunidades pesqueras en las decisiones de conservación.
Líderes comunitarios como Cháves piden un enfoque que reconozca a las comunidades costeras como guardianas de estos ecosistemas, donde la consulta previa sea un mecanismo obligatorio antes de implementar políticas que impacten sus territorios. La demanda por un enfoque basado en derechos humanos y la defensa de la pesca artesanal son temas centrales que Costa Rica ha traído a la COP16.
Con la COP16 en marcha, Costa Rica tiene la oportunidad de fortalecer su posición como líder en conservación, pero debe hacerlo enfrentando los desafíos estructurales que han impedido el progreso en la protección de su biodiversidad marino costera. La participación activa de las comunidades pesqueras, la implementación de políticas más inclusivas y la mejora en la gestión de ecosistemas críticos serán fundamentales para garantizar que las promesas de sostenibilidad se traduzcan en acciones concretas.
En la COP16, Costa Rica buscará soluciones tangibles que no solo beneficien a sus comunidades pesqueras, sino que también preserven los ecosistemas marinos que son vitales para el futuro del país.