La carbono neutralidad: qué es y cómo se come

El cambio climático impone modificaciones en la manera en que se produce y consume. Por lo mismo, en el camino aparecen nuevos términos y consignas que habría que seguir al pie de la letra. Pero no siempre resulta fácil comprenderlas y, mucho menos, aplicarlas. Así sucede con la carbono neutralidad, un concepto que abunda en promesas de gobiernos y empresas para enfrentar la actual crisis climática.

Una promesa de un gobierno por aquí, de una empresa por allá. Todas hablan de la carbono neutralidad en algún plazo de tiempo, 2035, 2040, 2050, la vuelta de la esquina, en la lucha contra la crisis climática. Pero, ¿qué es exactamente la carbono neutralidad y cómo se cocina en la olla donde hierve el guiso del calentamiento global? ¿Alcanzará para superar la crisis? Aquí, una pequeña guía para no distraerse en un campo donde hay muchos teros que gritan en un lado y ponen los huevos en otro.

¿Cuál es la definición de carbono neutralidad?

La carbono neutralidad implica que una actividad o un sector específico, o incluso un país entero, emita a la atmósfera la misma cantidad de gases de efecto invernadero (medido en unidades de dióxido de carbono equivalentes) que las que de algún modo puede atrapar. 

Por ejemplo, si hubiera un campo que tuviera determinada cantidad de vacas –emisoras de metano, el segundo gas de efecto invernadero en importancia- pero a la vez en el mismo predio hubiera bosques, se podría decir que ese predio es neutro en carbono. 

Los bosques, junto con los océanos, son los principales sumideros de carbono, es decir, lugares que absorben de manera natural el dióxido de carbono existente en la atmósfera. De hecho, un tipo de actividad llamada silvo-pastoril es propiciada por algunas agencias de la ONU (y hay algún caso como veremos más abajo). 

Otro ejemplo sería el de una fábrica o unidad productiva que no tuviera emisiones en su ciclo de transformar insumos en productos (por eso es una cuestión emparentada con la economía circular, aunque no es estrictamente lo mismo).

Los bosques, junto con los océanos, son grandes sumideros de carbono. Foto: Diego Bravo Gómez

¿Con qué puede confundirse?

Es posible que se confunda la carbono neutralidad con la emisión cero, que son parecidos, pero no lo mismo. Emisión cero refiere a cuando un sector o empresa se las ha arreglado para no emitir siquiera un gramo de gases contaminantes para la atmósfera, sin referencias a la captación en su proceso. Es hacia allí donde debe tender lo más posible toda actividad humana.

Es más, según el Acuerdo de París (firmado en Francia en 2015), se debe alcanzar en 2050 la emisión neta cero (emisiones menos captura). Algo que por ahora es apenas un papel porque incluso los compromisos en este sentido tomados por los países bajo el mismo paraguas parisino –las celebérrimas Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés)- llevan por el contrario a un aumento del 14% en las emisiones hacia 2030 respecto de los niveles de 2010. 

¿Qué casos ya se conocen de carbono neutralidad?

Aunque hasta ahora hay más anuncios que realidades –una constante en la lucha contra el cambio climático, por otra parte-, es remarcable que una serie importante de empresas y países han delineado una senda para lograrla, y por eso cada vez suena más en los medios de comunicación y hasta en las publicidades de ciertos productos. 

Si bien algunos expertos mencionan que muchos de los anuncios no son auditables (otro problema habitual en estos temas: la transparencia y la correcta contabilidad de las acciones), hay numerosos ejemplos. Sin ser exhaustivos (y con foco en los casos emblemáticos):

Unión Europea

Para los 27 países de la región es ley -desde su aprobación en 2021- la carbono neutralidad para 2050; en ese camino, las emisiones deberán reducirse en un 55% para 2030 respecto de 1990. Agricultura y transporte –por ejemplo, con la prohibición de autos a nafta/gasolina para 2035- son las áreas donde se buscará lograrlo a través de más eficiencia en los procesos y en la producción de energía.

Estados Unidos

El presidente Joseph Biden anunció el año pasado que la intención es ser carbono neutral para 2050 y llevó con éxito al parlamento una ley con inversiones del orden de los miles de millones de dólares para el cambio en la matriz productiva y de generación de energía.

China

La fecha que puso el gobierno local para lograrlo es 2060; interesantemente, también mostró un compromiso para no construir centrales de energías sucias (como carbón) fuera de sus fronteras, ya que China ha invertido fuertemente en este sentido, en África sobre todo, y también en América Latina y otros países de Asia. Lo curioso es que el partido que gobierna el país estima que las emisiones seguirán al alza hasta 2030 antes de empezar a declinar.

Una nota bene antes de pasar a algunos pocos ejemplos de las empresas (hay decenas y decenas): estos compromisos declamados por los países tienen una fragilidad geopolítica fácil de advertir.

Cuando tras la incursión de Rusia en territorio ucraniano sobrevino una guerra suave con sanciones hacia el invasor y posteriormente el corte del gas asiático que solía calentar a Europa occidental, estos mismos países se vieron obligados a apelar al recurso de la energía sucia (vale decir, centrales de carbón) para calentar a su población y hacer mover sus industrias.

Se diría que lo más urgente, lo urgentísimo, tapa a lo urgente, si no fuera casi un lugar común.

Empresas

La empresa PwC dedicada a la consultoría y a los seguros que opera en 157 países se comprometió a “descarbonizar” sus operaciones y su cadena de abastecimiento para 2030, lo que incluye “apoyar a sus clientes a reducir emisiones”; según la misma compañía, el 85% de su huella de carbono proviene de los vuelos, que buscan reducir al 50% hacia el final de la tercera década del siglo. 

En tanto, Microsoft promete ir más lejos y ser “carbono negativo” hacia 2030. Incluso la Copa Mundial de fútbol de Qatar 2022 se publicita como carbono neutral, pese a requerir el uso de aires acondicionados inclusive dentro de los mismos estadios donde se disputan los partidos dada la zona tórrida del mundo que es sede.

Además, por poner un ejemplo pequeño pero significativo, según una nota del sitio Diálogo Chino, una empresa ganadera uruguaya llamada Mosaica desde diciembre de 2021 produce y exporta carne vacuna carbono neutral y tienen el sello carbono neutral “Cradle to gate” de la alianza LSQA. 

En todo este berenjenal de anuncios y para poder separar la paja del trigo, la iniciativa Corporate Climate Responsibility Monitor diseñó un esquema para definir cuán adecuadas a la realidad son estas promesas en términos de transparencia e integridad. En distintos de estos informes elaborados por el New Climate Institute y  el Carbon Market Watch se puede ver el exceso entre lo proclamado y la realidad de las principales 25 compañías del mundo.

¿Existe la posibilidad de que haya lavado de imagen (greenwashing)?

Precisamente a eso refiere el último párrafo de la respuesta anterior. Sí; y de hecho, ya se advierte sobre un exceso de anuncios y poca acción. Como en el caso de los compromisos de reducción que los países llevaron a París 2015 (las NDC), anunciar es fácil, llevar a cabo y verificar que no se trata de una falsedad (parcial o total), es mucho más complicado.

Lo positivo: el hecho de que se vean obligados a trabajar en este punto quizá indique un cierto vuelco en la opinión pública respecto de cuán imperioso es trabajar sobre los daños al clima.

¿Existen otros estudios comparados?

Sí. En septiembre pasado en Nueva York, el Climate Action Tracker llevó a cabo una presentación virtual dentro de la Semana del Clima precisamente titulada “¿Cuál sería un buen diseño de objetivo y cómo actúan los países en comparación?” en donde se detalla la situación.

Entre otros resultados, informó que ya hay 140 países que anunciaron -o anunciaron que van a anunciar- balance cero de emisiones, con una cobertura del 90% del total de emisiones. Un año y cuatro meses antes, eran diez países menos y el 70% de las emisiones.

El último gran jugador en sumarse fue la India, en noviembre de 2021. Y agregó que “incluso países con una pobre historia en la lucha contra el cambio climático, como Australia, Rusia, Arabia Saudita, Turquía y Emiratos Árabes Unidos se sintieron obligados a generar un compromiso”.  

¿Qué tienen que ver los bonos de carbono con la carbono neutralidad?

Una de las cosas que paradójicamente pueden hacer peligrar el esfuerzo global para reducir emisiones es la aplicación de los bonos de carbono para algunos sectores. El mecanismo es que los “ahorros” en la emisión pueden computarse y trasladarse a otros sectores e industrias que pueden comprar tal ahorro en forma de bono para dispensarse de reducir emisiones (porque de algún modo otro lo hace por ellos). 

Existe todo un mercado de bonos de carbono, algunos regulados por esquemas nacionales y regionales, y otros en el llamado esquema voluntario. “La mayor parte de los créditos de carbono provienen de proyectos de manejo forestal y energías renovables y actualmente tiene un gran problema de transparencia y de calidad de los créditos”, precisó un informe de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), que agregó que hay una “gran incertidumbre y debate respecto a cómo se va a ajustar a la arquitectura del Acuerdo de París”.

¿Cuáles son los riesgos asociados a los bonos de carbono?

Según Catalina Gonda, co-coordinadora de política climática de FARN, “dado el bajo precio de los créditos, existe el riesgo de que el comprador no lleve adelante o retrase sus propios esfuerzos de mitigación”. 

Además, agrega que es complicado saber cómo actúan estos créditos sobre el sistema climático: “Es difícil asegurar que un crédito de carbono realmente representa una tonelada de dióxido de carbono reducida o secuestrada de forma adicional y la permanencia de esas reducciones”. Por eso, se remarca el riesgo de que la ambigüedad de estos compromisos y los mercados de carbono terminen siendo contraproducentes, legitimen la continuidad y expansión de actividades contaminantes y retrasen la acción necesaria para poder alcanzar los objetivos del Acuerdo de París. 

En particular es peligrosa la doble contabilidad: que por ejemplo un país y una empresa cuenten una cierta reducción.

¿Qué sectores tendrán más difícil llegar a la carbono neutralidad?

La producción energética, la construcción, la producción agrícola-ganadera y el transporte, sobre todo el aéreo. Si bien cada uno tiene su particularidad, las dificultades radican desde el punto de vista conceptual en la falta de alternativas sustentables y/o su existencia marginal y con un costo de inversión en ocasiones alto (aunque están en camino de hacerse, como en renovables).

La producción de alimentos podría hacerse de una mejor manera, y también hay desarrollos en ese sentido, pero para la construcción (la producción de cemento es un gran emisor) y para la aviación hacen falta cambios e innovaciones radicales. 

Foto: Daniel Quiceno / Unsplash

¿Cuál es la situación de los países latinoamericanos?

Según el mismo informe de Climate Action Tracker antes citado, los países de la región tienen un comportamiento desparejo en este sentido. Mientras Chile, Colombia y Costa Rica están en la cima de una especie de tabla de posiciones con objetivos “aceptables” y a la par de la Unión Europea, el Reino Unido y Vietnam, Argentina, Brasil y Perú han presentado información incompleta y México directamente figura como “sin objetivos”. De ellos, sólo Colombia tiene tildada la casilla de “claridad y justicia en su objetivo”. 

Final pesimista: si se cumpliera el objetivo de emisiones cero para 2050, ¿se revertiría el calentamiento global?

Ni aun así. Uno de los problemas que remarcan los expertos en cambio climático es la inercia del sistema climático mundial, de modo que incluso si mágicamente se dejara de sumar gases de efecto invernadero de un día para el otro, el problema continuaría por varias décadas (sí, décadas). Entre otros, lo menciona el profesor de Harvard Wake Smith en su libro Pandora´s toolbox y por supuesto los informes del IPCC.

Por eso también el sector ingenieril que busca una solución tecnológica al problema señala que sí o sí habrá que generar sumideros artificiales de los gases de efecto invernadero o, dicho de otro modo, captar este exceso de dióxido de carbono inédito para la Tierra en millones de años (antes de la aparición del Homo sapiens). Pero esa es otra discusión, que promete ser álgida en los próximos años.

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