De gasolina a electricidad: así funciona el primer piloto de motos eléctricas en La Guajira

En el departamento de La Guajira circulan tres motos eléctricas, que antes funcionaban con gasolina, como parte de una iniciativa de universidades y empresas que promueve que la movilidad de las zonas rurales sea más barata y menos contaminante. El objetivo ahora es llevar el proyecto a otras zonas de Colombia pero existen varias barreras por delante.

El 26 de septiembre, una pequeña caravana de motos recorría, casi en silencio, la troncal del Caribe en La Guajira. Se dirigían hacia Riohacha a la presentación oficial de seis motos, tres eléctricas de fábrica, y tres a las que la comunidad de Mingueo, un corregimiento del municipio de Dibulla, les quitó el “ruidoso” motor a gasolina para ponerle uno eléctrico. 

“Al principio, la gente no quería saber nada de motos eléctricas”, recuerda Breiner Fontalvo, un técnico en reparación de motocicletas que trabaja en Mingueo. Que no sirven para transportar carga, no se pueden sacar cuando llueve porque el conductor se puede electrocutar y que podrían atraer rayos son algunos de los mitos que tenían sobre estos vehículos. 

La idea de utilizarlas cambió con el tiempo. “Un día vieron a un compañero que bajó desde la Sierra Nevada de Santa Marta cargando un bulto y un pasajero. Cada vez les fue despertando más curiosidad”, señala Fontalvo. Ahora, a su taller se han acercado varios habitantes a preguntar cuánto cuesta convertir una moto de gasolina a motor eléctrico. 

En Mingueo también hay una electrolinera que se inauguró en abril de 2024. Es una planta con paneles solares que sirve para recargar las baterías de las motos, celulares y otros dispositivos. Todo hace parte de un proyecto piloto para llevar movilidad eléctrica a esta zona del país y que podría mejorar el turismo y el transporte carga. 

La estación de carga comunitaria funciona con paneles solares y ofrece el servicio gratis. Foto: cortesía de Polen

Hacerlo tiene retos como el costo inicial de convertir las motos, el precio de la energía eléctrica en la región y la falta de infraestructura para este tipo de vehículos. Así está funcionando el primer piloto de electromovilidad en una zona rural de Colombia. ¿Podrá replicarse en otras regiones? 

El piloto de electromovilidad

Las primeras dos motos eléctricas que llegaron a Mingueo no eran convertidas, sino que tenían esta tecnología de fábrica. “El problema es que son motos diseñadas para las ciudades”, explica Juan Pablo Díaz, máster en movilidad inteligente de la Universidad Politécnica de Cataluña y líder del proyecto E-Rurality en Polen Transiciones Justas, la organización que lo implementa. 

Esas motos sirvieron como una prueba piloto para encontrar dos problemas: tenían un cableado muy delgado y expuesto, que se podía dañar en las carreteras destapadas, y la vibración que genera el terreno podía afectar las conexiones internas del motor. “Entonces, buscamos la opción de convertir una moto que las personas conocieran, que funcionara bajo estas condiciones”, cuenta Díaz. 

En ese punto, se involucraron al proyecto la Universidad de La Guajira y Eolo Motors, una empresa colombiana que se dedica a desarrollar vehículos eléctricos para el transporte de carga y de pasajeros. Su objetivo era diseñar un proceso para cambiarle el motor a gasolina por uno eléctrico a dos tipos de motocicletas que son de las más usadas en Mingueo. 

Para empezar, se retira el tanque de gasolina, el sistema que usa el motor para no recalentarse y el exhosto por el que sale el humo de la combustión. Para reemplazarlo, se instala un motor eléctrico con un pequeño computador, una batería y el sistema de recarga. “Lo que buscamos es aprovechar los espacios que quedan en la moto. Por ejemplo, donde va el tanque, ponemos las baterías, porque también necesitan protección de los golpes”, dice Mauricio Roldán, ingeniero electricista y fundador de Eolo Motors. 

Todo esto lo aprendieron seis habitantes del corregimiento que, el mismo día de la presentación de las motos, fueron certificados por la Uniguajira. “Nos enseñaron a cortar, a usar la máquina pulidora y a soldar, para poder ubicar las cajas en las que va la batería y el resto del motor”, apunta Leonarda Leguía, técnica en mantenimiento e instalación de sistemas solares y campesina de Mingueo. Mientras tanto, también construyeron el sistema solar con el que funcionaría la electrolinera. 

Las personas que han utilizado las motos transportan parte de sus cosechas de café y otros productos desde las fincas hasta los mercados en donde las venden, llevan pasajeros a la Sierra Nevada de Santa Marta y quieren empezar a transportar turistas en Palomino, el corregimiento más visitado de Dibulla. El proyecto está trabajando en la conversión de un ‘tuk tuk’ o triciclo motorizado para que sea eléctrico, que serviría para transportar pasajeros. 

También, hay personas fuera del proyecto que quieren cambiar el motor a gasolina de sus motos. El problema es que hacerlo cuesta unos $9.000.000, una inversión alta si se tiene en cuenta que una moto nueva de bajo cilindraje cuesta entre $5.000.000 y $6.000.000. 

Las motos han tenido una autonomía de 160 kilómetros y soportan el peso que usualmente transportan las de gasolina. Foto: cortesía de Polen

¿Funciona tener motos eléctricas en el campo?

De acuerdo con el Registro Único Nacional de Tránsito, de los casi 19 millones de vehículos que hay en Colombia, más de 60% son motos. Este medio de transporte es particularmente importante en municipios pequeños y zonas rurales. Sin embargo, cuando se piensa en la electrificación del transporte, suele enfocarse en las grandes ciudades, como Bogotá o Medellín, en donde los desplazamientos son más cortos y hay mejor infraestructura para cargar la batería. 

“Lo primero que hay que tener en cuenta para la electromovilidad en zonas rurales es la autonomía de las motos”, piensa Nicanor Quijano, docente del departamento de Ingeniería Eléctrica y Electrónica de la Universidad de los Andes, quien no hace parte de E-Rurality. La oferta de motos eléctricas en Colombia está entre los 50 y 100 kilómetros de autonomía por cada carga de la batería, algo que podría quedarse corto en una zona rural. 

Entre Mingueo y la Uniguajira de Riohacha, el recorrido que hicieron en la caravana, hay 80 kilómetros. “Logramos ir y volver sin cargar la moto”, asegura Fontalvo. Las motos que se han convertido en el proyecto tienen una autonomía de 160 kilómetros, para ajustarse al tipo de desplazamientos que hacen los habitantes del corregimiento. 

Hacer ese tipo de recorridos, para transportar pasajeros o mercancía, cuesta entre $480.000 y $530.000 pesos colombianos (o US$115 a US$127). A eso se le suman los costos de mantenimiento, como el cambio de aceite y las reparaciones al motor. Según esas cuentas, “en un año se puede estar invirtiendo más de $6.000.000 (US$1447) en la moto”, asegura Fontalvo. Una estimación similar hace Roldán, quien cree que el atractivo de las motos eléctricas está en que se puede compensar la alta inversión inicial “en un lapso de dos a tres años”. 

Aunque esto es algo que aplica para casi todos los vehículos eléctricos, “escalar el modelo de movilidad eléctrica en la región o replicarlo en otras zonas rurales tiene otras consideraciones”, señala Quijano. Por ejemplo, el precio de las tarifas de energía en la costa Caribe, una problemática que ha empeorado en los últimos años y que aún no tiene solución definitiva. 

En el proceso, se desmonta el tanque de gasolina, el escape y el radiador, para ubicar un motor eléctrico, un pequeño computador, la batería y el sistema de carga. Foto: cortesía de Polen

En el proyecto, las motos se están cargando gratis en la electrolinera. Pero, al no contar con más infraestructura de este tipo en la región, si más personas convierten sus motos, tendrían que cargarlas en su casa. Desde Eolo estiman que cada carga de la moto puede costar alrededor de $3.000 (US$0.72). Si se carga una vez al día, el costo de la factura se elevaría $90.000 (US$21.71) mensuales, muy por debajo de los cerca de $500.000 (US$120) que invierten normalmente en gasolina. La diferencia está en el tiempo de carga, que para las de gasolina es casi inmediato, mientras que las eléctricas pueden tardar cinco horas si la batería está totalmente descargada. 

El otro reto está en el costo del mantenimiento y las reparaciones de un motor eléctrico. “Si queremos que esto funcione en las zonas rurales del país, necesitamos pensar en una industria colombiana. Actualmente, casi todo lo que tiene que ver con vehículos eléctricos lo traemos de China a un precio muy alto”, apunta Quijano. Eso implica que es costoso reemplazar partes del motor cuando se dañan o cambiar la batería después de sus años de vida útil. 

A pesar de esto, Fontalvo y Leguía, dos de las personas certificadas para hacer la conversión de las motos, están convencidos de que desde Mingueo pueden liderar la transición hacia la electromovilidad en Dibulla. Desde Polen entregarán un documento con los resultados y aprendizajes del proyecto al Ministerio de Minas y Energía para que este tipo de estrategias se implementen en otras zonas del país. Para Quijano “el país tiene esa capacidad, pero tenemos que solucionar varios problemas en el camino”. 

Compartir:

Facebook
Twitter
Pinterest
LinkedIn

Recibe nuestro boletín semanal

¿Eres periodista? Cada viernes enviamos a nuestra comunidad una lista de oportunidades, becas, recursos y materiales de interés sobre cambio climático y ambiente