La designación del puerto de Topolobampo como un Polo de Desarrollo para el Bienestar (Podebis) tomó por sorpresa a los habitantes de la bahía de Ohuira, quienes de pronto se dieron cuenta de que su lucha de 12 años contra la instalación de una planta de amoniaco se ampliaba ahora con otros megaproyectos como una planta de metanol azul y verde, otra de hidrógeno verde y una más de licuefacción de gas.
Son proyectos que las autoridades estatales han justificado como un avance en la transición hacia energías limpias, pese a que incluye iniciativas de gas natural, un combustible fósil que atrapa 80 veces más calor en la atmósfera que el CO₂, y cuyo rol como “combustible de transición” ha sido cuestionado.
La multiplicidad de proyectos en un mismo sitio, que además es territorio sagrado indígena y de importancia internacional por su biodiversidad, genera preocupación en las comunidades que ven amenazados su estilo de vida y modos de subsistencia.
Lo que está pasando en Topolobampo, “es algo que se repite en muchos lados del país, un colonialismo verde o colonialismo energético”, explicó Luis Fernando Pérez, miembro de GeoComunes e investigador en el Centro de Estudios Latinoamericanos (CELA) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

La bahía de Ohuira
Como parte del Plan México del Gobierno Federal para el crecimiento económico, el pasado mes de mayo se anunciaron nuevos polos de desarrollo para el bienestar en el país. Y dentro de estos se incluyó a Topolobampo, en la bahía de Ohuira.
Este humedal y su riqueza ha sido cuidada desde siglos atrás por personas de la cultura mayo-yoreme, quienes mantienen hoy un movimiento por la conservación y reparación de la bahía.
Además de territorio sagrado, para los mayo-yoreme de comunidades como Ohuira, Paredones y Lázaro Cárdenas, este ecosistema representa su sustento y modo de vida. Su actividad principal es la pesca y temen que los numerosos proyectos que buscan instalarse la afecten.
Reconocida internacionalmente por su biodiversidad por la Convención Ramsar, está bahía es hábitat de aves migratorias, zona de crianza de camarón y sitio de alimentación de delfines; además de poseer amplias áreas de manglar y otras especies protegidas por las leyes mexicanas. Pero todo esto está en riesgo, ante la avenida de los diversos megaproyectos, reflexiona Sonia Espinosa Lara, mujer yoreme y habitante de Lázaro Cárdenas.
“Mucho mucho nos va a perjudicar, principalmente en el sustento de nosotros. Nosotros vivimos del mar. Entonces, si nos matan todo lo que tenemos en el mar, ¿de qué vamos a vivir? Porque nos dicen que van a dar trabajo. A nosotros jamás nos van a dar un trabajo, al contrario, nos va a correr de aquí”, lamentó Sonia.

¿Polo de transición energética?
Tras el anuncio de los Polos de Desarrollo, el gobernador de Sinaloa celebró la atención puesta sobre Topolobampo y enumeró 7 proyectos en la región que, en conjunto, sumarían más de 13 mil millones de dólares de inversión y generarían más de 30 mil empleos.
Uno de estos proyectos es una planta de amoniaco de Gas y Petroquímica de Occidente (GPO), financiada por capital alemán, la cual ya se encuentra en construcción.
Los demás son Tango Solar, una planta de hidrógeno a partir de energía solar de capital español, que recién recibió resolutivo a favor; Pacífico Mexinol, una planta de metanol azul y verde con manifestación de impacto aprobada, pero condicionada a realizar una consulta indígena; y Vista Pacífico, planta de licuefacción de gas en espera de resolutivo. Estos dos últimos proyectos son de capital estadounidense.
Respecto a estos, el gobernador ha asegurado que se tratan de proyectos con un sello verde que ayudarán a la transición energética del país. “Nada más que 3.300 millones de dólares que van a poner para la producción de combustible de transición, es decir, pasar del combustible fósil, al combustible verde, que es un combustible que se produce a partir del gas natural, y que su uso garantiza cero emisiones contaminantes, por eso es un combustible de transición no contaminante”, dijo en julio pasado, luego de la firma de convenios para el arranque del proyecto Pacifico Mexinol.
Sin embargo, la afirmación del gobernador resulta engañosa al catalogar de “verde” el metanol producido a partir de gas natural o fósil, cuyo rol en la transición energética es controvertido. Si bien algunos gobiernos y sectores los promocionan como un combustible “de transición”, al generar menos emisiones que el petróleo o el carbón; sigue emitiendo gases de efecto invernadero. El metano – el principal componente del gas- ha contribuido en aproximadamente dos tercios más al calentamiento global actual que el dióxido de carbono, según el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC).
De todos modos, las autoridades buscan hacer más atractiva la oferta de instalarse en Topolobampo, ofreciendo incentivos fiscales como deducción del 100% en bienes nuevos de activo fijo y del 25% en gastos de capacitación e innovación.
Como parte de GeoComunes, el geógrafo Luis Fernando Pérez investiga sobre megaproyectos para informar a las comunidades y fortalecer su autodeterminación sobre su territorio. Y tras recorrer la bahía de Ohuira señaló que, más que una transición energética, estos proyectos son una nueva forma de división internacional del trabajo, donde a Topolobampo le tocaría proveer al mundo de amoniaco, metanol y gas licuado a costa de la salud de los ecosistemas y comunidades locales.
“Hay un un conjunto de proyectos que apuntan a ciertos territorios vistos como zonas de sacrificio donde se dice: ‘Bueno, aquí, en este país o en esta zona tienen o infraestructuras o subsidios o recursos que permitirán generar el amoniaco, el metanol, el hidrógeno’ que en su gran mayoría es para exportar. Y los daños se quedarán en estos territorios”, explicó.

Los riesgos del desarrollo
En suma, según sus manifestaciones de impacto ambiental, los proyectos de GPO, Mexinol, Vista Pacífico y DH2 Energy declaran un total de 298 impactos ambientales negativos en el área de la bahía de Ohuira y la zona aledaña de El Fuerte, donde se busca instalar DH2 Energy.
Los principales son la reducción de la calidad de factores abióticos como el aire y el agua debido a las emisiones de gases de combustión y partículas, así como la descarga de efluentes con sustancias como amoniaco o el incremento de temperatura y salinidad, la resuspensión de sedimentos durante el dragado, o la contaminación por grasas, aceites y residuos.
La flora y fauna también sufrirían afectaciones, principalmente por la remoción de cobertura vegetal y la destrucción de hábitats, lo que puede llevar a la disminución de la diversidad de especies y sitios de alimentación. En el caso de los mamíferos marinos como delfines y ballenas, se incrementaría el riesgo de mortalidad por colisiones o atropellos; mientras que especies importantes para la pesca, que se reproducen en la bahía, sufrirían la modificación de su entorno.
Además, todos los proyectos implican la generación de residuos peligrosos y de manejo especial a un ritmo de 3,600 toneladas anuales, entre los que se encuentran baterías de ion de litio, hidróxidos de potasio, bisulfito sódico, catalizadores de paladio, nitrógeno, metales pesados y plaguicidas.
Los impactos positivos de los proyectos suman 110, siendo los principales la generación de empleo e incremento del poder adquisitivo. El proyecto de DH2 Energy para producir hidrógeno verde a partir de energía solar también señala la “diversificación de la matriz energética libre de emisiones para la producción de vectores energéticos”, como un impacto beneficioso.
Esto es algo que el resto de los proyectos energéticos analizados no pueden afirmar, pues tanto Vista Pacífico (gas natural licuado), GPO (amoniaco) y Pacífico Mexinol (metanol) producirán emisiones de gases efecto invernadero (GEI) a la atmósfera.
En total, estos tres proyectos generarán alrededor de 1.6 Millones de Toneladas Por Año (MTPA) de CO₂ a la atmósfera, el equivalente a las emisiones de alrededor de 350 mil coches o de casi 550 mil mexicanos en un año. Para capturar este nivel de emisiones se requerirían 7 millones de árboles durante 10 años absorbiendo cada uno 22 kilogramos de CO₂ anualmente.
Los proyectos abarcarían 2,358 hectáreas, pero sus operaciones tendrían influencia sobre más de 414 mil (suma de los Sistemas Ambientales Regionales) y tres áreas de importancia ambiental como son la Ruta Migratoria para las aves Ruta de la Costa del Pacífico, la Región terrestre prioritaria 22 Marismas Topolobampo-Caimanero, la Región Hidrológica Prioritaria No. 19 Bahía de Ohuira- Ensenada del Pabellón, y el sitio RAMSAR Lagunas de Santa María-Topolobampo-Ohuira. En estas habitan 47 especies de flora y fauna bajo algún nivel de protección bajo la NOM-059-SEMARNAT-2010, la UICN y la CITES.
La población en el área de influencia de los proyectos superaría las 374 mil personas en 181 localidades de Ahome, El Fuerte, Guasave y Sinaloa. 36 de estas localidades son indígenas, y algunas de ellas (Paredores, Ohuira, Lázaro Cárdenas) mantienen una lucha social y legal en contra de la instalación de los megaproyectos.
Todo inició con el gas

Lo que hoy sucede en Topolobampo tiene su origen en la llegada del gas fósil a Sinaloa, indicó German Rivera, director ejecutivo del Center for Investment Trade (CIT Sinaloa) y secretario técnico del Comité Promotor de Inversiones del Polo de Desarrollo para el Bienestar de Topolobampo.
Desde el CIT Sinaloa, oficina dependiente del Consejo para el Desarrollo Económico de Sinaloa (CODESIN), Rivera ha sido el principal promotor de la llegada de nuevas inversiones al estado. Y desde hace más de 15 años, el Codesin se planteó la necesidad de contar con gas natural para la atracción de proyectos industriales. Para esto, desde el organismo se hizo un estudio de pertinencia preguntándose ¿Qué se puede hacer con el gas?, en este caso gas seco o metano. “Era muy claro: Por un lado el metanol y por otro lado el amoniaco”, contó.
Además de gas y el puerto, en Topolobampo también hay un aeropuerto cercano y conectividad por tierra en ampliación, con la construcción de la carretera Topolobampo-Choix-Chihuahua, que conectará al puerto con la frontera de Estados Unidos. “Todos elementos hacen que Topolobampo sea atractivo para la llegada de las inversiones y, en este caso, las grandes inversiones en el sector químico como GPO y después Mexinol. Y se desarrollan nuevos proyectos como DH2 Energy, como la terminal de combustibles de Sempra”, explicó.
Además de destinarse a la exportación mediante el proyecto Vista Pacífico, las plantas de generación eléctrica de ciclo combinado, Topolobampo II y Topolobampo III ya usan gas natural como insumo, ejemplificó. Otras industrias que ya usan gas son Harimasa, Café Marino o PINSA, una de las mayores empresas pesqueras de México y la productora de la marca de atún Dolores, líder en el mercado nacional.
El metanol, el amoníaco y el hidrógeno servirán para atender a otras industrias, principalmente extranjeras. Pero también se les podría dar uso como combustible en el sector marítimo. Para esto, el Codesin ya promovió la firma de un memorando de entendimiento entre los puertos de Long Beach, en California, y los de Topolobampo y Mazatlán, en la costa mexicana del océano Pacífico.
Este puerto busca que, para el 2030, sus operaciones no generen emisiones de GEI, y Codesin cree que el proyecto de hidrógeno a partir de energía solar de DH2 Energy puede ofrecer ese combustible cero emisiones. La disponibilidad de hidrógeno también permitirá producir amoniaco y metanol verdes.
Incluso, la Secretaría de Marina mexicana (Semar) prepara un Plan de Acción Nacional para la Descarbonización Marítima como parte del Proyecto Green Voyage 2050. “Esto va a tomar mucho vuelo en los próximos años. El primer sector para la descarbonización con combustible sintético es el marítimo”, aseguró el promotor del Polo de Bienestar.
¿Justicia o transición, o justicia y transición?
Ya sea con gas fósil, energía eólica o fotovoltaica, Luis Fernando Pérez observa en la bahía de Ohuira un reflejo de cómo “países o empresas generan la idea de transformación energética con el único sentido de abrir espacios firmes para la acumulación de riqueza”.
El geógrafo advierte que no se refiere a que una transición energética no sea necesaria, sino más bien a que en territorios como Ohuira se promueve una versión “corporativa” de está transición que encarna procesos violentos en ecosistemas y comunidades. Con estos modelos, “lo único que va a pasar es que se profundizarán todas estas relaciones de dependencia con explotación y con sacrificio de territorios”, advirtió.

El punto, propone, es buscar modelos de transición pensados no a partir de las fuentes, sino de los usos y demanda de la energía. “Y no necesariamente una falta de planeación que pone todos los recursos energéticos a disposición de un proceso de acumulación. En el caso mexicano, digamos, dependiente de las exportaciones”, sostuvo.
Karla Cedano, jefa del Laboratorio de Innovación y Futuros del Instituto de Energías Renovables de la UNAM, indicó que una transición energética justa requiere tomar en cuenta impactos tanto positivos como negativos, y “buscar que la gente más vulnerada ya deje de ser la que paga el plato más caro”.
En este sentido, la experta en energías renovables reconoció que en los proyectos de transición energética la lógica económica no siempre es la mejor, pero la de la prosperidad sí lo es. Y está prosperidad, añade, tiene que ver con que las comunidades en donde se busca instalar los proyectos tengan mejores alternativas de vida, sobre todo para grupos como las mujeres, infancias, adultos mayores y personas con discapacidad.
En cuanto a los estudios previos, como los de impacto social y ambiental, esto significa incluir a personas especialistas en ciencias sociales, antropología, sociología o políticas públicas, “trabajando en territorio para construir sociedades energéticas comunitarias sustentables y justas”.
“Tienen que ser hechos con técnicas más participativas y más holísticas. Creo que ahí es donde está el acento de las cosas… deberíamos tener una corresponsabilidad con las comunidades donde se arman estos proyectos”, anotó. Esto podría abrir la posibilidad de transformar y ampliar las vocaciones productivas de las comunidades, pero de manera participativa.
En el caso de Ohuira, por ejemplo, podría impulsarse que haya una cadena fría para la pesca potenciada por energía renovable. “Que la propia comunidad se transforme para incorporar otras formas de gestión energética porque entonces tienes una población sensible al tema en donde todos pueden ver beneficios sociales, ambientales o económicos”.
Nuevo impulso a la lucha

Recientemente, el movimiento de resistencia de los pueblos ha tomado un nuevo impulso con la atención tanto de funcionarios federales como de activistas y organizaciones de defensa ambiental.
En agosto pasado, una delegación de funcionarios de la Semarnat y de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) recorrieron la zona a solicitud de los pueblos mayo-yoreme. La intención era mostrarles la invasión de zona de manglar que la empresa GPO hizo en la Zona Federal Marítimo Terrestre (Zofemtat) en la bahía.
Días después fue el turno de los activistas de Conexiones Climáticas y Geocomunes, quienes durante un fin de semana recorrieron el puerto, visitaron la universidad indígena y se reunieron con las comunidades que habitan alrededor de la bahía para hablarles sobre los planes que se hacen para sus territorios.
Al finalizar la última asamblea de este recorrido, en el campo pesquero de Paredones, el gobernador tradicional y activista contra los megaproyectos en la bahía, Felipe Montaño, planteó a los presentes el tomar acuerdos para algunas acciones, como llevar la manifestación a la Ciudad de México, cuestionar al banco público alemán KfW que financia la planta de amoniaco de GPO, entre otros. En el caso de Mexinol, seguirán buscando que este realice las consultas indígenas a las que se condicionó la aprobación de su MIA.
“A todos los que estamos aquí presentes y a todos aquellos que en su momento empezamos está lucha y seguimos aquí, hay que tomar vuelo. Ya son 10 años. Está lucha me agarró a los 40 años, ya cumplí 50. Pero aguantamos firmes porque primeramente es el pueblo”, invitó.