Hace algunas semanas, la empresa canadiense Auxico Resources, que se dedica a la producción de minerales críticos y metales de alto valor (fundamentales para la transición energética), hizo un anuncio sorprendente. A través de su página web, y de varios medios de comunicación especializados, informó que la autoridad ambiental regional de la Orinoquía colombiana, Corporinoquía, había otorgado a “su proyecto Minastyc” la licencia ambiental para la explotación de unos minerales conocidos como “tierras raras”.
Con este permiso, la compañía canadiense se convertía en la primera empresa habilitada para extraer, legalmente, estos minerales en Colombia.
Sus hallazgos en el subsuelo colombiano, sumados a otros proyectos que tiene en Latinoamérica y África, aseguraron, les garantizarían el acceso a los mayores depósitos de minerales críticos fuera de China. Un anuncio que no podía pasar desapercibido, ya que el país asiático ha asegurado su monopolio desde la década de los 90, consolidándose como el mayor productor y procesador de tierras raras en el mundo, acaparando el 70 % de su extracción y el 90 % de la refinería.
Y aunque los minerales conocidos como “tierras raras” suenan menos familiares que otros como el cobre o el oro, lo cierto es que están en innumerables productos que utilizamos en el día a día: las baterías recargables, los equipos electrónicos, los cables de fibra óptica, los celulares y hasta los jets. También se usan en sistemas de defensa (armas) y de telecomunicaciones. En palabras sencillas, son un grupo de 17 elementos que tienen propiedades geoquímicas similares y que, generalmente, se encuentran juntos en las formaciones geológicas.
A pesar de su nombre, estos elementos son relativamente abundantes en la corteza terrestre. La “rareza” es encontrar yacimientos de “utilidad comercial”, es decir, que ameriten una inversión económica y cuya extracción y refinamiento (pues son muy difíciles de separar) sea rentable; como el que asegura tener la empresa canadiense en el proyecto Minastyc, en Colombia, donde proyecta extraer un millón de toneladas métricas en 17 años.
Las tierras raras corresponden a 17 elementos con propiedades geoquímicas similares que generalmente se encuentran juntos en las formaciones geológicas. Son comunes, pero su “rareza” consiste en encontrar yacimientos de utilidad comercial .
Fundada en 2014 en Montreal, Auxico Resources Inc. se ha dedicado a la adquisición, exploración y desarrollo de proyectos mineros en México, Brasil, Colombia, Bolivia y la República Democrática del Congo. Ahora, con el proyecto en Vichada, que se encuentra a solo 15 kilómetros de la capital, Puerto Carreño, espera ubicarse en el top tres de las mineras de tierras raras más grandes del mundo.
“De acuerdo con nuestros geólogos, Carreño se puede convertir en una potencia minera de estos minerales. En este momento se estaría posicionando como el tercero en el mundo”, aseguró Harold Barbosa, vicepresidente de Auxico para Latinoamérica, el pasado 22 de septiembre ante la Asamblea Departamental de Vichada.
Sin embargo, los títulos y permisos ambientales de la mina, el relacionamiento con comunidades indígenas aledañas y el territorio en el que planea instalarse deja, todavía, varias preguntas.
El proyecto Minastyc
En los papeles, el proyecto minero parece un gran éxito. Anualmente, podría generar una ganancia de 220 millones de dólares, pues -asegura la empresa en un comunicado– cuenta con uno de los mayores grados de tierras raras pesadas a nivel mundial. El geólogo que exploró los dos predios que planea adquirir la minera en Colombia aseguró que el valor de lo que se tiene allí equivale entre 10 y 20 veces al valor de un depósito de oro de alto grado. Un salvavidas para Auxico, que, al menos desde 2019, no ha tenido un flujo de caja positivo. Es decir, no ha recibido más de lo que ha invertido.
Hace solo algunos años, las 189,7 hectáreas que hoy conforman Minastyc, hacían parte de una Reserva Natural de la Sociedad Civil llamada Agua Linda, que en total sumaba 1.294 hectáreas, pero que en 2009 pidió ser retirada. Hoy la empresa canadiense también planea comprar el predio Agua Linda.
Minastyc (y Agua Linda) se encuentran en el corazón de un área clave para la conservación. A un lado, colindan con la Reserva Natural Bojonawi, un refugio de biodiversidad que ha servido por décadas de laboratorio vivo para científicos e institutos de investigación del país, donde se han identificado más de 1.500 especies de animales y se ha consolidado un corredor biológico entre el río, las galerías, el bosque y la sabana inundable. Por otro lado, colinda con el Resguardo Indígena Guacamayas – Maiporé, compuesto por tres comunidades del pueblo Amorua. Al frente se encuentra el gran río Orinoco, que, por ese tramo, también funge como frontera con Venezuela.
Aunque la empresa ha anunciado en reiteradas ocasiones que los derechos mineros y la superficie de la propiedad Minastyc le pertenecen en su totalidad, en los papeles el camino aún está lejos. Los títulos y los permisos que figuran ante las autoridades mineras y ambientales están a nombre de otra persona: Clímaco Silvestre Unda Barrios, un ciudadano colombiano a quien, según documentos de Axuico, la empresa le compró los derechos de posesión de la tierra por 60 años a un valor de COP $ 750 millones (un poco más de USD $ 182.000).
Aunque la empresa le aseguró a este medio que el traspaso de los títulos y la propiedad está “siendo finalizado” ante las autoridades competentes, la historia es otra.
“A pesar de que en el documento técnico de Estudio de Impacto Ambiental, presentado por el solicitante (Unda Barros) se halla el logo de la empresa Auxico Resources Canada Inc., no se evidencia ningún documento legal allegado a esta Autoridad Ambiental que demuestre que existe algún tipo de contrato de obra o documento, relacionado con la propiedad del proyecto a dicha empresa, toda vez que la totalidad del trámite fue solicitado por el Señor Clímaco Silvestre Unda Barrios”, respondió Corporinoquía a una solicitud de información del diario local El Morichal.
Pese a que Auxico ha asegurado que estaría “sujeta a doble penalización en caso de que incurriéramos en algún tipo de violación, pues tendríamos que responder a las leyes colombianas y a las leyes canadienses”, Corporinoquía explicó a este medio que, mientras la licencia ambiental esté a nombre del ciudadano colombiano, “las obligaciones frente a la Corporación las tiene él. Y ante un eventual proceso sancionatorio, sería el señor Unda Barrios quien tendría que responder, y no la empresa”.
Tanto Corporinoquía como la Autoridad Nacional Minera (ANM) confirmaron a este medio que, hasta el momento, no existe ninguna solicitud para la sucesión de los títulos o los permisos de extracción en Minastyc. “Auxico no ostenta la calidad de titular minero, ni se encuentra en el RUCOM como comercializador autorizado, ni tiene solicitud minera alguna. Tampoco tiene en este momento a nombre de ellos ningún título minero en Colombia”, aseguraron fuentes de la ANM a este diario.
Más allá de los papeles, hay otras inquietudes sobre las labores a realizarse en el área del proyecto, y las posibilidades de extraer la cantidad de minerales que propone la empresa. Auxico asegura tener acceso a un millón de toneladas métricas de tierras raras y otros minerales en Vichada. Sin embargo, la licencia que entregó Corporinoquía, que es producto de una formalización minera de Unda Barrios, es temporal, por dos años, y establece un límite de 50.000 toneladas anuales, al menos hasta que se apruebe una licencia global o definitiva.
Más allá de los papeles, hay otras inquietudes sobre las labores a realizarse en el área del proyecto, y las posibilidades de extraer la cantidad de minerales que propone la empresa.
Pero hay algo más. “Pese a que el polígono minero en proceso de legalización presenta una extensión de 189,7 hectáreas, la zona del polígono de explotación autorizado por esta Corporación tiene una extensión en área de 3,94 hectáreas”, indicó la autoridad ambiental a El Espectador. Además, aclaró que la extracción que está autorizada sería, únicamente, “mediante arranque manual, con el uso de herramientas convencionales como pica, pala, barra, etc.”.
Lo anterior no coincide con lo que la empresa ha anunciado en su Plan de Obras y Trabajos (POT), ni en sus reiterados comunicados. El pasado 12 de abril, por ejemplo, Auxico afirmó en un comunicado que “la aprobación del Estudio de Impacto Ambiental es un hito clave para permitir que la compañía mueva equipos al sitio, incluida la maquinaria pesada para el muestreo en masa y una instalación de procesamiento”. En su POT también establece que “la explotación del material se realizará mecanizado, con el uso de retroexcavadoras”.
“Hace unos años vino un geólogo boliviano a apoyar los trabajos de exploración”, cuenta un habitante de la zona que trabajó y vivió durante nueve meses en el campamento minero de Minastyc. “Yo le pregunté si este trabajo tenía algún sentido, porque en esos nueve meses hicimos huecos de un metro por un metro, cada 40 metros, y yo solo vi pura tierra. Sacamos 2.700 kilos de tierra”, afirma. “Él me dijo que sí, que aquí había minerales raros, pero que a punta de pico y pala nunca los iban a sacar”.
Tensión en las comunidades indígenas cercanas al proyecto
La primera vez que los miembros de la comunidad de Morrocoy, que hace parte del Resguardo Indígena Guacamayas-Maiporé, escucharon hablar de minería en su territorio, se encontraban en una reunión de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC). Al entrar, los vecinos de resguardos aledaños les cuestionaron, frente de toda la audiencia, que hubieran dado su territorio para la explotación de minerales. “Era la primera vez que escuchábamos de minería en nuestro resguardo, y no entendíamos qué estaba pasando”, asegura una lideresa de la comunidad.
Guacamayas – Maipore es un resguardo en el que habitan tres comunidades del pueblo Amorua. Morrocoy, Caño Verde y Warrawanae. Dos de ellas aseguran que nunca se reunieron con Auxico ni tenían conocimiento del proyecto.
La empresa, que afirma estar “comprometida a garantizar una comunicación continua y mantener una relación positiva con las comunidades indígenas, discutiendo todos los aspectos relevantes para las comunidades en Colombia”, había firmado un Memorando de Entendimiento con otra empresa colombiana, llamada Minampro Asociados S.A.S.
Minampro tenía la licencia para vender, comprar y exportar arenas industriales que contienen varios metales, incluidos el tantalio y el niobio, componentes principales del coltán; y, además, aseguraba tener un “acuerdo exclusivo” con el Resguardo Guacamayas – Maipore, de compra de arenas industriales y minerales, producto de un permiso de extracción tradicional indígena que tiene este resguardo.
El documento entre Minampro y el Resguardo Guacamayas – Maipore está firmado por el entonces cabildo gobernador, que es también quien figura con el título minero indígena. Aunque ya dejó de ser la mayor autoridad, sus acuerdos, que no fueron conocidos por la totalidad del resguardo, hoy dejan rezagos. “Esto ha dividido y enfrentado a las comunidades. Está generando un conflicto entre nosotros, entre los que sí quieren la minería y los que creen que puede afectar el territorio”, asegura otro líder indígena de la zona.
“Esto ha dividido y enfrentado a las comunidades. Está generando un conflicto entre nosotros, entre los que sí quieren la minería y los que creen que puede afectar el territorio”.
Actualmente, Auxico asegura que, desde julio del 2022, no tiene ninguna relación comercial con la empresa Minampro Asociados S.A.S.
En septiembre de 2022, la gerencia de Auxico se reunió con representantes de la comunidad de Warrawanae. “El propósito de la reunión fue discutir diferentes aspectos de las actividades empresariales que potencialmente se desarrollarían dentro de los territorios habitados por las comunidades indígenas o en sus alrededores”, indicaron a este medio. Pero la única vez que las comunidades de Morrocoy o Caño Verde fueron invitadas a alguna conversación, les dijeron que era para que a “los carajitos (niños) les dieran ropa y gorras”.
Se dirigieron hasta la Asamblea Departamental de Vichada, para solicitar información, y les entregaron unas diapositivas de la empresa que los dejaron más confundidos. “Auxico tiene un memorando de entendimiento con la empresa Minampro Asociados S.A.S. para adquirir el 70 % de las ganancias de la explotación de las arenas industriales (concentrados de tantalio) de las 20.000 hectáreas del resguardo Guacamayas – Maipore “, se lee en el documento. Minapro se quedaría con el 30 % restante. “¿Y qué queda para las comunidades?”, se preguntaron.
Auxico reportó el descubrimiento de tierras raras de alto grado a una distancia de nueve kilómetros de la propiedad Minastyc, “dentro del resguardo indígena Guacamayas – Maipore”. Las muestras, aseguraron, mostraron una alta concentración de óxidos de tierras raras. Sin embargo, como también figura en uno de los informes de la empresa, las negociaciones se cayeron y el resguardo pidió que su territorio quedara por fuera de las exploraciones.
En octubre del 2022, la compañía anunció una nueva alianza, con la empresa Gracor S.A.S. “El negocio principal de Gracor es la compra de estaño de la población indígena en Vichada. Gracor está comprando mineral rico en contenido de estaño, obtenido y alojado en arenas aluviales en la superficie, de propiedades cercanas a Minastyc”, señalan en un comunicado.
La situación se parece a la documentada por la organización Tropenbos sobre los avances mineros de coltán en la Amazonia. “Las organizaciones apoyan a los indígenas para que diligencien y gestionen en el Ministerio de Minas y Energías lo necesario para que nuestros territorios sean declarados zonas mineras indígenas. (…) Nos están diciendo que dormimos encima del oro y que cuando explotemos las minas vamos a dejar de ser pobres. Las palabras suenan bonitas, pero con ellas nos ilusionan para que hagamos lo que ellos quieren”, se lee en el documento.
No es la primera vez que la llegada de Auxico desencadena conflictos sociales en los territorios. En 2018, el entonces Gobernador de Guainía, Javier Zapata, firmó un memorando de entendimiento para la extracción de minerales en ese territorio. La noticia desató manifestaciones que lo llevaron a echar para atrás su decisión y a prometer “buscar alternativas consensuadas inicialmente con la población en general, gremios y pueblos indígenas”.
“Aunque sí existe material para extraer, no se encuentra en las proporciones que ha publicado la canadiense Auxico”, dice una fuente de la comunidad, que cataloga al proyecto como “una farsa”.
Hoy, miembros de la comunidad de Guacamayas que sí habían participado de las conversaciones con la empresa, aseguran que “el proyecto Minastyc es una farsa”. Uno de sus voceros, que pidió resguardar su identidad, explicó aque, “aunque sí existe material para extraer, no se encuentra en las proporciones que ha publicado la canadiense Auxico”.
“Las comunidades sacan, máximo, 30 kilos al día. Por bien que les vaya, extraen de manera artesanal 700 kilos mensuales”, asegura un comerciante de minerales de la zona, que pidió mantener su nombre bajo reserva. “Sacar más de 10 toneladas a la semana es imposible”, agrega.
Los rumores de una siembra de minerales
Durante el trabajo de campo para esta investigación conversamos con al menos siete personas de la región —o que tienen negocios en ella— que coinciden en una misma versión: hace varios años —señalaron— Clímaco Unda, el hijo de Clímaco Unda Barrios, se dedicó a hacer lo que en la zona se conoce como “siembra de minerales”. En pocas palabras, aseguraron, traía minerales de otras regiones, o de Venezuela, y los enterraba en el predio en donde actualmente se encuentra el proyecto Minastyc.
Clímaco hijo fue desaparecido y asesinado. “Mi primo murió. Lo desaparecieron por ese problema. Él ya estaba trabajando con minerales, pero traía coltán y estaño del otro lado. Empezó a sembrar grandes huecos y los tapaba, con la idea de vender esa finca en la que hay minerales”, aseguró uno de los entrevistados. Este medio no pudo corroborar que su muerte tuviera algo que ver con la siembra de los minerales.
Fuentes locales sostienen que se ha realizado “siembra de minerales” en la zona, es decir, que llevaban minerales de otras regiones, o de Venezuela, y los enterraban en el predio donde se encuentra el proyecto.
En el sector minero, certificar de dónde vienen los minerales se conoce como “origen”, un documento valioso, sobre todo en una zona en la que los minerales extraídos de forma ilegal abundan, y donde el tránsito de estos por la frontera ya ha sido documentado tanto por investigaciones periodísticas como por las autoridades. Sin el origen, el material es decomisado.
“Las siembras permiten ‘certificar’ que el material lo están sacando de ahí. Aunque lo traigan de otro lado, lo legalizan como si lo estuvieran extrayendo de esa zona”, asegura otra de las personas.
Desde hace años, esta zona ha estado en el mapa de los medios de comunicación y las autoridades por las explotaciones ilegales de minerales como el coltán.
De hecho, la Defensoría del Pueblo emitió un informe en el que asegura que gran parte del negocio de la minería ilegal al sur de Venezuela está controlado por el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
“Todos estos grupos armados que hacen presencia en Vichada, están involucrados directa e indirectamente en la actividad del narcotráfico; sin embargo, también se ha identificado (…) que realizan control sobre la minería ilegal de oro y coltán en ambos lados de la frontera”.
En diciembre del 2021, la Fiscalía decomisó 30 toneladas de coltán que pertenecían, de acuerdo con la investigación, a disidencias de las FARC y el ELN que, según indicaron, instrumentalizan a las comunidades indígenas para extraer estos minerales.
Un informe del Ministerio de Minas alertaba desde el 2018 sobre esta situación en la región fronteriza con Venezuela: “Lo que se observa es que los títulos mineros están siendo utilizados como herramientas que facilitan la comercialización de los minerales explotados de forma irregular. Mientras que otros están siendo objeto del famoso ‘engorde de títulos’ para la venta posterior a empresas multinacionales”.
En 2021 la Fiscalía decomisó 30 toneladas de coltán que pertenecían, de acuerdo con investigación, a disidencias de las FARC y el ELN que, según indicaron, instrumentalizan a las comunidades indígenas para extraer estos minerales.
En ese escenario, el primer proyecto minero de tierras raras en Colombia genera más incógnitas que certezas.
Barbosa, de Auxico, aseguró a El Espectador, por medio de una comunicación, que la Agencia Nacional de Minería aún no ha entregado el contrato de concesión minera para que sea firmado por Clímaco Unda, y que estaría previsto para el mes de agosto. “Completando este proceso, todas las condiciones precedentes se habrían cumplido para que, una vez firmado el contrato, se pueda iniciar la transferencia del título de la propiedad Minastyc a nombre de Auxico”.
Este medio supo que la Agencia Nacional de Minería está revisando todo lo relacionado con el proyecto de Auxico y Clímaco Unda Barrios, que está planeando una visita y que no entregará nuevas declaraciones hasta que se aclaren las interrogantes frente al tema.