Por Alejandra Cuéllar y Yanine Quiroz.-
A principios de octubre en Londres, activistas del grupo Just Stop Oil lanzaron una lata de sopa de tomate a un cuadro de Van Gogh y se pegaron las manos a la pared. “¿Qué importa más el arte o el medio ambiente?” Gritaban a grito herido. Su acción generó una respuesta mediática global.
“Yo sé que parece una acción un poco ridícula”, explicó la activista Phoebe Plummer en una entrevista el día después del acto. “Pero no estamos preguntando si todo el mundo debería estar lanzando sopa sobre pinturas. Estamos iniciando una conversación para que podamos hacer las preguntas que sí importan”.
La acción generó controversia: algunos activistas la declararon contraproducente, otros la tildaron como parte de la frustración de las personas jóvenes ante la inacción del cambio climático. Algo que queda claro es que la cara de la rebelión ante la urgencia climática en Europa es juvenil y ha generado el surgimiento de líderes reconocidos mundialmente, como Greta Thunberg, bloqueos en ciudades europeas y marchas multitudinarias en Suecia. En México, la respuesta ante la emergencia climática es fragmentada, con diversos esfuerzos en marcha pero sin una masa crítica, según activistas climáticos.
“Estamos frente a un México apático, apagado y cuando convocamos vienen pocos”, dijo el activista por el clima Aurélien Guilabert en un evento de juventudes con miras a la cumbre COP27 del Cambio Climático que se llevará a cabo en Egipto en noviembre.
“¡Les invito a ser activistas!” Exclamó al pequeño grupo de no más de 40 personas. “Hay que hacer activismo de choque porque las marchas no nos están funcionando. Convocamos y llegan solo cien personas”.
En el evento de juventudes -organizado en una sede del congreso en el centro de la ciudad- diversos presentadores alzaron las mismas preguntas “¿Qué pasa con las manifestaciones de jóvenes ambientalistas?” “¿Cómo involucramos a más jóvenes?” Resonaron una y otra vez las interrogantes.
México tiene una de las tasas más altas de asesinatos a líderes ambientales en el mundo. Cientos de activistas, incluyendo mujeres y hombres indígenas jóvenes luchan en México defendiendo sus derechos por el agua y el territorio. Tan solo en el 2021, la organización Global Witness registró 54 muertes pero se estima que el número es más alto. En este contexto, el activismo climático existe de manera fragmentada, según explica Guilabert.
“El activismo contemporáneo es muy incipiente. No hay una tradición democrática muy antigua tampoco, son sectores que están en construcción y muchas organizaciones pelean entre sí”, dijo. “Eso ha provocado que el movimiento ambientalista no trabaje en conjunto y no ha agarrado fuerza, a eso le agregas falta de educación ambiental”, agregó.
México: sus jóvenes y su potencial
En México se estima que hay más de 39 millones de adolescentes y jóvenes (de 12 a 29 años), casi un tercio de la población total del país, de acuerdo con el Consejo Nacional de Población (CONAPO). Es un sector demográfico importante, no solo para la economía del país, sino porque representa un sector vulnerable al cambio climático, y al mismo tiempo líder en la acción climática; sin dejar de mencionar su relevancia en las elecciones presidenciales de 2024.
“Las demandas de las juventudes en la COP27 van hacia estar involucrados en la toma de decisiones y en todo el ciclo de las políticas públicas, no nada más en temas de consulta, sino desde su diseño, aprobación, implementación y evaluación”, declaró Adriana García, integrante del Grupo Asesor de Jóvenes del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNPFA).
María Fernanda Camara, una joven de 23 años que creció en una comunidad rural de Tabasco, un estado al sur de México, es parte de la Youth Alliance for Family Planning y asistirá a las negociaciones climáticas en Sharm El Sheik. Ahí impulsará la agenda de género, salud sexual y reproductiva y cambio climático, representando al Movimiento Juvenil por el Clima (YOUNGO, en inglés), uno de los varios grupos de observadores que se adhieren a la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático.
Para Camara, el tema de género es uno de los factores que determinan —además de la edad, economía y ubicación— la forma en que cada persona sufrirá los impactos del cambio climático. En la pasada cumbre climática COP26 en Glasgow, Reino Unido, del total de asistentes solo hubo 3.8% de mujeres latinas.
“Es muy bueno hacer activismo individual, pero cuando lo haces desde la organización y desde la colectividad, tienes muchísimo más éxito e impacto en visibilizar realidades. En la COP27 es mucho más urgente porque es un espacio privilegiado, donde van más líderes políticos que líderes sociales y juveniles”, afirmó.
Además de las organizaciones a las cuales pertenecen Camara y García, como Latinas for Climate y UNFPA, otras de las organizaciones de la sociedad civil juveniles que asistirán a la COP27 con representación mexicana serán Carta de la Tierra, Climate Reality Project, My World, y posiblemente Friday’s For Future México.
“El problema es cuando regresamos al país. ¿Cómo le hacemos para aterrizar todo eso a nivel institucional, estatal y municipal?” Cuestiona García. “Es ahí en donde entran las juventudes, que tejen redes con sus comunidades para comunicar lo que pasó en este proceso internacional y lo que sucede en el contexto local y en el territorio”, enfatizó.
La necesidad de una respuesta climática es más importante ahora que nunca. A pesar de tener cifras de pobreza y desigualdad dignas de un país en vías de desarrollo, México ocupa el lugar número 13 de emisiones y está dentro de los 10 emisores de metano más grandes del mundo. Y mientras autoridades globales urgen cambiar el modelo energético, el presidente Andrés Manuel López Obrador le apuesta a la independencia energética–a base de combustibles fósiles y en contra de las energías renovables.
Los compromisos del país con los esfuerzos climáticos internacionales han sido cuestionados, y sus planes previamente presentados para la descarbonización como parte del Acuerdo de París, están suspendidos actualmente por un tribunal mexicano por su falta de ambición.
“Nos encontramos en todos lados”, dijo Roberto Hernández, activista y abogado de derecho ambiental de una comunidad del estado de Tabasco. “Hay jóvenes trabajando en las ciencias y en distintos puntos medioambientales pero falta conectarnos, falta compartir información y trabajar en conjunto de la mano del estado y de las empresas, y crear una nueva narrativa”.
“Ustedes los jóvenes tienen la posibilidad de influir en la agenda de las próximas elecciones”, dijo la senadora Xóchitl Gálvez, una vocal defensora del medio ambiente en el evento de juventudes antes de la COP27. “No lo olviden”.
La COP27 se llevará a cabo en la ciudad egipcia de Sharm el-Sheikh del 6 al 18 de noviembre.