En la Sierra Norte de Puebla, en el centro de México, se escucha el ligero zumbido de las abejas meliponas, una especie sin aguijón y nativa de la región conocida en lengua náhuatl como pisilnekmej, es decir, abeja pequeña. Las pisilnekmej, que cohabitan en los traspatios de las casas de las familias indígenas del municipio de Cuetzalan del Progreso, están en riesgo por la deforestación, los agroquímicos y los actuales cambios extremos del clima que enfrenta la zona.
En México hay registro de 46 especies de meliponini o también conocidos como los meliponinos (ejemplos de especies son Melipona, Tetragonisca, Plebeia, Nanotrigona y Scaptotigrona), de acuerdo con la Dirección General de Recursos Naturales y Bioseguridad. De esas especies, 12 se encuentran en el estado de Puebla, según datos entregados por Liliana Sosa, ingeniera en agroecología y representante del proyecto Senda Dual, dedicado a la cosmética natural inspirada en las abejas.
En Cuetzalan hay alrededor de seis especies, “aquí tenemos las pisilnekmej, que pertenecen a la Scaptotrigona mexicana”, explica Herminio García Vázquez, biólogo e integrante de la Unión de Cooperativas Tosepan Titataniske (Unidos Venceremos, en español).
Las pisilnekmej son cultivadas en mancuernas, son dos ollas de barro selladas con ceniza o una mezcla de lodo. Comúnmente los pobladores se refieren a ellas como ollitas. En la parte de abajo se encuentra la colmena, y en la de arriba se concentra la producción de la miel.
Esta forma de cosechar la miel es ancestral y pertenece a las culturas Maya, Totonaku y Nahuas, así lo narra Gregoria Rafaela García López, productora indígena Nahua, quien heredó las ollitas de su madre. Actualmente, la transmisión de saberes se mantiene, Marely Ramos Mejía, de 23 años, también del pueblo originario Nahua, comenta que sus padres le están enseñando cómo cuidar las abejas y la importancia de sembrar distintos tipos de árboles y plantas para que las pisilnekmej sigan en el territorio.
Alrededor de las pisilnekmej hay varias creencias que se han compartido a través de la tradición oral. Es común que se escuche que si una familia que tiene abejas asiste a un funeral debe dejar cubiertas las ollas o poner cal debajo del meliponario, también se deben sahumar constantemente con un copal y quemar el mismo propóleo que producen; otra leyenda dice que cuando una pareja tiene problemas la especie de polinizadores mueren o se van.
En Cuetzalan ha crecido el número de personas que se dedican a cultivar la miel de las abejas meliponas. “Yo he visto un aumento bastante considerable, casi del 100 por ciento. En casas donde solo tenían dos o tres ollitas ahora ya tienen el doble o triple”, asegura Herminio.
A septiembre de 2022, en total eran 834 productores entre mujeres y hombres, y de esos, 400 hacen parte de la Cooperativa Tosepan Titataniske, informa Francisco Javier Martínez González, director de Desarrollo Rural de Cuetzalan. Entre 2012 y 2022 el crecimiento de las y los productores se evidenció con las cifras de la organización internacional Slow Food, que registró 248 meliponicultores en 2018 y 180 en 2012.
En 2011, Cuetzalan fue declarado como el “santuario de las abejas nativas pisilnekmej”. Este título se logró luego de que en 2003 un grupo de familias indígenas comenzaron a impulsar la actividad debido a que la tradición de la meliponicultura se estaba perdiendo. Una de las razones era el ingreso de las apis mellifera (abejas europeas), y “estas comienzan a desplazar a las abejas nativas y ahora se está volviendo a rescatar”, dice Fidelia González Galindo, ingeniera agrónoma, zootecnista y técnica apícola asignada a la Secretaría de Desarrollo Rural (SDR) de la región nororiental del estado de Puebla.
Este impulso se evidencia con las cifras de la producción de la miel. A septiembre de 2022 “se acopia de 4.000 a 5.000 litros de miel entregada por meliponicultores que tienen entre 10 y 300 ollas”, dice Francisco. En 2018 se producían 857 litros y en 2012, 382 litros, según informó Slow Food en su sitio web.
Sondeo de la producción local
Para ampliar la información sobre la situación de la meliponicultura en Cuetzalan del Progreso, Agenda Propia aplicó un sondeo de opinión a dieciséis productores (10 mujeres y 6 hombres), la mayoría son del pueblo indígena Nahua y habitan en las comunidades San Miguel Tzinacapan, Santiago Yancuitlalpan, Cuetzalan (centro), Cuauhtapanaloyan y Cuauhtamazaco.
Once personas manifestaron que comenzaron a cosechar abejas entre 2010 y 2020.
Las y los productores consultados, que tienen 549 colmenas, aseguran que con la venta de la cosecha de miel de melipona sostienen a sus familias y con mucho esfuerzo hacen que parte de las ganancias alcance para cubrir otros gastos. Por ejemplo, María Yolanda Méndez Herrera comenta que gracias a la venta de la miel pudo pagar el examen de admisión a la universidad de su hijo. La miel también se utiliza para el autoconsumo.
La comercialización de la miel de melipona es un reto para las y los productores que respondieron el sondeo. Diez indicaron que tienen complicaciones para sacar su producto al mercado. Gregoria señala que anteriormente la miel la vendía por mayoreo a la Unión de Cooperativas Tosepan Titataniske, sin embargo, dice que ya no la están comprando, por lo tanto, lamenta que hasta ahora (septiembre 2022) no ha vendido nada de la cosecha de este año, “no he vendido ni un litro… Nadie nos pide”.
La miel de las pisilnekmej se termina vendiendo a un bajo precio porque no tienen proveedores fijos, a lo que Teodoro Arroyo Pelico, de la comunidad de Cuauhtamazaco, se cuestiona “¿por qué siendo una miel virgen, pura y con diversas propiedades no tiene el precio justo que debe de tener?”
“A nosotros, los indígenas, siempre nos falta algo, tenemos algo valioso, pero no le podemos sacar más jugo, no le podemos sacar más provecho y viene gente a comprar, ellos sí saben qué hacer con la miel y le sacan hasta el doble”, añade Teodoro.
El desconocimiento de las propiedades de la miel por parte de los meliponicultores es una de las razones que dificultan la venta y suele haber problemas en la calidad porque el mercado se ha vuelto más exigente, asegura Fidelia, quien a la vez recomienda se deben implementar nuevas técnicas como el uso de cajas tecnificadas y extractores que permiten mejorar el manejo de las colmenas y garantizar la pureza de la miel.
En actualidad, para impulsar y contrarrestar el problema del comercio, el Consejo de Ciencia y Tecnología Del Estado de Puebla (Concytep) junto con la SDR analizan la miel melipona para conocer “las bondades nutricionales, los microorganismos que contienen y los antioxidantes”, agrega Fidelia.
Producción nacional de miel
La producción de miel en México en 2021 fue de 54,121 toneladas, según cifras del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP). A noviembre de 2022 se contabilizaban 53,244 toneladas, lo que corresponde tan solo al 0.13 por ciento de la producción de alimentos pecuarios, incluye carne bovina, ovina y porcina, miel y leche, entre otros.
En los reportes no se especifican cuántas toneladas de miel son de las abejas meliponas, por lo que las comunidades indígenas le solicitan al gobierno que los datos sean desagregados para respetar el origen y la tradición, en particular, de las pisilnekmej.
Para alcanzar la autosuficiencia alimentaria el gobierno federal de México ha impulsado el programa “Producción para el Bienestar”, en el que ha beneficiado a 1.368 productores de miel en el estado de Puebla en 2021 y a 986 personas en 2022. Los cinco municipios con mayor número de beneficiados en 2022 son: Zacapoaxtla (362), Xicotepec (127), Cuetzalan del Progreso (85), Acatzingo (52) y Tlacotepec de Benito Juárez (38), de acuerdo con datos entregados por la Subsecretaría de Autosuficiencia Alimentaria.
De igual manera, la SDR del estado de Puebla ha recibido 1.047 solicitudes para obtener el apoyo del programa “Impulso de la apicultura poblana”, el cual incluye a meliponicultores. 168 personas pertenecen al municipio de Cuetzalan, según datos proporcionados en la respuesta a una solicitud de información.
Climas extremos, tala de árboles y agroquímicos afectan a las abejas
Además de la falta de mercado, otro reto que enfrentan las y los productores es el clima extremo como las heladas, el calor intenso, las lluvias fuertes y los huracanes, lo que afecta la producción. “Últimamente hemos visto que los inviernos aquí son muy fríos y eso disminuye la población (abejas) drásticamente. En promedio se están dañando dos de cada 10 ollas”, dice Herminio.
En agosto de 2021 el huracán Grace afectó la cosecha de miel debido a que tumbó varios árboles y la lluvia entró a las ollas y el viento las tiró, echando a perder las colmenas y la producción. “Aquí hay muchos árboles que se cayeron y apenas están retoñando”, narra Teodora López García, integrante de la Escuela de Campo Yolchikaujke. En la escuela participan varias mujeres indígenas, quienes además de ser guardianas de las abejas meliponas son artesanas y cultivan maíz, café y pimienta.
Cuetzalan del Progreso fue uno de los municipios de la Sierra Norte de Puebla más afectados por el huracán Grace. Los fuertes vientos arrasaron plantas, cosechas, árboles, postes de luz y de telefonía. Más de 80 viviendas se vieron averiadas en los techados, además de derrumbes que afectaron el acceso a la comunidad.
Teodoro recuerda que tenían varios árboles de jonote plantados para que las abejas no vayan lejos a comer en temporada de floración; sin embargo, el huracán le tiró varios árboles de jonote, con los que se alimentaban las abejas. “Mis papás siempre me han dicho que hay abejas que se van lejos a buscar polen y cuando les agarra la tarde se quedan ahí y regresan hasta el otro día”, narra.
La deforestación es otro problema y “es la más grande amenaza para las abejas porque ya no tienen sitios de anidación y están más expuestas”, dice Liliana con un tono de preocupación.
En Cuetzalan, las abejas ya no tienen tantos árboles para polinizar como hace años, según los relatos de las comunidades indígenas, quienes han visto cambios en el territorio. “Esto se debe al crecimiento de la población en el municipio porque talan árboles para construir sus casas”, señala María Yolanda Méndez Herrera, quien lleva más de 18 años en el oficio de la meliponicultura.
México está en el quinto lugar a nivel mundial con mayor ritmo de deforestación, según Greenpeace. El Sistema Nacional de Monitoreo Forestal registró que en el periodo 2001-2019 se perdieron un promedio de 212,834 hectáreas de vegetación forestal por año.
Por otro lado, en Cuetzalan del Progreso, en 2021, disminuyeron 64 hectáreas de cobertura arbórea (árboles en plantaciones y bosques naturales) equivalentes a 33.2kt emisiones de dióxido de carbono (CO₂), es decir, 33.2 mil toneladas, según datos de Global Forest Watch.
Global Forest Watch registró de 2001 a 2021 una pérdida de 897 hectáreas de cobertura arbórea en Cuetzalan, equivalente a un 11 por ciento menos desde el año 2000. La causa principal fueron los incendios con la disminución de 24 hectáreas en total. El 2019 fue el año con mayor pérdida de cobertura arbórea a causa de los incendios, representando una degradación de 6.7 por ciento.
Para hacer frente a la deforestación, los indígenas siembran pimienta, canela y albahaca, entre otras plantas nativas de la región.
Otro problema es el uso de agroquímicos en la región, en los municipios de Papantla y Veracruz, (ubicado cerca de Cuetzalan) se están utilizando agroquímicos en las parcelas debido a que cuesta mucho mantener los cultivos, así lo manifiesta Óscar Manuel Herrera Dattoli, ingeniero Agrónomo especializado en parasitología agrícola.
Los agroquímicos pueden afectar la capacidad de vuelo de las abejas, además estas sufren de pérdida de orientación y memoria al tener contacto con los pesticidas, incluso llegan a tener problemas de desarrollo en sus órganos y glándulas; en su metabolismo y en su capacidad reproductiva, lo que puede inducir la muerte de toda una colonia, según una investigación.
Una situación adicional que enfrentan las familias indígenas de Cuetzalan es el robo de colmenas. Marely narra que su mamá tenía 53 ollas, pero hace más de dos años le robaron 43, aunque llamaron al Juez de Paz del Juzgado Indígena de Cuetzalan no lograron dar con los responsables. Esta situación no es aislada, Fidelia afirma que “desafortunadamente en la región se presentan estos hechos”.
Las meliponas, un beneficio para el ecosistema y la salud
En el sondeo aplicado, las y los meliponicultores indicaron que la miel es utilizada para tratar problemas de salud como curar resfriados; aliviar los dolores menstruales y fortalecer el sistema inmune.
Estudios realizados por la Unión de Cooperativas Tosepan Titataniske indican que la miel impide el crecimiento de algunos hongos y bacterias, además ayuda en problemas oftalmológicos, en el tratamiento del pie diabetico, a bajar los niveles de azúcar en la sangre y a aliviar complicaciones respiratorias y gastrointestinales, así lo asegura Herminio.
Las pisilnekmej no solo producen miel, dentro de las ollas se encuentran: polen, propóleo y cera. En Cuetzalan, han sacado una línea de cosméticos, debido a que el propóleo ayuda a la regeneración celular, incluso lo utilizan para blanquear los dientes, comenta Francisco. Además añade que con la cera hacen velas de figuras para las fiestas patronales de cada junta auxiliar del municipio.
La medicina también utiliza la miel de las abejas. En un estudio científico llamado Avances en Composición Química y Actividad Biológica del Propóleo Méxicano se encontraron propiedades antidiabéticas, contra el cáncer, antiinflamatorias, antimicrobianas y antiparasitarias.
Además, la melipona contribuye al equilibrio y mantenimiento del ecosistema en el que se desarrolla porque la actividad de las abejas polinizadoras está relacionado directamente con el proceso evolutivo de la flora, según el estudio Meliponicultura y técnicas tradicionales de extracción de miel, como estrategia ante el cambio climático. También son vitales en la generación de alimentos y oxígeno para los seres vivos, esto, a través de la polinización.
“Sin ellas no existiría toda la diversidad que hay de plantas y son clave en esa cadena trófica”, asegura Liliana.
Las y los productores seguirán con la crianza de las pisilnekmej, mientras comparten los saberes heredados y cuidan el medioambiente y el territorio de Cuetzalan. Además, buscarán un mercado justo para vender la miel.