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Ecoparcelas: iniciativas de energía comunitaria impulsan el nuevo campo en Colombia

En Cauca, Colombia, la Asociación Atucsara impulsa desde 1994 la soberanía alimentaria y energética en ecoparcelas para las personas en el campo caucano. A través de la energía solar y prácticas agroecológicas, más de 250 familias han conseguido desarrollar proyectos innovadores y cambiar paulatinamente las fuentes de energía convencional, mientras enfrentan una serie de retos.

El calor ha llegado para quedarse. Al menos eso se atisba por estos días en el Tambo, Cauca. Alirio Paredes, uno de los integrantes más antiguos de la Asociación Atucsara, que en lengua inga quiere decir “maíz en abundancia”, tiene reparos sobre el futuro. Su preocupación por el medio ambiente es evidente, así como por la situación social en el Cauca y el destino de una generación de jóvenes que tienen ante sus ojos un reto impresionante.

Huerta familiar en la finca Las Veraneras
Huerta familiar en la finca Las Veraneras. Foto: Daniel Guerra

El semblante de Alirio parece transformarse de manera radical al llegar a la vereda Casas Viejas. Allí hay tres ecoparcelas que hacen parte del proyecto que tiene la Asociación en el municipio de El Tambo. Una ecoparcela se compone de varios elementos como la bioconstrucción, las prácticas agroecológicas sin fertilizantes o insumos químicos, la eficiencia energética, el manejo de aguas residuales y la conciencia por el respeto de todas las formas de vida. 

Esto es parte del proyecto de Gestión Comunitaria para la Soberanía Alimentaria que promueve prácticas agroecológicas para una producción alimentaria más sostenible y la mitigación de los impactos del cambio climático. Desde el 2020 ha involucrado a más de 250 familias para el impulso de soluciones energéticas alternativas como una estrategia para lograr la autonomía de los campesinos en este municipio del Cauca colombiano. 

Enfrentando los retos del día a día

Alirio cuenta que la idea de generar un proyecto de gestión comunitaria para la soberanía alimentaria se dio en parte ante la necesidad de dejar de depender de los insumos y fertilizantes, que hasta 2022 habían incrementado sus precios hasta en un 109%. Hoy en día los precios de estos insumos están bajando, pero la volatilidad de este mercado, así como la necesidad de impulsar procesos agroecológicos, hace que este proceso cobre mayor relevancia. 

Alirio reconoce que no se pueden cambiar todas las prácticas de la noche a la mañana, “pero lo intentamos, cuando la gente toma conciencia para su salud, para la economía y el medio ambiente, entonces las cosas empiezan a cambiar”. De igual manera comenta que la Asociación ofrece capacitación, organización y acompañamiento a los campesinos. Se trata de que sea una construcción común. Ellos no regalan nada, sino que intentan fortalecer proyectos productivos autónomos para cada familia involucrada en el proceso. 

De este proceso han salido proyectos relacionados con la producción de caña panelera, semilleros de café y la elaboración de abonos orgánicos. Algunas personas ahora hacen parte de la Red de guardianes y custodios de semillas de Colombia y tienen amplio conocimiento en agroecología. En estos procesos se invita a los jóvenes a reivindicar el quehacer campesino y a valorar el trabajo en el campo. 

Panel solar instalado en la finca El Edén. Foto: Daniel Guerra

Desde 2020 se realizó un diagnóstico de las principales problemáticas energéticas de las distintas veredas del municipio. Una de ellas era la falta de energía estable, pues las redes eléctricas de las distintas veredas no alcanzan para satisfacer la demanda. Esto, sumado a factores climáticos, hace que los transformadores de energía constantemente estén presentando fallas y cortes en el servicio de energía convencional por días e incluso semanas. Esta energía convencional proviene en su mayoría de generación de energía hidroeléctrica y en menor medida termoeléctrica.

De igual manera se identificaron problemas en la producción agrícola, especialmente en la época de verano cuando las lluvias disminuyen. Muchos de los campesinos de las ecoparcelas dejan de sembrar, y los que lo hacen plantan en un cuarto de la capacidad del terreno de sus fincas.  

Las personas del proyecto de soberanía alimentaria no tenían idea de las energías renovables. La organización suiza Fastenaktion lleva apoyando a la asociación Atucsara desde hace 13 años y en los últimos años les otorgó los recursos para financiar la instalación de paneles solares en distintas fincas del municipio para promover nuevas alternativas a los campesinos.  “En el tema de energías renovables fuimos pioneros, mucha gente ha conocido la alternativa y ha visto los beneficios”, asegura Alirio, aunque estos siistemas se le salen de las manos a un campesino por su costo. Sin un apoyo económico es mucho más difícil incorporar estas soluciones.  

Actualmente una celda de un panel solar puede costar entre $500.000 a $700.000 pesos colombianos, de 120 a 180 dólares, y normalmente en cada ecoparcela se utilizan dos celdas. Además de esto hay que comprar baterías, inversores, cables y soportes para el sistema. Esto puede llegar a costar $5.280.000 pesos colombianos, unos 1.290 dólares, sin tener en cuenta el costo de la instalación.   

Johnny Huila, técnico de la Asociación Atucsara, comenta que para la instalación de un proyecto de energía fotovoltaica inicialmente se hace una visita técnica con las personas que forman parte del proyecto, y se analiza cuál es la forma productiva que más los beneficia, “entonces se concerta con ellos acerca de qué les gustaría que se aplicara en el terreno”, precisa. Algunos proyectos utilizan sistemas de bombeo de agua, otros aprovechan la calefacción de bombillas para la cría de pollos, gallinas o cuyes y también para propulsar despulpadoras de café. 

Johnny comenta que los cortes de luz en las veredas de El Tambo son permanentes. Ahora con la implementación del proyecto en la mayoría de las ecoparcelas hay un flujo seguro de energía para iluminar sus viviendas o conectar algún electrodoméstico. Esto es muy útil en el caso de los proyectos productivos que tienen incubadoras de huevos, que requieren calefacción constante.

De igual manera, el cambio ha sido evidente en los sistemas de riego por bombeo impulsados con energía solar. Antes, para regar media hectárea con aspersor, se necesitaban tres personas en un día de trabajo. El jornal de trabajo está aproximadamente a $40.000 pesos colombianos, unos 10 dólares. Esto implica que las familias pueden ahorrar unos 30 dólares por cada media hectárea de cultivo, según Johhny. 

Estos proyectos de energía renovable no satisfacen la totalidad de la demanda energética de las ecoparcelas. Aunque todos los paneles cuentan con baterías para almacenar energía, lo que les permite usar la energía renovable en las noches, no son suficientes para alimentar toda la casa. Lo que sí es cierto es que han sido un gran impulso para emprender nuevos cultivos y proyectos, de igual manera han servido como una nueva visión sobre la manera como se concibe la energía y lo que se puede hacer con la ayuda del sol.  

Donde no hay humo no hay indio

Doña María Aurora Murillo Zambrano estaba recogiendo café cerca de su casa al llegar a su finca La Providencia. “Mi papá decía que donde no hay humo no hay indio”, es la primera frase que se le ocurre decir cuando vuelve a la casa. El médico le dijo recientemente que no podía agacharse o hacer fuerza, pero recoger café no es una actividad que le implique tanto trabajo. 

En su finca se instaló un proyecto de energía solar de doble propósito. Por un lado, se destina para alumbrar el criadero de cuyes, pues ella suele darles de comer en la noche y en la madrugada. Y, por otro lado, la energía solar le funciona para la iluminación de partes de su vivienda, así como para recargar dispositivos electrónicos cuando se va la luz convencional.   

Cultivo de café con el sistema de riego por bombeo. Foto: Daniel Guerra

Aurora comenta que este proyecto fue “una bendición de Dios, sobre todo en estos días que no hubo energía, aquí venían los vecinos de todo el sector a recargar sus celulares. Como tuvimos una semana sin energía sirvió mucho”. De igual manera en el criadero comenta que antes de la instalación tenía una lámpara recargable, pero cuando se va la luz convencional “me toca ir a cargarla a la Patagonia”, comenta en tono irónico. A ella le da mucho gusto tener su “bombillito” cuando lo requiere. Eso sí, últimamente le ha estado fallando el sensor que activa de manera automática el sistema, a lo que Johnny se comprometió a hacerle una visita posterior para tratar de solucionar el problema. 

A la finca el Edén, donde vive Madrid Pérez Campo, también llegaron muchos de sus vecinos a solicitarle ayuda cuando se quedaron sin luz por varios días. En su ecoparcela, una de las últimas de la primera etapa del proyecto, tiene una huerta ecológica e iluminación gracias al panel solar que le instalaron. Sin duda considera que este proyecto ha sido un beneficio “porque la comunidad ya sabe que está la planta aquí y que les podemos servir en esa manera”. 

Uno de los problemas más fuertes, y que ha intentado mitigar el proyecto de las  ecoparcelas, es el de la siembra en época de verano. Doña Madrid menciona que en invierno todo se puede sembrar, pero cuando llega el verano el acueducto no les suministra agua para riego, por lo que muchas veces optan por dejar de cultivar. “Entonces para nosotros es muy importante tener el agua y poder subirla y tener un tanque lleno para aprovechar y no dejar de cultivar”, afirma. El panel solar que traerá el agua mediante bombeo ya está instalado cerca de su finca en un nacedero de agua. Lo único que hace falta para culminar el proyecto son las mangueras y el tanque de agua.  

Quizá uno de los proyectos de ecoparcela más sólidos en este momento es el de la finca Las Veraneras de Yorlany Dorado Jiménez, una mujer risueña y amable que apenas vio a Alirio se puso contenta. En esta finca, además de tener un sistema de paneles solares para el bombeo de agua que riega los cultivos y para lavar la cochera de los cerdos de cría, también hay un biodigestor que les proporciona gas para cocinar. Este biodigestor fue gestionado por la alcaldía, mientras que los paneles solares fueron fruto del trabajo mancomunado con la Asociación Atucsara. 

Cría de cerdos y biodigestor en la finca Las Veraneras. Foto: Daniel Guerra

Yorlany comenta que sus gastos con respecto al servicio del agua se “han reducido a menos de la mitad, ha sido un beneficio muy bueno”. Gracias al agua que sube desde el nacedero por medio del bombeo en su finca pueden lavar, regar las plantas, e incluso conectaron una manguera al sistema sanitario. En la finca de Yorlany antes tenían media hectárea de cultivo. Ahora, con el sistema de bombeo, hay una hectárea y media de distintos cultivos entre los cuales están el café, la yuca y el plátano, así como hortalizas para consumo propio. 

Arley Solarte, quien también hace parte de la finca, cree que los beneficios de este proyecto han sido excelentes, y que tienen en sus manos un sistema integral que les ha ayudado en la economía del hogar. “Esta agua que se utiliza está volteando en los dos proyectos, tanto en el bombeo como en el biogás, el agua que sube al tanque de almacenamiento se utiliza en las cocheras y esa misma agua llega al biodigestor”, resalta.  

El ingeniero de la Asociación Atucsara considera que estos son los proyectos que vale la pena destacar, pues son aquellos que les sacan provecho de verdad a las herramientas que se han instalado en las ecoparcelas. “Si vamos a hacer un proyecto para que quede muerto, entonces es mejor no implementarlo, toca hacer algo para que realmente se aproveche”, menciona. 

El ahorro de energía de cada ecoparcela es significativo, según Huila, el técnico de Atucsara. Por ejemplo, para un proyecto con una potencia instalada de 340 vatios hora (Wh) el ahorro estimado solo con la energía alternativa sería de 1.3 kilovatios hora día (kWh/d), teniendo en cuenta que la energía solar provee cuatro horas de energía al día. Durante agosto de 2023, el precio para el mercado regulado de energía para consumo residencial en el Cauca varió desde $670 hasta $973 pesos colombianos por kwh, lo que representaría un ahorro, si se toma la tarifa más baja, de $911 pesos al día, para un total aproximado de $332.500 al año, unos $83 dólares. 

Según Arcelio Palechor Muñoz, de la vereda Lisboa Dajuando, este proyecto fue una bendición. En su finca tiene una despulpadora de café impulsada por medio de un dínamo que utiliza energía solar. “Entonces para nosotros ha sido un cambio de vida porque no nos toca estar pagando una factura de energía”, comenta. Según él, se podría estar ahorrando unos $80.000 pesos colombianos al mes. 

Instalación doméstica en la finca El Edén. Foto: Daniel Guerra
Instalación doméstica en la finca El Edén. Foto: Daniel Guerra

Pequeños cambios para un país enorme

Este proyecto de la Asociación Atucsara lleva 15 ecoparcelas terminadas y ha empezado con otras 15 que esperan concluir a más tardar en el 2025. Para Alirio Paredes esta es una labor ínfima, si se compara con las necesidades reales de todo el país. Para él, lo que hace la Asociación es un proyecto integral y muy ambicioso, “hacemos por un ladito lo que podemos”, y sonríe. Aun así, cree que falta más cooperación y políticas estatales que apunten a la agroecología y a la promoción de tecnologías alternativas, “de lo contrario lo que nosotros hacemos es muy poco comparado con la magnitud del problema”, concluye. 

A pesar de esto, en otros lugares del país y otras corporaciones y organizaciones han emprendido un camino similar al de Atucsara. Están la Corporación Semillas de agua, que trabaja en procesos comunitarios con paneles solares en Cauca y Tolima; y el grupo Semillas, que tiene proyectos en Cajamarca, Tolima y en Morales, Cauca. Además, Vicaría del Sur ha promovido sistemas de paneles solares comunitarios en el Caquetá. 

Este avance muestra un compromiso con las transformaciones necesarias para el campo en Colombia. Sin duda es una labor titánica que requiere un impulso mucho mayor para abordar los retos que se avecinan.   

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