El periodismo está mediado por una condición que es ineludible: su materia prima son las noticias. Los hechos novedosos son la esencia de nuestro trabajo y difícilmente un texto periodístico sea publicado si carece de información noticiosa.
Sin embargo, concebir la noticia sólo como aquellos eventos extraordinarios que acabaron de ocurrir y que tienen repercusiones sobre amplios sectores de la población, es dejar por fuera todo un universo de situaciones que merecen ser contadas en el periodismo. Esa premisa nos ha llevado a pensar en que la noticia es mucho más que un desastre y que la preparación y la prevención de emergencias también gozan de interés noticioso y, por ende, de atención periodística.
En ese sentido, resulta clave poner la mirada en el riesgo. La Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres define el riesgo de desastre como las “posibles pérdidas que ocasionaría un desastre en términos de vidas, las condiciones de salud, los medios de sustento, los bienes y los servicios, y que podrían ocurrir en una comunidad o sociedad particular en un periodo específico de tiempo en el futuro”.
Por lo tanto, aquí se entiende el desastre como la materialización de diversas condiciones de riesgo y la mirada se pone en el antes de que ocurre el evento y no en el después, como suele ocurrir en el periodismo.
Esto también requiere entender la real dimensión del riesgo: este es sistémico, complejo y no lineal, en tanto un evento puede generar diversos impactos que, incluso, sean mayor al evento original. Por lo tanto, es necesario desarrollar una perspectiva que sea sistémica, compleja y dinámica de lo que configura el desastre y situar al periodismo, como un elemento central para la gestión del riesgo de desastres.
Además, este cambio de mirada también pone en aún más en centro a las comunidades y las acciones que emprenden para mitigar sus riesgos o adaptarse ante entornos complejos. Las comunidades muestran caminos narrativos y periodísticos que a veces no vemos pero que fortalecen la calidad de nuestras historias.
De ahí parte esta corto listado de recomendaciones para abordar la prevención, preparación y construcción social del riesgo a través del periodismo.

Algunas recomendaciones prácticas
No digas “desastres naturales”, porque los desastres no son naturales. Este tipo de eventos extremos tienen causas estructurales, como la
falta de planificación de un territorio, la desigualdad, la corrupción, entre otras. Los desastres siempre son consecuencia de desiciones
humanas. Además, nombrarlo como “desastre natural” esconde la responsabilidad humana y no promueve la acción anticipatoria,
preventiva y reparadora.Una alternativa a esto puede ser nombrar estos hecho como: eventos extremos, desastres asociados a fenómenos naturales o simplemente desastres. Aquí lo importante es hacer referencia a los múltiples factores que conforman un evento de desastre.
Al hablar de desastre, evita fijar tu mirada solo en la excepcionalidad, y dejar de lado la perspectiva sistémica. Esto genera un sentido sobre el
cual será entendido ese hecho y que no incluye otros elementos que son clave: el riesgo, las vulnerabilidades, la resiliencia y la adaptación.Informar sobre este tipo de fenómenos o situaciones demanda conocer y presentar muy bien el contexto. Este tipo de eventos son políticos y por ende demandan una mirada amplia que indague sobre las desigualdades de clase, género, etnia y otras.
Evita que tu cobertura se centre solamente en las fuentes oficiales. Aunque es fundamental conocer la información de las autoridades y es vital ceñirse a las recomendaciones que hacen en momentos de crisis, estas no son las únicas voces necesarias para entender un desastre o la configuración de un estado de riesgo.
Integra las voces comunitarias a tu cobertura. Las comunidades nunca se han quedado quietas o pasivas ante las situaciones de riesgo. Por lo general han buscado mecanismos comunitarios para enfrentarse a los desastres y se han organizado para prepararse o prevenir. Escucha sus voces con respeto y pregúntales por cuáles son sus expectativas de reparación ante los daños que sufrieron o podrían sufrir.

Algunas recomendaciones éticas
¿Qué me implica a mí, como periodista o comunicador/a hablar con personas en estas situaciones?
- Respeto tus silencios.
- Si puedo, te explico por qué esta historia importa y para qué servirá que sea contada.
- Esperaré a que sea el momento adecuado para entrevistarte. Si estás en shock o crisis, priorizo tu bienestar antes que mi necesidad de información.
- Lo que voy a contar no te pone en riesgo ni empeora tu situación.
- La foto que estoy tomando, ¿realmente te dignifica? ¿Puedo contar esta historia sin tomar esta foto?
- Yo puedo escucharte y escribir tu historia pero no está en mis manos resolver el problema.
- ¿Estás informado sobre lo que voy a hacer y estás de acuerdo con que esta historia sea publicada?
- Reconozco que mi presencia puede alterar el momento y actúo con cuidado.
- Si eres menor de edad, me aseguro de obtener el consentimiento adecuado y de proteger tu identidad si es necesario.
- Evito mostrar imágenes de cuerpos sin vida sin necesidad; recuerdo que esa persona también era amada.
- Antes de hacer una foto o grabar un audio, te explico para qué es y cómo se usará.
- Reconozco que tu historia no me pertenece: es tuya, y la trato con respeto.
- Sé que no eres solo lo que te pasó: eres mucho más que la tragedia que viviste.
- Valoro tu conocimiento del territorio, tus decisiones en medio de la crisis y las acciones que desarrollas para evitar el desastre.
Mantente informado/a
Estas recomendaciones forman parte del taller «La prevención y la preparación ante las emergencias (también) son noticia», organizado por Climate Tracker, en colaboración con PNUD Colombia.
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