Doris Mejía busca en el cielo nubes grises que se niegan a aparecer. Es un día más sin lluvia en La Mar, provincia ayacuchana ubicada en la sierra sur de Perú. Sus papas y maíces necesitan de agua. Decide que no puede esperar más del cielo y saldrá al día siguiente, al primer vistazo del día, a regar manualmente sus cultivos. Pero esta salida es también riesgosa. El agua para riego es insuficiente. Cada gota se vuelve una elección.
De pronto, el ladrido de sus perros y el grito en quechua de su madre interrumpen sus pensamientos: “¡Paramuchkan, sinchi, ancha sinchi!” (“Está lloviendo, fuerte, muy fuerte”). Doris sonríe, entre la duda de si esta lluvia será efímera o prolongada. Mientras se retira a descansar, la duda se mezcla con la esperanza de despertar y encontrarse aún bajo ella.
La historia de Doris ilustra la lucha diaria de los campesinos en la sierra central y sur del país, quienes, como ella, se esfuerzan por mantener sus medios de vida ante una sequía implacable que ha impactado tanto en la agricultura, como en el sistema energético y la población. ¿En qué contexto climático ocurre todo esto? ¿Qué depara el futuro en los próximos años? ¿Está el país preparado?
Hidroeléctricas frente a El Niño y el cambio climático
La ausencia de precipitaciones en Perú puede darse por una combinación de factores naturales y humanos. La variabilidad climática, que caracteriza a la región, y la presencia del fenómeno de El Niño son los factores naturales que contribuyen a esta situación, mientras que el cambio climático y el uso insostenible de los recursos hídricos son los factores humanos que también desempeñan un papel importante.
En la sierra sur y central del país, las sequías suelen manifestarse durante los meses de verano: diciembre, enero y febrero, debido a la influencia de El Niño. A pesar de su origen natural, es importante destacar que este fenómeno ocurre en medio de una triple crisis planetaria: el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación, conforme a la definición del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
Aunque actualmente no hay un consenso científico definitivo sobre la influencia del cambio climático en eventos pasados de El Niño, sí hay estudios que sugieren que el cambio climático podría aumentar la frecuencia y severidad de este fenómeno.
En cuanto a las sequías en la sierra sur y central, aún no se han establecido conclusiones definitivas que expliquen su relación con el cambio climático, aunque el subdirector de Senamhi señala que una parte significativa de su régimen de lluvias proviene del Amazonas, donde el calentamiento global y la deforestación están exacerbando la aridez en el sur.
Según un reciente informe, diversos factores humanos como la deforestación, destrucción de la vegetación, incendios, quema de biomasa, agricultura corporativa, ganadería y otros problemas socio-climáticos han reducido la capacidad de retención de agua y humedad de la tierra. Esto ha contribuido significativamente a ciclos de sequía acentuada en el área del Amazonas.
En lo que respecta a las sequías en las regiones de la sierra sur y central, aún no se han establecido conclusiones definitivas que expliquen su relación con el cambio climático, mas sí con El Niño. Sin embargo, Waldo Lavado, subdirector de Estudios e Investigaciones Hidrológicas del Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología del Perú (Senamhi), señala que es importante considerar que una parte significativa de su régimen de lluvias proviene del Amazonas, donde el calentamiento global y la deforestación están exacerbando la aridez en el sur.
Además, es relevante enfatizar en que El Niño se viene desarrollando en un clima más cálido, como lo evidencian los datos recopilados por la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA por sus siglas en inglés) desde 1965 hasta 2023. Por lo tanto, incluso si El Niño no se manifiesta con toda su intensidad, sus impactos se suman a los efectos de la variabilidad climática que ya se están experimentando.
Las sequías y la vulnerabilidad energética
En este escenario retador, las hidroeléctricas que representan la principal alternativa de energía renovable, se ven severamente afectadas. Las sequías se traducen en ríos cada vez más secos y estos, a su vez, en embalses con menores reservas que reflejan una desolación que se extiende por toda la región sur andina del país, mientras el fenómeno climático sigue su curso.
En Perú, El Niño genera dos panoramas opuestos. Mientras la costa norte del país sufre lluvias intensas e inundaciones, el sur y centro experimentan ausencia de precipitaciones. Es en esta última región donde se encuentran concentradas las principales hidroeléctricas del país, como la central Santiago Antúnez de Mayolo, conocida también como Mantaro. Este complejo, ubicado en la región de Huancavelica, que significó un hito para el sistema eléctrico peruano y que es actualmente la empresa más grande del país, hoy rinde solo al 40% de su capacidad.
De acuerdo al último Informe de Monitoreo de Sequías Meteorológicas, publicado por Senamhi en diciembre de 2023, en el contexto del inicio de El Niño se registraron deficiencias de lluvias entre -30% a -100% que se concentraron en Huancavelica, Junín, Cusco, Apurímac, Ayacucho, Puno, Arequipa, Moquegua y Tacna.
Las hidroeléctricas que representan la principal alternativa de energía renovable, se ven severamente afectadas.
En septiembre de 2023, el gobierno peruano respondió a las sequías prolongadas en la región altoandina central y sur declarando en estado de emergencia a 544 distritos de 14 departamentos mediante el Decreto Supremo N° 104-2023-PCM.
Por otro lado, la reducción y desaparición de los glaciares, producto del aumento de la temperatura global, también viene afectando la hidroenergía. Lavado explica que las centrales eléctricas que dependen del agua proveniente de glaciares, como las ubicadas en las cuencas del río Santa y Cañete, enfrentarán dificultades importantes a medida que avanza el cambio climático. “La eventual pérdida de los glaciares conllevará a una reducción en la disponibilidad de agua, lo que complicará aún más la seguridad energética”, recalcó.
Perú ya ha perdido la mitad de su superficie glaciar en los últimos 60 años. Hoy se espera una reducción aún mayor, ya que alrededor del 50% de la energía del país proviene de las hidroeléctricas Mantaro, Cañón del Pato y de las cuencas del río Urubamba, las cuales están sujetas en cierta medida del retroceso de los glaciares.
“La eventual pérdida de los glaciares conllevará a una reducción en la disponibilidad de agua, lo que complicará aún más la seguridad energética”.
En el caso de la central hidroeléctrica Cañón del Pato, ésta se alimenta de la cuenca del río Santa, que alberga una extensa área glaciar en la Cordillera Blanca. Asimismo, suministra agua potable a ciudades como Santa, Chimbote y Trujillo, por lo que la disminución de los glaciares en esta cuenca provocaría también estiajes más prolongados y severos, especialmente durante la estación seca.
En consecuencia, la producción de energía está en riesgo mientras que va cambiando la dinámica hidrológica. Es esencial considerar estos cambios para implementar medidas de adaptación en la producción energética y agrícola.
El panorama crítico de las hidroeléctricas en Perú
Perú es un país dependiente de fuentes hidráulicas para desarrollar gran parte de su energía. Ante la falta de precipitaciones en algunas regiones, la generación hidráulica se ve obligada a parar sus operaciones o a emplear alternativas contaminantes como la quema de diésel, lo cual pone en peligro los esfuerzos hacia la transición a energías más limpias y sostenibles.
El país cuenta con 222 centrales hidroeléctricas, ubicadas principalmente en el centro y sur del país. Aunque hasta el 2002, la energía hidroeléctrica representaba el 85% del total de energía eléctrica, con el desarrollo de la producción del gas natural de Camisea este se impuso en la mayoría de las nuevas plantas de generación eléctrica.
Según el Boletín Estadístico Mensual Eléctrico, publicado en diciembre de 2023 por la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía (SNMPE), el 94% de la electricidad peruana proviene de hidroeléctricas y térmicas, mientras que solo un 6% proviene de recursos energéticos renovables como la eólica y solar. Esta situación hace que el país esté fuertemente ligado a la energía hidroeléctrica.
El Senamhi atribuye la disminución de la generación hidráulica a la escasez de lluvias registrada en la sierra sur y central del país como consecuencia de El Niño, que afectó los reservorios de las principales centrales hidroeléctricas como Mantaro y Cerro del Águila.
El reporte indica también que la generación hidráulica registró una caída de 2% comparado con el periodo 2022; mientras que la energía térmica aumentó en un 10%. El Senamhi atribuye esta disminución a la escasez de lluvias registrada en la sierra sur y central del país como consecuencia de El Niño, que afectó los reservorios de las principales centrales hidroeléctricas como Mantaro, Cerro del Águila, entre otras.
Ante esta situación, el Comité de Operación Económica del Sistema Interconectado Nacional (COES) se vio obligado a recurrir a las centrales térmicas disponibles para evitar interrupciones en el servicio eléctrico, incluyendo la generación con diésel, la fuente energética más costosa y contaminante, que experimentó un crecimiento del 197% comparado con el año anterior.
Ello resultó también en un aumento significativo en el costo marginal promedio anual del Sistema Eléctrico Interconectado Nacional (SEIN), que alcanzó los US $73.4 por megavatios por hora (MWh), que es casi el doble del promedio del 2022.
César Butrón, presidente del directorio del COES, señaló durante su participación en la Comisión de Energía y Minas del Congreso de la República que no han habido lluvias suficientes para almacenar energía y producir electricidad, lo que llevó al país a quemar petróleo diésel para cubrir la demanda. “En estos momentos estamos quemando petróleo diésel casi las 24 horas del día para satisfacer la demanda energética”.
En términos de costos de generación, afirmó que los precios habituales que eran de aproximadamente US$30 por MWh pasaron a los US$200 por MWh.
¿Cuenta el Perú con un plan de resiliencia climática?
Perú, con su riqueza de ecosistemas, posee siete de las nueve características de vulnerabilidad reconocidas por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC). La disponibilidad de agua, vital para la energía hidroeléctrica, se ve directamente afectada por estas condiciones climáticas cambiantes.
Según el “ATLAS de Hidrología superficial del Perú”, publicado en 2021 por Senamhi, se proyecta que para el periodo 2034 – 2064 habrá un aumento en la intensidad, frecuencia y duración de las sequías hidrológicas en la vertiente hidrográfica del Titicaca, ubicada en la zona surandina del país.
Además, un informe de la Agencia Internacional de Energía (IEA por sus siglas en inglés) resalta que la resiliencia climática es esencial para que la energía hidroeléctrica siga desempeñando su papel en la transición energética. “Sin mejorar la resiliencia climática, la adición de nueva capacidad y servicios de flexibilidad puede verse rápidamente interrumpida por eventos de precipitaciones extremas cada vez más frecuentes y sus peligros asociados”.
La IEA destaca que la resiliencia climática es esencial para que la energía hidroeléctrica siga desempeñando su papel en la transición energética.
La IEA subraya, además, que para contrarrestar los impactos adversos del cambio climático en la energía hidroeléctrica de América Latina, los gobiernos y las empresas de servicios públicos deben intensificar sus esfuerzos para abordar los posibles riesgos e impactos, e identificar medidas efectivas para mejorar la resiliencia al cambio climático.
Algunas empresas eléctricas, como Electro Perú, Grupo Distriluz y Enel Perú, han puesto en marcha planes de contingencia ante El Niño, que contemplan la identificación temprana y rápida de riesgos, preparación, y seguimiento y monitoreo de actividades relacionadas al efecto climático. Por ejemplo, en el caso de Electroperú, que a diferencia de otras empresas que focalizan sus planes en las centrales del norte del país donde los efectos de El Niño son opuestos, ha optado por aumentar el volumen útil de las lagunas mediante la construcción de presas para fortalecer el suministro hídrico y así cubrir la brecha generada por el déficit del recurso hídrico en el Complejo Hidroeléctrico Mantaro.
Sin embargo, desde la perspectiva gubernamental la respuesta apunta hacia otra dirección. El Ministerio de Energía y Minas (MINEM) propuso el año pasado, mediante la resolución ministerial N°273-2023-MINEM/DM, una medida normativa que busca otorgar a las empresas generadoras prioridad en el acceso a una mayor cantidad de gas en caso de escasez de energía hidráulica provocada por El Niño.
Los gobiernos y las empresas deben intensificar sus esfuerzos para abordar los posibles riesgos e impactos, e identificar medidas efectivas para mejorar la resiliencia al cambio climático.
Esta propuesta generó críticas por parte de diversas organizaciones y especialistas, entre ellos la Sociedad Peruana de Hidrocarburos (SPH), que argumentó que la medida genera una distorsión en la seguridad energética del país y plantea desafíos adicionales en términos de sostenibilidad y resiliencia energética. Esto se debe a que establece un trato diferenciado al reducir la disponibilidad para aquellos usuarios de gas natural en regiones que no tienen alternativas para consumir otro tipo de combustible.
La SPH también recomendó considerar el respaldo de las plantas termoeléctricas de reserva fría o capacidad auxiliar durante las contingencias, ya que aunque no operan regularmente, reciben compensación y forman parte del margen de reserva para producir electricidad en casos de emergencia, como la sequía prevista. De esta manera, las generadoras tendrían la capacidad de cubrir el déficit de energía en situaciones críticas utilizando otros combustibles en lugar de gas.
Según Butrón, esta propuesta tuvo como único objetivo evitar afectar el comercio de las generadoras eléctricas y mantener la sostenibilidad del sistema, especialmente ante el desafío de generadoras que producen más de lo que venden, lo que para ellas se traduce en pérdidas millonarias.
Energías renovables en Perú: avances lentos en contextos urgentes
Para cubrir la demanda eléctrica en temporadas difíciles como El Niño, se deberían considerar otras fuentes de energía renovable que puedan satisfacer la demanda. No obstante, hasta enero de 2024, estas fuentes solo han representado el 6.7% de la producción total de energía.
En 2008, con el Decreto Legislativo Nº1102, se inició la promoción de las energías renovables no convencionales en Perú. Aunque la energía solar y eólica han experimentado un crecimiento significativo desde entonces, su contribución total sigue siendo mínima. Suamy Pérez, especialista de Energía en el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF) señala que si bien estas energías reducen la dependencia de los combustibles fósiles, su naturaleza intermitente plantea desafíos importantes.
“Estamos dejando de lado todo el otro potencial energético que también tiene el Perú como la biomasa, geotermia y mareomotriz. En lugar de investigar o hacer exploraciones en otros tipos de energías nos estamos concentrando únicamente en la solar y la eólica”, asegura Pérez. Destaca la importancia de diversificar la matriz energética para garantizar una mayor estabilidad y sostenibilidad a largo plazo.
“Estamos dejando de lado todo el otro potencial energético que también tiene el Perú como la biomasa, geotermia y mareomotriz”.
Según el Estado Peruano, el potencial de energía renovable no convencional que posee el país es aproximadamente 10 veces más de la capacidad instalada que es de 130,000 MW. Actualmente, hay en construcción 10 proyectos eléctricos en Perú, de los cuales 4 son hidroeléctricas, 2 centrales eólicas, 3 solares y 1 térmica.
Esta cifra no toma en cuenta las energías renovables alternativas mencionadas por la experta de CAF. En el caso de la biomasa en el país existen tres grandes regiones que presentan un potencial significativo para proyectos de mediana y gran escala utilizando biomasa.
Estas son la costa norte (bagazo y follaje de la caña de azúcar, cascarilla de arroz, broza de algodón), la selva alta (cascarilla de café, pulpa del café y cacao, residuos de la palma aceitera, residuos forestales), y la selva baja (residuos forestales).
Respecto a la energía geotérmica que se obtiene mediante el aprovechamiento del calor del interior de la Tierra, la zona sur del Perú posee cadenas volcánicas que constituyen un gran potencial para desarrollar este tipo de energía. Conforme al Plan Maestro para el Desarrollo de los Recursos Geotérmicos del Perú, el potencial geotérmico es de aproximadamente 2.860 MWe, pero el país no cuenta con la capacidad de desarrollar este tipo de energía.
Mientras que para la energía mareomotriz, que proviene de las mareas, el contexto es más desafiante, puesto que la escasez de ubicaciones adecuadas y los altos costos de construcción, sumado al impacto ambiental de instalar los dispositivos necesarios para su operación, no se relacionan a la cantidad de energía que se puede obtener con medios actuales.
La gestión y operación de las hidroeléctricas en las regiones andinas del sur y centro del país resaltan la vulnerabilidad de esta forma de energía renovable en un escenario climático desafiante. La falta de políticas efectivas para prevenir o atenuar su impacto conlleva a un retroceso en los avances realizados hacia una transición energética. Este panorama subraya la urgente necesidad de diversificar las fuentes energéticas, establecer interconexiones eléctricas regionales y adoptar estrategias para una generación más resiliente.