3 destacados de la primera semana de la COP28

La Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático ya tuvo sus primeros siete días de trabajo en los que lo político y lo declarativo tuvieron mayor protagonismo, pero ante lo cual se espera una segunda semana con las decisiones más importantes.

El pasado jueves 30 de noviembre la 28° edición de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP28) marcó su inicio en Dubái, Emiratos Árabes Unidos, ante un récord de más de 100.000 acreditados. Desde entonces, fueron siete jornadas de negociaciones para avanzar en la implementación del Acuerdo de París para hacer frente al cambio climático, pero que quedaron -intencionalmente o no- opacadas por la presencia de jefes de Estado, las polémicas en torno a presidente de la conferencia, y las declaraciones de compromisos sin seguimiento.

Ayer, miércoles 6 de diciembre, fue la última jornada de esta primera semana de COP28. ¿Qué fue lo más destacado? ¿Qué hay que tener en cuenta para observar con detenimiento en la segunda y más definitiva semana? Aquí un resumen. 

COP28 _ Anthony Fleyhan
COP28. Foto Anthony Fleyhan

1. Emiratos Árabes Unidos y el conflicto de intereses

Desde el primer día en que Sultan Al Jaber fue elegido presidente de la COP28 se inició la polémica por el conflicto de intereses que representaba: Al Jaber es la persona encargada de coordinar el trabajo de negociaciones a la vez que es CEO de la compañía estatal de petróleo de Emiratos Árabes Unidos (ADNOC).

En la previa a la conferencia, una investigación del Centre for Climate Reporting reveló que Al Jaber y su equipo estuvieron a lo largo del año, en nombre de la COP28, aprovechando reuniones con funcionarios de gobiernos para promover el comercio de petróleo y gas que favorecería a ADNOC. El tema fue el que predominó en los vuelos a Dubái y en los pasillos del predio. 

Ya iniciada la conferencia, otra polémica rodeó a Al Jaber. “No hay ninguna ciencia que indique que la eliminación progresiva de los combustibles fósiles es lo que permitirá alcanzar los 1,5°C”, dijo en un evento online del 24 de noviembre que el diario británico The Guardian recuperó. La molestia se hizo sentir a tal punto que Al Jaber convocó a una conferencia de prensa junto al chair del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), Jim Skea, para defenderse argumentando que respeta la ciencia y se mantiene firme en ella.  

Todo esto, más sus declaraciones de siempre en favor de continuar con la industria de los combustibles fósiles haciéndole algunos cambios (como incorporar tecnologías de captura de carbono) que en acelerar su eliminación. A eso se suma que a la COP28 asistió un récord de 2456 lobistas de la industria que más emisiones genera, y que podría tener una incidencia en las decisiones finales de la COP28 a favor de la necesaria acción climática o a favor de quienes quieren perpetuar el business as usual. Ello es lo que habrá que seguir con detenimiento en la segunda semana.

2. El fondo para pérdidas y daños histórico, pero con sabor amargo

Si hay algo que le fue funcional a Al Jaber para salir de los titulares fue que el primer día de la conferencia los países aprobaron la operacionalización del fondo exclusivo para las pérdidas y los daños ocasionados por los impactos del cambio climático. En otras palabras, no se trata del acuerdo en un nuevo fondo, sino que se definieron los detalles sobre cómo será su puesta en funcionamiento que, sí históricamente, los países establecieron en la anterior COP27. 

Lo más destacado o que más gusto a poco dejó de lo consensuado, es que el fondo será alojado, por un período provisorio de cuatro años, bajo el Banco Mundial. Ello con algunas condiciones específicas, pero quedó lejos la mayor independencia que buscaba el Sur Global con esta iniciativa.

Foto Kiara Worth
Foto Kiara Worth

Algunos países desarrollados anticiparon sus contribuciones económicas al fondo: 225 millones de euros de la Unión Europea, 10 millones de dólares de Japón, 40 millones de libras de Reino Unido. El país históricamente más emisor, Estados Unidos, anunció una cifra de 17,5 millones de dólares, algo que el economista Jeffrey Sachs criticó: “¿Me están cargando? El país que causó una cuarta parte de todas las emisiones en la historia industrial da 17 millones de dólares cuando estamos perdiendo 100 o 200 mil millones de dólares al año, mínimo, en desastres climáticos”. Ante lo cual, propuso: “Ellos deben pagar un impuesto. Es lo básico. Creo que si cobramos incluso 10 centavos de dólar por cada tonelada de emisiones pasadas, Estados Unidos debería pagar alrededor de 40 mil millones de dólares al año. Entonces comenzaremos a hablar de dinero real”.

La primera ministra de Barbados, Mía Mottley, agradeció los aportes, pero recordó que la suma total es aún menor y que se necesitan miles de millones, no millones: “Nuestra meta es preferentemente la adaptación al cambio climático, no las pérdidas y los daños. Es decir, nuestra meta es trabajar en prevenir el daño”. 

Mottley señaló que por cada dólar que se invierte en adaptación y resiliencia, se evita tener que pagar siete dólares en daños. El interrogante que comenzó a circular entre pasillos es si el dinero que el mundo desarrollado dará a pérdidas y daños será ese mismo que tenían pensado entregar a la adaptación, dejándola ahora sin recepción de fondos. La discusión sobre el financiamiento para adaptación de la segunda semana quizás nos ayude a encontrar una respuesta. 

3. Los primeros textos borrador

Tras el paso de algunos jefes de estado por Dubái, comenzaron a publicarse los primeros textos borrador de los temas en negociación. El más importante de ellos: el del Balance Mundial (Global Stocktake), esa suerte de inventario en la que conoceremos cómo los países vienen implementando el Acuerdo de París (mal, claro), pero que por sobre todo nos dará una guía de las acciones necesarias para mejorar la implementación.

En la mirada de delegados de países y observadores de la sociedad civil, el texto ofrece muchas de las cosas buenas que se necesitan, pero también aún muchas de ellas son opciones a ser elegidas o no para la decisión final. Uno de los temas más críticos en el texto es la mención a la salida de los combustibles fósiles. 

Hay tres opciones sobre la mesa: 1) eliminar progresivamente los combustibles fósiles hasta su terminación (phase-out), 2) eliminar progresivamente los unabated combustibles fósiles, 3) no texto. 

¿Qué significa la opción 2? Ni el secretario ejecutivo de ONU Cambio Climático, Simon Stiell, supo respondérmelo: “No puedo darte esa definición precisa aquí, pero es una de las opciones. Hay muchas opciones que están sobre la mesa en este momento que hablan de la eliminación progresiva de los combustibles fósiles. Corresponde a los países corregir eso y presentar una declaración muy clara que señale el declive terminal de la era de los combustibles fósiles tal como la conocemos”. Sabemos que unabated sería algo así como los proyectos de combustibles fósiles sin tecnologías de captura de carbono. Pero el que no define con precisión, luego puede interpretar cualquier cosa para su implementación. 

¿Qué significa la opción 3? Que si no hay consenso en alguna de las otras opciones, se borra ese ítem. 

Lo más preocupante es que todo el apartado de energía -así como otros de igual relevancia- está como una primera opción frente a una segunda de “no texto”. Es decir, que hay una posibilidad de que el texto final no incluya nada sobre la salida de los combustibles fósiles y la transición energética. Arabia Saudita, Turquía e Iraq son los países que más apoyan esta posición. En definitiva, esto recién empieza…

Mañana, 8 de diciembre, la llegada de los ministros de Ambiente y/o Relaciones Exteriores se sumará a las delegaciones de países en el predio del Centro de Exhibiciones de Dubái para retomar el trabajo de la primera semana y dar lugar a la segunda y más importante de toda COP: las discusiones, las búsquedas de consenso, la toma de decisiones. La fecha prevista de finalización de la COP28 es el martes 12 de diciembre, pero la historia de las negociaciones muestra que el ponerse de acuerdo siempre requiere un tiempo extra. 

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