Un futuro incierto: Chile presenta su primera Comunicación de Adaptación con alarmantes cifras sobre la crisis climática

El país muestra una tendencia al alza de las temperaturas para el periodo 2035-2065, con aumentos de entre 1.15 °C y 2 °C. Además, ha alcanzado un promedio de 23% de déficit de precipitaciones a nivel nacional, superando en un 2% al período comprendido entre 2010 y 2019. La disponibilidad de agua también se vería afectada, según advierte el documento.

Transcurrida una semana desde el inicio de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27), en Sharm el-Sheikh, Egipto, Chile presentó su primera Comunicación de Adaptación, uno de los compromisos para los países firmantes del Acuerdo de París de 2015. Este documento identifica las principales amenazas, vulnerabilidades y riesgos del país ante la crisis climática, cuyo foco son las prioridades y necesidades de Chile relacionadas con adaptación.

“Durante las últimas décadas, en Chile se han intensificado los impactos de eventos hidrometeorológicos extremos –tales como la sequía, lluvias torrenciales, tormentas costeras, olas de calor, calor extremo– y de eventos de desarrollo lento –tales como el incremento de la temperatura, la pérdida de biodiversidad, la desertificación, el retroceso glaciar–, lo cual ha provocado importantes pérdidas y daños a las personas, comunidades y ecosistemas”, advierte el documento realizado por el Ministerio del Medio Ambiente.

Foto: Agencia Uno

De acuerdo al último reporte de la Oficina de Cambio Climático de la Sección de Climatología de la Dirección Meteorológica de Chile (DMC), el año 2021 fue el cuarto más cálido de los últimos 61 años, siendo la temperatura media 0.76 °C más cálida que el promedio climatológico de 1961-1990, y 0.5 °C más cálida respecto al promedio de 1981-2010.

“La tendencia de la temperatura media es de un aumento de 0.15 °C por década, sumando a la fecha 11 años consecutivos más cálidos que lo normal, presentándose la última década como la más cálida desde hace 61 años”, detalla el documento.

“Según las proyecciones futuras del Atlas de Riesgos Climáticos (ARClim4) en 2020, Chile muestra una tendencia al alza de las temperaturas en el país, para el periodo 2035-2065, con aumentos entre 1.15 °C y 2 °C, con respecto al periodo histórico de 1980-2010, para el escenario proyectado de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI)”, sostiene el documento.

“La nieve acumulada en la cordillera de los Andes podría llegar a disminuir en un 100% en zonas de la precordillera y fiordos del extremo sur”, agrega.

En relación con las precipitaciones, en 2021 se registraron récords del verano más lluvioso desde la Región de Coquimbo hasta el Maule, especialmente en estaciones cordilleranas. Pese a que, según la DMC, el 2021 fue también el año con menos días de precipitación fuerte y extrema desde la Región de Valparaíso hasta la Región de Aysén. A nivel nacional, el período de 10 años que va desde 2012 a 2021 fue el más seco desde 1961, “alcanzando un promedio de 23% de déficit a nivel nacional, superando en un 2% al período entre 2010 y 2019”.

Además, se ha determinado que el cambio climático antrópico “es responsable de al menos un cuarto del déficit pluviométrico observado, una fracción que se prevé aumentará en el futuro, favoreciendo la ocurrencia de eventos de sequía y aumentando la tasa de aridificación en las zonas centro y sur del país”.

En ese sentido, la Comunicación de Adaptación expresa que los recursos hídricos en Chile se consideran como el sector que estaría mayormente amenazado debido al alza creciente de las temperaturas y la disminución de las precipitaciones.

“La magnitud de eventos de precipitación extrema aumentará en el futuro. De los resultados obtenidos en sequía hidrológica, se observa que la zona centro-norte del país es la que presenta mayor riesgo, con proyecciones de aumento tanto en la frecuencia como en severidad. Entre la Región de Atacama y Valparaíso se presentan los mayores niveles de riesgo relativo a inundaciones, debido a la precariedad y falta de infraestructura crítica para mitigar efectos de crecidas. Entre la región del Maule y Biobío los niveles altos de riesgo se deben principalmente a las magnitudes de las crecidas”, detalla el documento.

“Además de verse afectada la disponibilidad de agua, también se vería afectada la calidad del agua disponible para consumo humano, la biodiversidad, el riego y otros usos, reflejándose en la presencia de metales, concentración de sales, mayor probabilidad de contaminantes, entre otros”, advierte el informe.

Estas cifras son el reflejo de los alarmantes datos e informes que han dado a conocer organizaciones globales. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) publicó, previo a la COP27, el informe “La ventana de oportunidad se está cerrando“, donde sostiene que, sin una reducción del 45% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de aquí a 2030, no habrá forma de llegar a la meta del Acuerdo de París de no superar los 1,5 ºC. Además, un estudio presentado este viernes en Egipto por Global Carbon Project, afirma que la cifra de CO2 derivada de energías fósiles en el mundo registrará su punto más alto este 2022, donde superará el récord visto en 2019. Si antes de la pandemia del COVID-19 se emitieron 36.600 millones de toneladas, por otro lado, el informe da cuenta de que en 2022 se alcanzó un alza del 1% de los gases de efecto invernadero en relación con 2021.

Adaptación en Chile

Frente a estas preocupantes alertas, el documento de Chile establece los ámbitos con necesidades específicas de adaptación para nuestro país: Información científica para la adaptación al cambio climático; Generación de capacidades y coordinación institucional para la adaptación al cambio climático; Necesidades de implementación: recursos financieros, monitoreo y reporte de la adaptación; Empoderamiento de la sociedad civil; Soluciones basadas en la naturaleza y seguridad hídrica; Reducción del riesgo de desastres; Evaluación y minimización de pérdidas y daños; y Transferencia de tecnologías.

La Comunicación de Adaptación asegura que “desde la aprobación del primer Plan nacional de adaptación al cambio climático, en 2014, Chile ha avanzado notablemente en materia de planificación de la adaptación al cambio climático, lo que se ha reflejado principalmente en el fortalecimiento de capacidades de las instituciones públicas del nivel nacional y sectorial, la creación y funcionamiento permanente del Equipo Técnico Interministerial de Cambio Climático (ETICC) y los Comités Regionales de Cambio Climático (CORECC), los esfuerzos de incorporación del cambio climático en las políticas sectoriales y la gestión de riesgo de desastres, la generación de información respecto del riesgo climático para diferentes sectores y escalas territoriales, el desarrollo de indicadores de adaptación y la elaboración de planes sectoriales y planes de acción regional de cambio climático, entre otros, avances incrementales en algunos casos, que se esperan consolidar y ampliar, con el respaldo normativo que otorga la Ley Marco de Cambio Climático”.

Sin embargo, añade que “se evidencia una brecha entre la planificación y la implementación efectiva de la adaptación, como ha quedado de manifiesto en las diversas necesidades reportadas en el presente documento. Para cerrar esta brecha, Chile aún requiere de apoyo internacional en términos de capacidad y asistencia técnica, transferencia tecnológica y financiamiento, de manera de fortalecerse como país en la materia y lograr un desarrollo climático resiliente”.

En tal sentido, hay que recordar que las negociaciones de la COP27 se han centrado principalmente en discutir el financiamiento de los daños causados por los sucesos climáticos extremos. De este modo, Chile se inscribe dentro de los países del sur global que están solicitando apoyo económico. Adicionalmente, durante la última semana, la ministra del Medio Ambiente, Maisa Rojas, junto con la comisionada del clima de Alemania, Jennifer Morgan, guiarán la mesa de pérdidas y daños, donde los resultados serán fundamentales para el manejo global de la crisis climática.

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