Luciano Montesinos enseña electrónica y electricidad en energías renovables en el Liceo Rodulfo Amando Philippi (RAP) en Paillaco, una localidad de la Región de Los Ríos, en el sur de Chile. El docente exhibe con orgullo el equipo que está en un container ubicado en uno de los patios del establecimiento educacional. Como un coleccionista, que luce y se ufana de las piezas adquiridas, Montesinos explica los tipos de inversores que tienen: “Hay marcas que son muy similares. Huawei tiene un tremendo nombre, pero los inversores no son buenos. Los más reconocidos acá por las personas que trabajan son el Fronius, CMA, y el Victron, que es una tremenda máquina”. A un lado, custodiada por láminas de vidrio, descansa “la joya” – como la define el profesor –, la bomba de agua que funciona con energía fotovoltaica.
Montesinos dice que la bomba es “la joya” porque en las ferias técnico-profesionales la exhiben y la gente que trabaja en el campo queda maravillada con el invento. “Aparte de trasladar la electricidad a algún punto del campo, esto es sumamente económico y da para que cualquier familia que tenga el problema de agua en el campo pueda implementarlo”. Y la primera prueba que tuvo el invento fue durante la pandemia en 2020.
Comunidades sin agua
La llegada de la pandemia, en 2020, no solo provocó una crisis sanitaria, sino también hídrica. Esa preocupación la manifestaron los estudiantes en los módulos de electrónica y electricidad del Liceo Rodulfo Amando Philippi: “Antes de las clases online, siempre teníamos una charla previa, le comentamos al profesor que no teníamos agua. Él se propuso solucionar el problema y ofrecer ayuda con lo que tenía”, recuerda José Aranda quien ese año todavía estudiaba en el RAP. “Aquí se tiene agua potable rural (APR) pero estaban colapsadas. Se consumió más de lo contemplado. Ellos dijeron que tenían problemas porque el APR no daba”, afirma Montesinos quien presenció cómo las familias se movilizaban a los ríos y pozos con tambores de 20 litros para ir a buscar agua.
Vicente Vásquez cursaba cuarto medio en 2020 y cuenta cómo vivió esos primeros meses de incertidumbre: “La municipalidad nos repartió agua a nosotros, agua potable, llegó eso y colapsó. Igual tuvo que repartir a varios sectores más. Como teníamos clases online, le dijimos al profesor el problema que teníamos. El profesor dijo: ‘Vamos a ver si puedo solucionar este problema’, y le dije si podía venir a darse una vuelta para mi casa a La Luma”, confiesa Vásquez. En su sector hay tres casas: en una vive con su papá y en las otras residen su tía y abuelo.
Frente al problema Montesinos pensó en una solución. “Nosotros empezamos a ver también de qué forma podíamos solucionar ese problema, y ahí es donde nació esta bomba”, afirma y agrega: “Nos percatamos de que algunos sectores tenían el agua y más que nada la querían para acumular en alguna parte y darle a las vacas, ovejas y gallinas”.
La escasez tenía otro problema: no había tendido eléctrico para poder conectar un motor que extrajera agua de los pozos o ríos que estaban cerca. “Trasladar esa electricidad es muy caro. Por ejemplo, si el camino con la luz pasa acá y por allá tengo un río a 500 metros y necesito bombear agua es una tremenda cantidad de plata. Llevarlo a 100 metros me sale más o menos cuatro o cinco millones de pesos”, afirma Montesinos.
El tema del suministro de energía y el abastecimiento de agua es un problema común en la Región de Los Ríos, apunta Lorenzo Reyes, profesor auxiliar del Instituto de Electricidad y Electrónica y director del núcleo INVENT UACH, de la Universidad Austral de Chile. “Hay al menos cien comunidades aisladas de la red eléctrica que deben contar con sus propios medios de generación local para todas sus actividades. No solamente para el agua, sino que también para la refrigeración de sus alimentos. Y para el caso de que tengan enfermedades tienen que ser electro-dependientes”, afirma.
Para transportar la bomba Montesinos conectó un carro a su jeep y fue a extraer agua a los sectores de Nontuela, y Huichahue. En la Luma y Santa Rosa Chica logró abastecer de suministro hídrico desde un estero. Vásquez ayudó, junto a otro compañero, ya que cursaban el módulo de electrónica en el liceo y estaban al tanto del uso y maniobra del sistema fotovoltaico. “Nosotros ya teníamos conocimiento del inversor y la bomba, esto lo ocupamos como dos o tres veces”, afirma.
Aranda también colaboró con el proceso en Santa Rosa Chica donde salieron beneficiados su hogar y el de un vecino que estaba cerca. “Ayudamos en la instalación de mangueras, instalación de cables, era lo que facilitamos y sabíamos”, sostiene el estudiante y cuenta en qué utilizaron el agua extraída de un estero: “No era agua potable en sí, pero era mucho más limpia de lo que se tenía. Servía para los animales, para la siembra, hervida nos servía a nosotros también”.
El resultado: tres mil litros de agua por sector. La bomba, que tiene un alcance de 20 metros de profundidad, fue conectada a una manguera. “Funciona con muy poquito, trabaja a un máximo de 50 voltios. Un panel genera 45, 48 voltios, la tensión es constante. La potencia son 450 kWh (kilowatt por hora) con 450 esto funciona súper bien. Logra bombear unos cinco litros por segundo a máxima capacidad”, afirma Montesinos.
Aranda recuerda que, además de su hogar y el del vecino, también compartieron con otras personas los tres mil litros. “Los que necesitaban de por sí se la facilitamos, pero para uso personal había que hervirla”. Vásquez cuenta qué hicieron con el suministro recolectado: “Se repartió en lo que más se necesitaba, principalmente agua potable, luego para los animales y regadío”.
Echar andar la máquina
Montesinos recuerda que, en 2020, la bomba costó aproximadamente unos $500 mil pesos. Sobre las mantenciones dice: “Estas bombas se tienen que manejar sumergidas, entonces si se utiliza así, mayor mantención no necesita. La hacemos andar una vez por mes, de tal forma de que no se empiece a oxidar y para que tenga movimiento”, dice.
No es lo único, el profesor afirma que la capacitación y supervisión es imprescindible. Un descuido durante una jornada de clases quemó uno de los inversores. “Dejé a dos alumnos armándola, me llamaron porque me necesitaban en la entrada y cuando volví lo habían puesto en serie”, recuerda. Reyes también afirma: “Estas soluciones tecnológicas son efectivamente las más baratas, las barreras principales es que alguien sepa instalarlo”.
Felipe Valencia es profesor de la Universidad Austral y con un postdoctorado en energías renovables y aplicaciones solares de la Universidad de Chile y agrega que el factor climático de la zona también es un desafío a ser considerado. “Los módulos son muy sensibles a la generación de humedad. Se generan hongos adentro, si no están bien sellados se empiezan a deteriorar con la oxidación”, explica el académico.
Claudia Lopetegui, Secretaria Regional Ministerial (Seremi) de Energía en Los Ríos, afirma que el agua en los sectores rurales es un problema cotidiano en la región: “Hay sectores aislados donde todavía no tenemos electrificación. Existen y por supuesto que ahí es todo complejo, pero también tenemos grandes ejemplos de electrificación con sistemas fotovoltaicos, como por ejemplo Isla Huapi”. De acuerdo al Mapa de la Vulnerabilidad Energética, elaborado por el Ministerio de Energía, a enero de 2019 en la Región de Los Ríos alrededor de 1.819 viviendas estaban sin energía eléctrica.
Por otra parte, Reyes enumera lo que se necesita para ejecutar un proyecto similar al de una bomba con energía fotovoltaica. “Siempre un inversor. Una bomba es una máquina, un motor eléctrico que típicamente funciona con corriente alterna y, por lo tanto, también requiere que los paneles funcionen con corriente continua. Es decir, tiene que haber algo que conecte ambas cosas. Siempre es recomendable tener un sistema de almacenamiento local: unas baterías, aunque sean pequeñas, porque si pasan nubes por ejemplo, podemos seguir operando la bomba sin problemas”.
Lopetegui afirma que el abastecimiento del agua es uno de los temas que está en el radar para desarrollar en las políticas regionales. “Hay un trabajo que hemos estado realizando con el MOP sobre el tema de las APR, sobre cómo incorporar energía sustentable fotovoltaica para que esa sea la energía que transporte el agua. También está el riego, esa otra área que se puede abordar y que hay ejemplos en la región quizás no muy desarrollados, pero es algo en lo que tenemos que trabajar”.
La bomba funcionó, pero solo durante la pandemia, cuando no hubo suficiente agua en cuatro localidades de Los Ríos y fue un problema puntual que manifestaron los estudiantes.
Vásquez cuenta que ha pensado en realizar un proyecto similar para extraer agua, pero sostiene que no ha sido necesario porque hay mejor coordinación por parte de la municipalidad para abastecer su hogar.
Aranda también confiesa que no han vuelto a requerir los servicios de la bomba, aunque no se descarta que esto cambie en un futuro. “Con lo que me enseñó el profesor basta y sobra. Eso fue un momento de emergencia y a la vez fue demasiado viable para nosotros. Al final lo único que faltaría sería el filtro y nada más”, sentencia.