Ecosistema de mecanismos de financiamiento sostenible: la apuesta de Colombia para la biodiversidad en la COP16

El Plan de Acción de Biodiversidad de Colombia requiere cerca de 18 mil millones de dólares para ser implementado. Las soluciones financieras propuestas por el plan son bancos de hábitat, pago por servicios ambientales, fondos públicos, líneas de crédito verde y un novedoso mecanismo de fondos comunitarios.

Uno de los puntos clave de la COP16, que se realiza en Cali, Colombia, es la movilización de recursos para la implementación del Marco Mundial de Biodiversidad Kunming Montreal, aprobado en la COP15 de 2022. La Meta 19 del Marco Mundial busca movilizar 200.000 millones de dólares anuales para 2030 para ejecutar las Estrategias y Planes de Acción Nacionales de Biodiversidad (NBSAPs, por sus siglas en inglés)

Hasta el momento de publicación de esta nota, el Grupo de Trabajo número 1 sobre movilización de recursos todavía discutía el borrador que resultó de la reunión sobre el mecanismo de implementación del Marco Mundial, construído en Nairobi, Kenia, en mayo de 2024. 

Entre las numerosas propuestas que se discuten, resaltan reformas al Fondo Marco Mundial para la Diversidad Biológica (GBFF, por sus siglas en inglés), así como la creación de nuevos mecanismos financieros. 

En el caso de Colombia, la ejecución del Plan de Acción de Biodiversidad 2024-2030, presentado el primer día de la COP, requiere una inversión anual de 10,9 billones de pesos colombianos (algo más de 2.500 millones de dólares) para llegar a los 76 billones de pesos (unos 18 mil millones de dólares) en 2030. 

Según Laura Bermúdez Wilches, integrante de la delegación de Colombia ante el Convenio sobre la Diversidad Biológica de las Naciones Unidas, para alcanzar esta cifra, el Gobierno está trabajando sobre “una propuesta bastante inclusiva, que hemos planteado como un gran ecosistema de mecanismos de financiación sostenibles”.

Bosque de manglar con la Serranía del Baudó en el fondo. Municipio de Bahía Solano, Departamento del Chocó, en el Pacífico colombiano. Foto: Miguel González.

Entre las soluciones financieras se destacan los fondos comunitarios, que son un mecanismo de ahorro y crédito para el financiamiento de acciones de uso sostenible del paisaje, que se podría alimentar de recursos propios de las comunidades y que no existía hasta ahora en el país. 

“Es difícil tener un único mecanismo que canalice todas las fuentes de la manera más eficiente y efectiva y que las pueda llevar a la implementación. Por eso, se está pensando en tener diferentes mecanismos que respondan, por ejemplo, a las necesidades que se tienen para canalizar recursos del sector público, del sector privado, de la filantropía y eso tiene sus diferencias”, explicó Bermúdez.

Por eso, el plan también contempla bancos de hábitat financiados con recursos privados, pagos por servicios ambientales sostenidos con recursos públicos y privados, uso de fondos públicos, y acceso a líneas de crédito de la banca tradicional para financiar proyectos de inversión productivos con enfoque ambiental. 

El Gobierno también busca espacios para discutir el canje de deuda por acción climática, que ha sido una propuesta expresada varias veces por el presidente Gustavo Petro y su Ministra de Ambiente, Susana Muhamad.

“Esas son negociaciones que están más en cabeza del Ministerio de Hacienda. Aquí lo que sí discutimos es esa reforma del sistema financiero internacional, que eventualmente podrá generar encontrar o abrir espacios fiscales dentro de cada uno de los países, y ese probablemente podría ser uno de los mecanismos”, explica Bermúdez.

El rompecabezas financiero de la biodiversidad

El principal instrumento financiero multilateral para la biodiversidad es el GBFF, creado en agosto de 2023, con el fin de movilizar recursos para la implementación del Marco Mundial en los países en vías de desarrollo.

El GBFF opera como parte del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF, por sus siglas en inglés) a través de préstamos no reembolsables o con condiciones flexibles para los países emergentes y en vías de desarrollo. Sus recursos provienen de contribuciones voluntarias de países desarrollados, con Canadá y Reino Unido a la cabeza, y donaciones de organizaciones de filantropía internacional. 

De acuerdo con Laura Bermúdez, este logo oficial del Plan de Biodiversidad de Colombia al 2030 ilustra el “rompecabezas” de mecanismos de financiamiento del que habla el Plan.

De acuerdo con Bermúdez, de las tres llamadas a presentar propuestas que ha convocado el GBFF hasta el momento, Colombia sólo participó en la última para obtener recursos para la restauración y el desarrollo de sistemas productivos sostenibles en ecosistemas marino-costeros, como los manglares en el Pacífico colombiano.

El Plan de Acción de Biodiversidad también menciona que, entre 2012 y 2022, el país ejecutó 347 mil millones de pesos provenientes de otros programas de inversión del GEF para la acción climática que también incluyeron acciones para la biodiversidad.

En cuanto a recursos domésticos, además de asignaciones del Presupuesto General de la Nación, Colombia cuenta con los impuestos que alimentan el Fondo para la Vida y la Biodiversidad, como el impuesto al carbono, que son direccionados específicamente en temas ambientales; recursos de regalías; compensaciones de las empresas que explotan los recursos naturales no renovables; y recursos de cooperación internacional y ayuda oficial al desarrollo.

“Cada una de estas fuentes tiene diferentes formas de entrar. Por eso, me gusta tanto la imagen del ecosistema, que realmente es un rompecabezas de muchas cosas: todas tienen que cuadrar, no hay una única solución acá”, explica Bermúdez.

Laura Bermúdez Wilches, miembro de la Delegación de Colombia ante el CDB, encargada de la Movilización de Recursos. Foto: Earth Negotiations Bulletin - IISD.

76 billones de pesos para 191 acciones

El Plan de Acción de Biodiversidad de Colombia se articula a través de seis metas: planificación participativa; territorios con integridad ecosistémica y modelos regenerativos; potenciar la economía de la biodiversidad; contaminación, atención de la informalidad y contención de delitos; gobernanza de todos los sectores y toda la sociedad; y modelos financieros sostenibles.

“Si bien no pusimos una cifra amarrada a la Meta 6 [del Plan de Acción de Biodiversidad de Colombia], porque es muy difícil pensar en cuánto va a ser nuestra expectativa de recaudación de fondos de todas las fuentes, lo que sí hicimos, en un ejercicio más técnico, fue calcular cuánto nos valen las 191 acciones que priorizamos al 2030”, nos explica Bermúdez.

Algunos ejemplos de estas acciones son la planificación de paisajes agropecuarios con criterios de conservación y acción climática; la rehabilitación y recuperación de áreas degradadas; la creación de un centro de investigación intercultural de la biodiversidad para el acceso y uso de recursos genéticos; reemplazar la circulación y el consumo de plaguicidas de alta toxicidad por moléculas de menor peligrosidad; y fortalecer la gobernanza del Sistema Nacional de Áreas Protegidas.

Durante el lanzamiento del Plan de Acción de Biodiversidad, el pasado 21 de octubre, Carolina Díaz, del Departamento Nacional de Planeación dijo que “hay un portafolio que ya conocemos. El punto es saber en qué momento entra cada instrumento, dependiendo de la maduración del proyecto y sobre todo del tipo de intervención: si va más hacia la transformación productiva, si es una intervención que está buscando más temas de restauración, o si va más hacia la adaptación”.  

El río Pance nace en el Parque Nacional Natural Farallones de Cali, donde se encuentran más de 540 especies de aves, de acuerdo al Ministerio de Ambiente de Colombia. Foto: Miguel González.

Para Felipe García, Gerente del Centro de Economía y Finanzas de la Biodiversidad del Instituto Humboldt, es importante priorizar todos los mecanismos. “Cuando tenemos una deforestación promedio de 150.000 hectáreas por año en los últimos 20 años, donde se hace un gran aporte a los gases de efecto invernadero, y se tiene una altísima pérdida de biodiversidad, lo que necesitamos son recursos para evitar estas pérdidas; todos son bienvenidos”, opinó tras ser consultado por este medio.

Lo que se discute en la COP16

Según el informe Financing Nature, los niveles actuales de financiación representan menos del 20% de los fondos necesarios para detener y revertir la pérdida de biodiversidad a nivel mundial, que se calculan en cerca de un billón de dólares para 2030. 

Para corregir este déficit, el Marco Mundial establece dos grandes vías. Por un lado, la reasignación de subsidios nocivos para el medio ambiente, como el de los combustibles fósiles, para incentivar la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad (Meta 18).

Por el otro, la Meta 19 exhorta la movilización de fondos nacionales e internacionales, públicos y privados, nacionales e internacionales, a través de acciones como el aumento de los flujos financieros de los países desarrollados hacia los países en desarrollo; estímulos para la inversión privada en biodiversidad; y planes innovadores como el pago por servicios ecosistémicos, bonos y créditos verdes y compensaciones por la pérdida de diversidad biológica.

Avanzar en estos frentes implica una discusión con muchos detalles técnicos, lo cual dificulta el alcance de consensos durante las dos semanas que durará la cumbre. Sin embargo, la expectativa es grande, pues asegurar los recursos es sólo el primer paso para concretar los demás compromisos necesarios para detener y revertir la pérdida de especies y ecosistemas en el planeta.

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