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Sin territorio no hay cultura: el impacto de la minería en las comunidades colla

Bajo el modelo global de transición energética, el litio se ha transformado en una de las materias primas más codiciadas en el mundo. En ese contexto, el Salar de Maricunga está en el centro de las discusiones sobre los posibles salares a explotar en Chile. Sin embargo, esta zona de la cordillera acoge la memoria y huella del pueblo colla. Frente a la inminente explotación del litio, la presidenta de la Comunidad Indígena Colla de la Comuna de Copiapó, Elena Rivera, señala que la minería no solo constituye un riesgo para el salar, sino también para el futuro de las tradiciones de su pueblo.

Cada vez que puede, Elena Rivera (44), presidenta de la Comunidad Indígena Colla de la Comuna de Copiapó, visita el Salar de Maricunga. Este humedal se encuentra a 171 kilómetros de la capital regional de Atacama, a unos 3.757 metros de altura. Desde la ciudad no es fácil llegar, pero está acostumbrada a la altura y a los largos caminos entre quebradas y montañas. Elena vive en Paipote, al suroeste de Copiapó, aunque la sede y parte de los miembros de su comunidad residen arriba. Al contrario de lo que se cree, el desierto guarda memoria, al igual que el salar, hace millones de años fue un lago y que hoy está en el centro de las discusiones por su alta concentración de litio. 

“Pese a quién le pese los pueblos originarios viven en los lugares estratégicos donde se encuentra la riqueza natural. Nosotros los colla lamentablemente estamos entablados en el cordón de oro, le pese al Estado o a estas empresas extractivistas a las que trabajan el oro”, sostiene Elena.

Elena tiene el pelo corto, una sonrisa prominente y un par de lentes ópticos que cubren gran parte de su mirada. Nació abajo, pero creció vinculada a la cordillera a través de la memoria de sus tíos y su madre. 

El compromiso y dedicación de su madre con la comunidad la llevó a querer involucrarse, preservar y dedicarse a los saberes de su cultura.

Salar de Maricunga. Foto: Emilia Aparicio

“Siempre vi ese empuje de mi vieja que es mi mamá en estar liderando cosas, creando, viendo como era muy líder. Y, además, ella nos dejó seguir su legado, su legado en cuanto a la cultura y en cuanto a que la comunidad como ella fue la iniciadora y la propulsora de la comunidad indígena”, sostiene.

Elena es presidenta de su comunidad desde 2014. En ese momento desempeñaba el rol de secretaria pero tras la muerte del presidente, Gabriel Cardozo, asumió la directiva. Al año siguiente, los integrantes la nombraron presidenta. Actualmente, una de las preocupaciones de la comunidad es la futura extracción del litio en el Salar de Maricunga. 

El litio se ha transformado en una de las materias primas más codiciadas en el mundo. Esto ha puesto en la mira a ecosistemas como el Salar de Maricunga.

Bajo el modelo global de transición energética, el litio se ha transformado en una de las materias primas más codiciadas en el mundo, por su masivo uso en las baterías eléctricas y, en particular, por su alto potencial en la industria de vehículos eléctricos. La noche del jueves 20 de abril de 2023, a través de cadena nacional, el Presidente Gabriel Boric presentó la Estrategia Nacional del Litio, un plan de extracción del mineral que tiene en su centro a Codelco, para así establecer una colaboración público-privada con el fin de impulsar la industria del litio en Chile. 

La extracción de litio es una actividad minera que lleva varios años haciéndose en el país particularmente en el Salar de Atacama en el norte de Chile. Este territorio forma parte del denominado “Triángulo del litio”, un zona geográfica en el límite de Argentina, Bolivia y Chile, este último representa un 41% de las reservas mundiales de litio. El aumento de la demanda de este mineral para fabricar baterías y otros productos ha hecho que el interés público-privado sobre este mercado tenga un aumento exponencial en los últimos años. 

La cordillera que rodea el Salar de Maricunga aloja una riqueza invaluable que se puede observar en la diversidad de formas, colores, texturas y la flora y fauna que la habita. El viento aparta la nieve que cae en altura en la cordillera y mueve el agua que acoge el Salar de Maricunga. En el camino algunos rebaños de guanacos miran con sospecha la camioneta al pasar por la carretera. Lejos de ser un lugar árido, la cordillera acoge las memorias, las tradiciones y las huellas del pueblo colla que hace por lo menos 150 años transita y habita el territorio.

Lejos de ser un lugar árido, la cordillera acoge las memorias, las tradiciones y las huellas del pueblo colla que hace por lo menos 150 años transita y habita el territorio..

Si bien la Comunidad Indígena Colla de la Comuna de Copiapó se formó el 9 de junio de 1995 hay registros que detallan que el linaje familiar estaba en el territorio desde mucho antes. El libro  “El pasado anidado en nuestra memoria” (2023) relata que Emeterio Cardozo junto a su esposa Natividad Villanueva cruzaron la cordillera desde Argentina en el año 1870 aproximadamente.

Adicionalmente, el Informe de la Comisión Verdad Histórica y Nuevo Trato con los Pueblos Indígenas (2008), sostiene que las primeras áreas de ocupación y asentamiento colla en Chile datan de la segunda mitad del siglo XIX, donde el poblamiento se basaba en la búsqueda de pastos y aguadas para la trashumancia, una modalidad de pastoreo que consiste en el desplazamiento estacional de ganados.

“Las zonas de tránsito utilizadas para cruzar la cordillera, eran la Quebrada de Paipote hasta la laguna Santa Rosa, Salar de Maricunga hasta el paso de San Francisco y el camino de Río Jorquera”, explica el documento.

Según datos del Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin), en Chile existen 63 ambientes salinos, es decir, 45 salares y 18 lagunas salinas. Entre ellos se encuentra el Salar de Maricunga, por su extremo sur alimenta por medio de un canal a la laguna Santa Rosa –declarada Sitio Ramsar–, la cuál está dentro del Parque Nacional Nevado de Tres Cruces.

Laguna Santa Rosa. Foto: Emilia Aparicio

Las empresas aún no han comenzado la extracción del mineral en Maricunga pero está en el centro de las discusiones. Si bien tiene una superficie de 14 mil hectáreas, un área bastante más inferior a las 280 mil hectáreas del salar de Atacama, Codelco finalizó las exploraciones en el humedal y anunció en mayo de este año que tendría la segunda mayor concentración de litio del mundo. 

La empresa estatal chilena no es la única interesada en Maricunga, otros proyectos han intentado instalar sus industrias en las cercanías del salar pero debido a la oposición de comunidades locales los proyectos se han estancado.

El presidente de Codelco, Máximo Pacheco asistió el pasado 13 de septiembre a la Comisión de Minería de la Cámara de Diputados, donde se refirió a los objetivos de la empresa estatal en el litio. “Comienzo con el salar de Maricunga”, dijo Pacheco. Agregando que el Salar de Maricunga “tiene casi 40 titulares de propiedad minera, uno de los cuales es Codelco”. 

“Una economía no puede existir a costa de una cultura originaria que vive y siempre ha vivido en el sector”.

Además de la empresa estatal, existen dos proyectos desarrollados por privados interesados en la zona. El primero, entre la empresa singapurense Simbalik y la chilena Cominicor. El segundo, es Salar Blanco de Lithium Power International. Ambos tienen concesiones mineras previas a 1979, cuando un decreto creó la Comisión Chilena de Energía Nuclear, una ventaja dado que para explotar este recurso se requieren permisos especiales de operación, ya que el litio es un mineral no concesible.

No obstante, el presidente de Codelco mostró su disconformidad no está de acuerdo con  “Debo comentar que, en nuestra opinión, estas concesiones no metálicas del Código (de Minería) antiguo no tienen derecho al litio, por el hecho del litio no ser concesible”, afirmó y adelantó que el rol de Codelco será consolidar todo en un solo proyecto.

“No es sostenible el desarrollo del litio con 40 empresas. Olvidémonos de eso al tiro”, expresó.

La presencia de las empresas también se hace notar con los neumáticos, bolsas plásticas y otros desechos que flotan en las aguas y en los bordes del salar, al igual que algunas herramientas de medición de Codelco. Las empresas se han acercado a conversar con las comunidades, Elena le solicitó a Codelco poder ver las exploraciones, también, el proyecto Salar Blanco se acercó a conversar con las comunidades, pero la presidenta colla señala que la empresa no reconoció una afectación sobre la comunidad.

“Una economía no puede existir a costa de una cultura originaria que vive y siempre ha vivido en el sector”, expresa Elena.

Foto: Emilia Aparicio

El impacto de la minería en la comunidad colla

Para la Comunidad Indígena Colla de la Comuna de Copiapó parte importante de conservar las tradiciones de sus antepasados es habitar la cordillera y, en consecuencia, defender el territorio. A través de sus familiares, Elena fue aprendiendo las propiedades medicinales de la flora que forma parte del paisaje andino. 

En el libro “El pasado anidado en nuestra memoria” (2023), realizado por la comunidad se explica que el trabajo ligado a la cordillera es parte fundamental de las tradiciones indígenas, dado que  históricamente pueblo colla ha practicado la trashumancia y la pirquinería. Los relatos familiares de la vida en la cordillera han permitido que la comunidad conozca sus orígenes y construyan su historia.

“Mi núcleo más macro es la comunidad, es siempre estar al cuidado y pendiente de cada socio de la comunidad y de nuestro territorio en cuestión”, explica Elena.

Testimonios del linaje familiar detallan que, alrededor de 1880, Don Agapito Quiroga cruzó la cordillera desde Argentina junto a sus dos hijos para trabajar el oro en el sector del Salar de Maricunga, fijando su residencia en El Bolo.

Un lugar histórico de reunión es El Bolo, afuera de la casa flamea una bandera chilena: roja, azul y blanca junto a la bandera colla: roja, amarilla y negra. En ese mismo sector, testimonios del linaje familiar detallan que, alrededor de 1880, Don Agapito Quiroga cruzó la cordillera desde Argentina junto a sus dos hijos para trabajar el oro en el sector del Salar de Maricunga, fijando su residencia en El Bolo.

A un costado de la casa de Myriam Rivera, vicepresidenta de la Comunidad Indígena Colla de la Comuna de Copiapó se encuentra la sede donde se realizan talleres, reuniones y las celebraciones de la comunidad.

Myriam es parte de la comunidad desde 1996 y vive arriba. Al igual que a Elena le preocupa la explotación del litio y la minería en el territorio.

“En la comunidad de nosotros muchos eran pirquineros, ellos no trabajaban en empresas ni nada de eso”, señala la vicepresidenta.

“Antiguamente los mineros artesanos eran pirquineros y se enfocaban en la pequeña minería donde ponían su yacimiento, iban, sacaban el metal del palmés y sacaban sus remesas y tenían para vivir semanal, mensual, depende de cómo fuera su extracción. Pero en ciertos puntos se han colocado empresas más grandes y la economía también se basa en que todo vaya creciendo mágicamente, entonces como la empresa minera ha crecido, es más difícil para ellos sacar menos metal como lo sacaban anteriormente”, agrega Elena.

Myriam Rivera en su casa. Foto: Emilia Aparicio

En ese sentido, Myriam señala que la explotación del litio en Maricunga tendría un impacto directo en el modo de vida de su comunidad y también para las futuras generaciones.

“Hay muchas generaciones que a lo mejor ya no van a poder retornar a acá y seguir las mismas tradiciones de nosotros. Si explotan el litio no van a tener cómo criar animales o poder sembrar porque no vamos a tener el nacimiento del agua”, señala.

“Hay muchas generaciones que a lo mejor ya no van a poder retornar a acá y seguir las mismas tradiciones de nosotros. Si explotan el litio no van a tener cómo criar animales o poder sembrar porque no vamos a tener el nacimiento del agua”.

La exconstituyente* representante del pueblo colla y “kuraka del aillu Flora Normilla” Isabel Godoy sostiene que “el sello de nuestro pueblo es la trashumancia”.

“La contaminación de los pactos y la disminución del agua impactan directamente en esa costumbre y en esa tradición que es la trashumancia. Si no hay pasto tienen que hacer un recorrido en busca de ellos en otros sitios, aunque los tránsitos de los pueblos son largas travesías, entonces eso nos ha obligado a llegar hasta la costa”, explica.

El Estudio diagnóstico del pueblo Colla del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (2011), sostiene que la ocupación del pueblo colla se basaba en la búsqueda de pastos y aguadas que implicaba el uso de quebradas. De ese modo, en el vasto territorio habitado por los colla habían posesiones familiares donde estaban las viviendas, puestos estacionales y pequeños cultivos en las invernadas, mientras que en verano, cada familia acudía a sus vegas y aguadas con los animales para el pastoreo.

Sin embargo, el litio no es el único mineral presente en la zona, una vez iniciado el siglo XX, la minería a gran escala se instaló en la zona para extraer oro, plata, bórax y cobre. Según el Informe de la Comisión Verdad Histórica y Nuevo Trato con los Pueblos Indígenas (2008) esto significó que “las empresas mineras que instalan sus faenas en territorios de pastoreo, contaminando los pastos y envenenado el ganado. Ambos factores, disputa territorial y contaminación, provocarán la emigración de algunas familias collas a Argentina”. 

La minería significó, según el informe de la Comisión Verdad Histórica y Nuevo Trato con los Pueblos Indígenas (2008), que “las empresas mineras que instalan sus faenas en territorios de pastoreo, contaminando los pastos y envenenado el ganado. Ambos factores, disputa territorial y contaminación, provocarán la emigración de algunas familias collas a Argentina”.

Adicionalmente, en la década de 1960, la apertura de la mina El Salvador que exigió la canalización de nuevos recursos de agua que son llevados al mineral con tuberías, impactando sobre la economía de la comunidad colla, al reducir aún más los escasos recursos hídricos disponibles para el pastoreo.

Los casos de contaminación o afectación en el territorio producto de la actividad minera no son tan lejanos. En 2018, la Superintendencia del Medio Ambiente (SMA) ordenó la clausura de las instalaciones de extracción de agua del yacimiento aurífero de la Minera Maricunga S.A., perteneciente a la transnacional canadiense Kinross Gold, por haber provocado el desecamiento de 70 hectáreas en el Complejo Lacustre Laguna del Negro Francisco y Laguna Santa Rosa.

Laguna Santa Rosa. Foto: Emilia Aparicio

Defender el territorio y la cultura colla

La lucha de Elena y su comunidad por proteger el territorio no solo tiene que ver con la explotación del litio, sino que el desarrollo de la minería a gran escala en la zona, las distintas crisis económicas y la concentración de servicios en las ciudades, obligaron a muchas familias que vivían arriba a bajar a las ciudades sobre todo durante la segunda mitad del siglo XX.

El acceso a educación, servicios básicos y trabajos estaban abajo, la vida se modernizó, estos procesos significaron un punto importante para el desarrollo de las tradiciones colla dado que la vida en la cordillera es parte importante de la cultura del pueblo. Sin embargo, los relatos familiares, el traspaso de las tradiciones y las reuniones entre los miembros de las distintas comunidades han permitido la mantención y el vínculo del pueblo colla con el territorio.

Aunque la vida en la cordillera -y sus salares- es parte importante de la cultura del pueblo. El acceso a la educación, servicios básicos y trabajos estaban abajo, en la ciudad. Pese a los cambios vertiginosos de la modernidad, los relatos familiares, el traspaso de las tradiciones y las reuniones entre los miembros de las distintas comunidades han permitido la mantención y del vínculo del pueblo colla con el territorio.

Pese a que el acceso a la educación, servicios básicos, trabajos y “modernización de la vida” estaban “abajo”,  siguieron manteniendo las tradiciones colla.

“Las tradiciones colla siempre han estado vivas y vigentes en la cordillera, nosotros siempre vivimos haciendo nuestras tradiciones en las cordilleras sin saber que éramos indígenas colla y cuando nos supimos le pusimos solamente el nombre. Entendimos que éramos de un pueblo originario llamado colla y solamente aceptamos lo que ya que siempre hemos vivido”, sostiene Elena.

El informe de Nuevo Trato Indígena explica que otros procesos políticos, sociales y económicos, como la dictadura fueron factores que significaron un “despoblamiento relativo de los espacios ocupados ancestralmente”. Sin embargo, la vuelta a la democracia en 1990 en Chile permitió que dirigentes collas pudiesen dar testimonios de su existencia en el proceso de la Nueva Ley de Pueblos Indígenas. En ese sentido, la promulgación de la Ley Indígena en 1993 permitió la organización formal en comunidades y también parte de un proceso de autoreconocimiento de las familias collas, su historia y su identidad cultural.

La defensa del territorio y el arraigo hacía la cordillera es parte fundamental para el reconocimiento del pueblo colla.

“Las tradiciones colla siempre han estado vivas y vigentes en la cordillera”.

En ese sentido, la exconstituyente sostiene que es común que “algunos permanezcan en el territorio cuidando lo poco y nada que les queda y otros están en la ciudad, estudiando y haciendo otras labores porque igual hay que alimentar la familia. Eso no quiere decir que nosotros dejemos de ser indígena porque tenemos que emigrar forzosamente entonces forzosamente tenemos que estar en la ciudad para poder sobrevivir”.

Isabel menciona que su padre era pirquinero y practicaba la trashumancia, sin embargo, su abuelo se enfermó de cáncer, por lo que su abuela tuvo que trasladarse a la ciudad.

“Eso también te obliga a bajar, o sea, no es una cosa de ‘yo quiero bajar porque quiero bajar’ sino que porque estás obligado a estar donde están los tratamientos”, afirma.

Sin embargo, las comunidades han vuelto al territorio, las tradiciones se van traspasando a las generaciones más jóvenes, las cuales se interesan por la cultura.

Por otro lado, el representante legal de la Comunidad Colla Sinchi Wayra, César “Pacho inti” González Gómez es dirigente y se dedica a la administración de la comunidad a la que pertenece, los conocimientos los heredó de su padre, Oscar “Pacho” González quién también fue presidente de su comunidad.

Actualmente, están trabajando en un programa de cinco años que tiene como objetivo crear la infraestructura para volver a vivir arriba.

César “Pacho inti” González Gómez en Copiapó. Foto: Emilia Aparicio

“Eso no quiere decir que nosotros dejemos de ser indígenas porque tenemos que emigrar forzosamente, tenemos que estar en la ciudad para poder sobrevivir”.

“En el fondo es hacer la infraestructura necesaria para poder volver a ir arriba pero con una visión verde, por ejemplo, nosotros tenemos una planta de tratamiento que recuperamos el 80% del agua que consumimos, sean aguas negras o agua grises, recuperamos el agua. También, tenemos una política de construcción que no construimos cerca de alguna vega y además en el sector del que somos, San Andrés, estamos haciendo el levantamiento de la vega a nivel biótico y acuático”, explica César.

En la Comunidad Colla Sinchi Wayra son aproximadamente 25 miembros, el dirigente explica que la defensa del Salar de Maricunga, la laguna Santa Rosa y sus alrededores es relevante porque forma parte de sus creencias y religiosidad como pueblo.

“Cuando hablamos del rescate de la defensa del salar, de Santa Rosa y sus alrededores es potente porque nosotros basamos nuestra creencia y nuestra religiosidad en las vicuñas y los guanacos. Tenemos un dios que es un guanaco, entonces en nuestro plan mañana 2022-2025 en el fondo, es poder traer animales y hacer una reforestación de animales”, sostiene.

Además, recalca que el pueblo practica una ceremonia de arreo de vicuñas, por lo que el Estado reconoció a Oscar “Pacho” González como cultor y patrimonio cultural inmaterial. En la cordillera es común ver manadas guanacos y algunas vicuñas, especies nativas de la zona, sin embargo, Elena menciona que debido a la sequía y el desarrollo de la minería es cada vez menos común verlos entre las montañas.

“Al estar en San Andrés nosotros estamos afectados directamente por la minería, el pueblo colla está insertado dentro de la base del oro”, explica Óscar. En ese sentido, agrega que “Santa Rosa era parte de lo que se conoce como el Camino del Inca, es una de las ramas del camino y después fue una ruta de contrabando de todos nuestros antepasados”.

“Cuando hablamos del rescate del salar, de Santa Rosa y sus alrededores es potente porque nosotros basamos nuestra creencia y nuestra religiosidad en las vicuñas y los guanacos. Tenemos un dios que es un guanaco, entonces en nuestro plan  2022-2025 en el fondo, es poder traer animales y hacer una reforestación de animales”.

Elena Rivera sacando fotos en el Salar de Maricunga. Foto: Emilia Aparicio

Desde arriba, en el Salar de Maricunga Elena saca fotos del paisaje, mientras va atardeciendo los colores de las montañas van cambiando, las tonalidades cálidas pasan a ser moradas y  finalmente la oscuridad se apodera del camino. 

“El tema del agua es un tema transversal, que no solamente nos afecta a nosotros los que estamos ahí más cerca, sino que a la larga igual le vas a afectar a toda la población de Copiapó, o sea, no solamente a los indígenas o a las comunidades que viven en el sector le va a afectar a toda la ciudadanía de Copiapó”, agrega Elena.

La presidenta cuenta que sus hijas también forman parte de la comunidad. En 2022, su hija Lesly Muñoz, egresada de Derecho de la Universidad de Atacama, viajó a Egipto para exponer en la COP27 sobre las preocupaciones de su comunidad frente a la inminente explotación del litio en el Salar de Maricunga.

En un contexto de crisis climática, donde el llamado global es a dejar los combustibles fósiles y el llamado es a pasar a la electromovilidad, la joven de 27 años hizo un llamado a la importancia de contar con la visión de los pueblos originarios en las problemáticas que involucran extracción de recursos. Un discurso que da cuenta como una demanda global tiene un impacto local.

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