Los efectos del cambio climático ya se dejan sentir en todo el mundo. A medida que las temperaturas sigan aumentando, América Latina será una de las regiones más afectadas. Los debates internacionales se han centrado en la adaptación a los efectos del cambio climático, pero en algunos casos, los ecosistemas ya están dañados de forma irreparable, lo que perturba de forma permanente la vida de las comunidades que allí viven. En la diplomacia del cambio climático, estas consecuencias irreparables se conocen como “pérdidas y daños”.
¿Qué son las pérdidas y los daños ocasionados por el cambio climático?
Los impactos del cambio climático incluyen inundaciones más frecuentes e intensas, olas de calor, tormentas y aumento del nivel del mar. Aunque las poblaciones puede adaptarse a algunos de estos cambios en su entorno, en muchos casos la adaptación es imposible: se pierden vidas, se rompen terraplenes, la tierra se vuelve infértil, el hábitat cambia permanentemente y el ganado muere. Los impactos sociales y financieros del cambio climático que no pueden evitarse se denominan “pérdidas y daños”.
Las pérdidas y los daños derivados del cambio climático pueden ser económicos o no económicos. Las pérdidas económicas incluyen las pérdidas financieras sufridas por las empresas, como la prolongada ola de calor y la sequía en América del Sur, que reducen el rendimiento de cultivos clave, afectando a los medios de vida de muchos agricultores. También puede significar la pérdida de propiedades e infraestructuras, como los hogares inundados y destruidos por los fenómenos meteorológicos extremos en América Central, que son cada vez más frecuentes y graves debido al cambio climático, y que se ven agravados por los huracanes.
Las pérdidas y daños no económicos pueden incluir las tradiciones culturales, los conocimientos indígenas, la biodiversidad y los servicios de los ecosistemas que se pierden debido a los impactos del cambio climático.
¿Están las pérdidas y los daños en la agenda de la COP27?
Hasta la noche anterior al comienzo de la COP27, no estaba claro si se llegaría a un acuerdo sobre cómo -y si- las pérdidas y los daños figurarían formalmente en la cumbre. Sin embargo, a última hora se incluyó el tema en la agenda, lo que se consideró una victoria temprana para los países en desarrollo y los pequeños estados insulares.
En su discurso de apertura de la conferencia, el lunes, el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, puso el tema en el centro de los debates. “Los impactos mortales del cambio climático están aquí y ahora”, dijo. “Las pérdidas y los daños no pueden seguir escondiéndose bajo la alfombra, es un imperativo moral, es una cuestión fundamental de solidaridad internacional y justicia climática”.
“Conseguir resultados concretos sobre pérdidas y daños es una prueba de fuego del compromiso de los gobiernos con el éxito de la COP27”.
Mia Mottley, la primera ministra de Barbados, que ha sido una voz importante en la cumbre hasta el momento, describió la inclusión de las pérdidas y los daños como “un logro importante por el que hemos estado luchando durante muchos años”, pero apuntó a otros desafíos por venir.
“No lograremos concluirlo [aquí en Egipto]”, añadió Mottley. “Pero el hecho de que lo hayamos incluido en el orden del día reconoce que países como el nuestro, que no han contribuido en gran medida a la emisión de gases de efecto invernadero, no deben abarrotar su espacio fiscal para poder financiar la reconstrucción tras un acontecimiento climático traumático”.
“Creo que tenemos una causa moral y justa”, concluyó.
¿Ha habido promesas de acciones sobre las pérdidas y los daños en la COP27?
Hasta el viernes 11 de noviembre, un puñado de países habían anunciado promesas de financiación de pérdidas y daños en la cumbre COP27.
El canciller alemán, Olaf Schulz, ha anunciado una financiación de 170 millones de euros (172 millones de dólares) para el nuevo “Escudo Global”, un fondo para pérdidas y daños que se lanzará formalmente el 14 de noviembre. El taoiseach -jefe de estado- irlandés, Michéal Martin, también ha dicho que su país destinará 10 millones de euros al fondo.
Austria contribuirá con 50 millones de euros a la lucha contra las pérdidas y los daños durante los próximos cuatro años, según informó su Ministerio del Clima a Reuters en la conferencia. Por su parte, el Ministerio de Desarrollo de Bélgica ha anunciado una financiación de 2,5 millones de euros para pérdidas y daños en Mozambique.
La primera ministra de Escocia, Nicola Sturgeon, aprovechó su visita a Egipto para comprometerse a aportar otros 5 millones de libras (5,8 millones de dólares) en concepto de financiación por pérdidas y daños, lo que eleva su compromiso total a 7 millones de libras, tras las contribuciones realizadas en la COP26 de Glasgow el año pasado.
Estos países son los pocos que se han comprometido a financiar las pérdidas y los daños, uniéndose a Dinamarca, que había prometido 13 millones de dólares a los países en desarrollo en septiembre.
Estas cifras, hasta ahora, palidecen en comparación con los costos estimados: para 2030, se prevé que las pérdidas y los daños inducidos por el cambio climático en los países en desarrollo costarán un total de 290.000 a 580.000 millones de dólares.
Es posible que lleguen más promesas a medida que la COP27 se adentre en las negociaciones en la segunda semana de la cumbre.
¿Cómo afectan las pérdidas y los daños a América Latina?
América Latina y el Caribe ya experimentan algunos de los efectos más perjudiciales de los fenómenos meteorológicos extremos y del cambio climático, en una región en la que los impactos de estos fenómenos se ven agravados por los altos niveles de desigualdad y las dificultades económicas.
El reciente informe de la Organización Meteorológica Mundial sobre el estado del clima en América Latina y el Caribe detalla el abanico de amenazas climáticas a las que la región es cada vez más vulnerable, así como sus costos. La sequía es uno de los principales retos, y la megasequía que sufre Chile, que entra en su decimotercer año, sitúa al país “a la cabeza de la crisis hídrica en la región”.
Dado que muchas de las economías de la región dependen de la agricultura, los impactos económicos de la sequía pueden ser notables, y es probable que se agraven en un mundo que se calienta. Junto con las olas de calor, la falta de lluvias ha resultado problemática para los productores sudamericanos en los últimos veranos; la OMM informa de que, en Sudamérica en general, las condiciones de sequía provocaron un descenso del 2,6% en la cosecha de cereales de 2020-2021 con respecto a la temporada anterior.
En otros momentos, y en otras partes de la región, los niveles más altos y los patrones menos predecibles de las lluvias traen sus propios desafíos. En 2021, las lluvias extremas provocaron pérdidas de vidas, hogares y medios de subsistencia, y desplazaron a un gran número de personas; en los estados brasileños de Bahía y Minas Gerais, las inundaciones y los corrimientos de tierra que se produjeron provocaron unas pérdidas estimadas en 3.100 millones de dólares, informa la OMM.
La organización también destacó la amenaza cada vez mayor de los huracanes: la temporada de huracanes en el Atlántico de 2021 fue, según los informes, la tercera más activa de la que se tiene constancia, con siete huracanes y 21 tormentas con nombre que causaron daños en Centroamérica y el Caribe. También fue la sexta temporada consecutiva de huracanes por encima de la media. El aumento de la frecuencia y la fuerza de las tormentas reduce la capacidad de los países para recuperarse y reconstruirse, lo que subraya la necesidad de apoyar las pérdidas y los daños.
Más de una cuarta parte de la población de la región vive en zonas costeras. En su propio informe sobre pérdidas y daños en América Latina, la ONG La Ruta del Clima señala los riesgos y las presiones existentes en toda la región por el aumento del nivel del mar y la erosión costera, así como los impactos en las comunidades y las economías por la acidificación marina y el blanqueamiento de los corales.
¿Cuántas pérdidas y daños sufrirá América Latina a causa del cambio climático?
Se prevé que las pérdidas y daños inducidos por el cambio climático le costarán a América Latina y el Caribe 462.000 millones de dólares para 2050, según un estudio de 2019. Para 2070, esta cifra podría aumentar a 891.000 millones de dólares.
Otro estudio de 2018 estimó que, en caso de que el mundo siguiera una trayectoria “sin cambios” hacia los 3C de calentamiento global en 2100, el PIB de Brasil y Colombia -dos de las mayores economías de la región- caería un 0,6% y un 0,9% anual, respectivamente, en 2037, y un 1,8% y un 2,4% anual en 2067.
Entre los que se prevé que sufran los peores golpes en el PIB están: Paraguay, con un -1,3% anual para 2037 y un -3,5% anual para 2067; Honduras, con un -2,2% anual para 2037 y un -5,8% anual para 2067; y Nicaragua, con un -2,5% anual para 2037 y un -6,4% anual para 2067.
¿Por qué las pérdidas y los daños son un tema de disputa?
Las pérdidas y daños se han convertido en un tema polémico en las negociaciones internacionales sobre el clima debido a la cuestión de la responsabilidad y la compensación. Los países desarrollados -responsables históricamente de la mayor parte de los gases de efecto invernadero emitidos desde la revolución industrial- se han mostrado recelosos ante cualquier acuerdo internacional que pueda dejar la puerta abierta a que paguen por las pérdidas y daños que sus emisiones han causado y están causando.
¿Qué dice el Acuerdo de París sobre las pérdidas y los daños?
El artículo 8 del Acuerdo de París, firmado en 2015, se centra en las pérdidas y los daños. Establece que los países firmantes reconocen “la importancia de evitar, minimizar y abordar las pérdidas y los daños asociados a los efectos adversos del cambio climático”, y que deben mejorar la cooperación para aplicar soluciones.
Si bien la inclusión de un lenguaje específico sobre pérdidas y daños en el Acuerdo de París le dio una plataforma formal, algo que los países en desarrollo habían presionado, la forma en que se enmarcó se alineó con las preferencias de los países desarrollados. El párrafo 52 de la Decisión adoptada junto con el Acuerdo de París establece: “El artículo 8 del Acuerdo no implica ni proporciona una base para ninguna responsabilidad o compensación”.
Esto significa que el Acuerdo de París no impone ninguna obligación jurídicamente vinculante a los países para hacer frente a las pérdidas y los daños asociados al cambio climático, y no menciona los compromisos financieros para apoyar a los países que se enfrentan a pérdidas y daños significativos.
¿Qué se acordó en la COP26 sobre pérdidas y daños?
En la COP26, celebrada en Glasgow en noviembre de 2021, una red de países conocida como el G77 y China pidieron que se creara un “mecanismo” formal para proporcionar ayuda financiera a las naciones vulnerables.
Sin embargo, debido a la oposición de la UE, EE.UU. y otras naciones ricas, los líderes no lograron establecer un fondo de ayuda para que los países en desarrollo puedan hacer frente a las pérdidas y daños relacionados con el cambio climático.
En última instancia, el acuerdo firmado en Glasgow, conocido como Pacto Climático de Glasgow, reconocía la necesidad de ayuda de los países desarrollados para hacer frente a las pérdidas y daños, pero terminaba sin medidas concretas de ayuda financiera.