En la COP16 de Biodiversidad, desarrollada del 21 de octubre al 1 de noviembre en Colombia, Bolivia no presentó su Estrategia y Plan de Acción Nacional sobre Biodiversidad (NBSAP), un documento clave para cumplir los compromisos del Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal. De los 196 Estados parte, solo 44 entregaron una versión actualizada de su NBSAP.
El director general de Biodiversidad y Áreas Protegidas de Bolivia, Omar Freddy Osco Alanoca, aseguró que el plan está en proceso de finalización y que se espera tener la versión oficial para fin de mes, pero que los objetivos nacionales de biodiversidad, con medidas y acciones para cumplir los 23 objetivos del Marco Mundial de Biodiversidad, se presentaron recientemente.
“Nuestra estrategia se va a culminar a fin de este mes”, afirmó Osco, agregando que el proceso se encuentra a la espera de la resolución ministerial correspondiente. Sin embargo, la falta de un documento tangible durante la COP16 generó incertidumbre respecto a la dirección que Bolivia pretende tomar en términos de conservación y protección de su biodiversidad.
El tema del financiamiento se perfiló como uno de los mayores desafíos en esta COP16. Durante la cumbre, se discutió la creación de un nuevo fondo y la movilización de recursos financieros, pero la falta de quórum en el último día gatilló la suspensión de la conferencia cuando se negociaba este tema.
Osco explicó que “los países desarrollados no querían asumir las responsabilidades que se les otorgaron en Canadá”, en alusión a los acuerdos adoptados en la COP15 de Montreal.
Sin avances en materia de financiamiento, Bolivia y otros países en desarrollo enfrentan un desafío mayúsculo para implementar acciones a favor de la biodiversidad. En respuesta a esta situación, Osco destacó que Bolivia presentó en la cumbre un “programa de permanencia financiera”, el cual busca movilizar recursos para la conservación a través de acuerdos con cooperantes y organizaciones de biodiversidad. Este programa, ya firmado con algunos socios estratégicos, pretende cerrar la brecha de financiamiento estimada en 13 millones de dólares anuales que requiere el Servicio Nacional de Áreas Protegidas (SERNAP) para la gestión efectiva de las áreas protegidas de Bolivia, según Osco.
La meta, según el director, es “que el fondo permita generar mecanismos internos de auto-sostenibilidad para las áreas protegidas y que no dependa exclusivamente de la cooperación externa”.
Osco destacó la propuesta de Bolivia sobre la Economía de la Madre Tierra como un mecanismo de financiamiento para integrar a las comunidades en áreas de biodiversidad y la lucha contra el tráfico de vida silvestre como temas pendientes para la próxima COP17.
Un discurso de 'Vivir bien' que no llega a los territorios indígenas
Durante la COP16, Bolivia se destacó por un discurso centrado en la defensa de la Madre Tierra y la inclusión de los pueblos indígenas, principios fundamentales de su Política Plurinacional para la Biodiversidad (2019-2030).
Diego Pacheco, representante de la delegación boliviana, aseguró el compromiso del país con el “Vivir bien” y con la búsqueda de alternativas al modelo de desarrollo occidental, señalando: “Los Códigos del Vivir Bien rescatan la sabiduría profunda de las culturas ancestrales y pueden proyectar soluciones a las crisis actuales, generadas por el paradigma civilizatorio occidental”.
Sin embargo, el mensaje que Bolivia llevó a la COP16 poco tiene que ver con lo que viven los líderes indígenas en sus territorios. Wilma Mendoza, que acumula ya tres COP de biodiversidad, asiste a estas cumbres internacionales como quien va a ver una función conocida: discursos solemnes, compromisos brillantes y, al final, el silencio.
“Son discursos muy románticos que lanzan fácilmente, pero que no se reflejan en los territorios. Vemos mayor deforestación, incendios incontrolables y un avance sin precedentes de las concesiones mineras”, dice Mendoza.
Mendoza también destacó los obstáculos logísticos y administrativos que enfrentan las organizaciones indígenas para acceder a los fondos internacionales destinados a la conservación. Explicó que, aunque se anunció el órgano subsidiario para fortalecer el trabajo entre Estados, pueblos indígenas y comunidades locales, lo que podría generar avances en términos de acceso a financiamiento, “no hay un mecanismo desde el Estado que permita que esos recursos lleguen directamente a las comunidades, debido a las barreras legales y burocráticas”.
“Actualmente, no existen garantías para acceder a fondos (…) solo cuando haya suficientes fondos disponibles se podrá acceder a ellos. Además, se requiere discutir las condiciones legales y burocráticas para su acceso, lo cual seguramente será abordado en la próxima COP de Biodiversidad”, agregó Mendoza.
La ausencia de un plan de acción de biodiversidad actualizado revela una brecha entre la política exterior ambiental del país y la realidad. Según Mendoza, los compromisos oficiales sobre la “deforestación cero” y la “protección de la biodiversidad” contrastan con la expansión de concesiones mineras y la devastación ambiental que sufre Bolivia.
“Los líderes y lideresas indígenas que estuvimos en Cali para alzar nuestra voz en la COP16 no sabemos qué pasará ahora, cuando volvamos a nuestros territorios”, comenta Juan Bay, presidente de la Nacionalidad Waorani del Ecuador.
“Venir a decir ‘ya no más petróleo’ puede costarnos la vida, y mientras tanto algunos países intentan suavizar el lenguaje de derechos humanos y evitan referencias a los combustibles fósiles. La protección de la selva no es responsabilidad exclusiva de los indígenas; es una tarea global”, agregó.
Avances y desafíos
Luego de 12 días de negociaciones tras arrancar el pasado 21 de octubre, la COP16 de Biodiversidad avanzó con acuerdos clave. Destacó la creación del “Fondo Cali”, cuyo fin es que las empresas que usan secuencias digitales de recursos genéticos aporten parte de sus ganancias a los países en desarrollo. Entre otras cosas, el acuerdo – que es voluntario – establece que el 50% de lo recaudado deberá ser destinado a pueblos indígenas y comunidades locales.
También se aprobó la creación de un órgano subsidiario sobre el artículo 8(j) para pueblos indígenas y comunidades locales. Además, se reconoció la contribución de comunidades afrodescendientes en la protección de la biodiversidad.
Osco, de la delegación boliviana en la COP16, destacó este hito, agregando que se trató de una propuesta apoyada por Bolivia que permitirá a los pueblos indígenas representar sus intereses de forma independiente ante el Convenio sobre la Diversidad Biológica, otorgándoles mayor autonomía para trabajar bajo el artículo 8(j).
“Bolivia es uno de los países más avanzados en el reconocimiento de los derechos indígenas y en la implementación de la autonomía indígena, con áreas protegidas bajo su jurisdicción y justicia indígena equiparada a la ordinaria”, agregó.
De todos modos, la piedra de tope sigue siendo el dinero. Pacheco enfatizó las dificultades financieras y políticas que enfrenta el país: “Es difícil para un país como Bolivia poder anticiparse y decir ‘voy a hacer esto’ sin saber exactamente qué recursos estarán disponibles. No podemos comprometernos si no hay financiamiento asegurado”.