El pasado 27 de octubre los gobiernos de Costa Rica, Colombia, Ecuador y Panamá anunciaron en la Conferencia de Diversidad Biológica de las Naciones Unidas (COP16) la creación del Fondo Multidonante para la Ecorregión del Chocó Biogeográfico.
Esta región abarca cerca de 87.400 kilómetros desde el norte de Ecuador hasta Panamá y es reconocida por su riqueza natural.
El Chocó es una de las regiones más biodiversas del mundo. Es un hotspot de biodiversidad por poseer un elevado endemismo de especies, es decir, de plantas y animales, entre otros, que no se encuentran en otras ecorregiones del planeta. Es hábitat de cerca de dos mil especies de fauna y flora endémicas. Además, es fundamental para la migración de cientos de especies.
También es hogar de cerca de dos millones de personas, en la que predominan los pueblos afrodescendientes, indígenas y comunidades locales. Este aspecto en particular fue destacado en la presentación del fondo, ya que autoridades de las naciones recalcaron la conexión entre la diversidad cultural y la diversidad biológica.
El jefe de la diplomacia colombiana, Luis Gilberto Murillo explicó en la COP16 que Colombia junto a Costa Rica, Ecuador y Panamá comparten ecosistemas y, por ende, la iniciativa tiene mucha importancia. “Desde hace muchos años el Chocó Biogeográfico ha estado en la voz de naturistas, científicos, activistas, de líderes sociales y de pueblos étnicos que lo habitan”, dijo.
Por su parte, durante el anuncio, la vicepresidenta de Colombia, Francia Márquez, hizo énfasis en que este instrumento permitirá “avanzar en un acto de justicia étnica”.
El fondo multidonante apoyará los esfuerzos de conservación y restauración de la biodiversidad y los ecosistemas, la mitigación y adaptación al cambio climático y el desarrollo sostenible en el Chocó Biogeográfico y otras ecorregiones conexas.
Este instrumento busca alcanzar los 100 millones de dólares para 2030 y contará con el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF) para desarrollar los diversos aspectos de formulación, estructuración e implementación del dinero.
Los países instaron a sumar la colaboración entre países, organizaciones internacionales, sector privado, fondos especializados, organizaciones filantrópicas y otros potenciales donantes para sumarse al fondo y proteger la ecorregión.
Costa Rica y el Chocó
Históricamente, se asocia muy poco o casi de nula manera a Costa Rica con el Chocó que, como mencionamos, se conforma por Ecuador, Colombia y Panamá, pero eso no fue impedimento para que el país se uniera para impulsar este esfuerzo.
La representante de Costa Rica ante el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CBD) y jefa de negociación en la COP16, Eugenia Arguedas Montezuma, explicó para este reportaje que la decisión de sumarse se entiende tanto por la parte ambiental como por la parte política.
Los mismos países que impulsan el fondo del Chocó ya se unieron para la creación y el manejo del Corredor Marino de Conservación del Pacifico Este Tropical (CMAR).
El CMAR es una iniciativa regional de conservación y uso sostenible que busca la adecuada gestión de la biodiversidad y los recursos marinos y costeros. Incluye como áreas núcleo las áreas marinas protegidas de Santuario de Flora y Fauna Malpelo, Parque Nacional Natural Gorgona (en Colombia), Parque Nacional Coiba (en Panamá), Parque Nacional y Reserva Marina de Galápagos (en Ecuador) y el Parque Nacional Isla del Coco (en Costa Rica).
Ahora, de acuerdo a Arguedas Montezuma, es como replicar CMAR pero a nivel terrestre.
“¿Por qué están estos cuatro países? Porque ya han demostrado internacionalmente que tienen capacidad de trabajar juntos. Hay un contexto en el que estos países pueden trabajar de la mano”, dijo Arguedas Montezuma, y agregó que para los potenciales donantes puede ser más atractivo impactar a cuatro países directamente.
En la biodiversidad, Costa Rica se presenta como una región conexa. Es decir, toda la riqueza biológica que se encuentra en el Chocó, que abarca una gran franja geográfica que se extiende por el Pacífico ecuatoriano, colombiano y panameño, y que también comprende una gran zona del Caribe, serranías, lomeríos y montañas, se unen con los bosques neotropicales en Costa Rica. Estos funcionan como puente para la distribución de la riqueza natural.
Arguedas Montezuma adelantó que la idea es trabajar en toda la costa pacífica del Chocó y de Costa Rica; con la gestión de la zona marino costera y la gestión de las áreas silvestres protegidas que existen en la zona costera.
Para la representante de Costa Rica, es una oportunidad para pensar en las áreas marinas protegidas de Costa Rica que se encuentran en la costa y que resienten el impacto de la sedimentación, la contaminación de los ríos y de las cuencas. “Nosotros lo vimos desde esa perspectiva. Nos interesa mucho trabajar en ese fondo, pero con esa perspectiva; gestión marina protegida, gestión de la biodiversidad en el paisaje productivo en la costa pacífica, manglares, etc. Tenemos muchos temas que desarrollar ahí, en términos de gestión de la biodiversidad”, detalla.
Entre los sitios que potencialmente se pueden ver beneficiados en el país está el Parque Nacional Corcovado, el Humedal Ramsar Térraba-Sierpe, el Parque Manuel Antonio y otras zonas protegidas como Playa Hermosa, las islas del golfo de Nicoya, Ostional y Baulas.
“Ese es nuestro interés, buscar ese balance. Ya tenemos CMAR para lo oceánico y Chocó para todo lo que es la parte costera”, reitera.
Al momento de oficializar el fondo, el ministro de Relaciones Exteriores y Culto de Costa Rica, Arnoldo André Tinoco, destacó el papel cooperativo y conjunto de los países involucrados. “Nuestros esfuerzos colectivos son mucho más efectivos cuando trabajamos en conjunto para avanzar hacia la conservación y el desarrollo sostenible de los ecosistemas de nuestra región”.
Una región con retos
Este punto caliente de biodiversidad también enfrenta grandes amenazas: la deforestación, la minería, el tráfico de especies y los conflictos sociales. Estos problemas ponen en peligro la integridad de estos ecosistemas y a las comunidades que dependen de ellos.
Las graves afectaciones a los ecosistemas y la pérdida masiva de biodiversidad, agravadas por la crisis climática, son una amenaza para las ecorregiones con alta diversidad biológica y cultural. La existencia de pueblos y comunidades vulnerables demuestra la urgencia de atender de forma integral la conservación de la biodiversidad y restauración de los ecosistemas, la mitigación y adaptación ante el cambio climático, y la lucha contra la pobreza y las desigualdades socioeconómicas, como destacaron los gobiernos de forma conjunta.
Inty Arcos, biólogo, activista ecuatoriano del Consorcio para el Desarrollo de la Ecorregión Andina e impulsor de la declaratoria de la Reserva de Biosfera del Chocó Andino por UNESCO, señala que el Chocó en general es un territorio todavía visto de sacrificio, “en donde se extrae y se extrae, y nada se devuelve”.
“Las comunidades han sido las más reprimidas; normalmente comunidades afro, indígenas y campesinas no han tenido acceso a educación, no han tenido acceso a salud”, afirma Arcos, quien trabaja en una región denominada como Chocó Andino, debido a la cercanía del Pacífico ecuatoriano con la región de los Andes.
El biólogo también describe al Chocó como “la última frontera del conocimiento biológico” ya que a diferencia de sectores como la Amazonía o los Andes, el Chocó no es ampliamente explorado por investigadores ni se estimula su estudio.
Asimismo considera que es un territorio de “sacrificio” donde hay intereses particulares de las industrias de camarón y de grandes cultivos como la palma aceitera, el palmito, el cacao, la minería y hasta el narcotráfico. “El mundo alrededor del Chocó lo ha visto como una despensa nada más”, lamenta y afirma que hay un vacío de temas culturales y biológicos referentes al Chocó.
“Hay una combinación increíble de ecosistemas y relieves que hacen que ahí explote la biodiversidad con especies de zonas calientes y especies de los Andes. En el Chocó Andino tenemos osos de anteojos (Tremarctos ornatus) que son animales típicos de las montañas andinas y a pocos pasos hay nutrias o tucanes que son típicos de un ecosistema de Chocó más caliente, y eso lo hace único”, ejemplifica.
Arcos destaca que pese a todas las problemáticas, el Chocó tiene una biodiversidad enorme que, con trabajo de campo, organizaciones y habitantes de la zona intentan resguardar.
Sobre el fondo anunciado en la COP16, espera que este llegue realmente a las comunidades y no se quede en los gobiernos centrales o regionales.
Misma idea sostuvo la vicepresidenta colombiana Francia Márquez quien resalta que “la gobernanza no puede ser solo de los estados, tiene que tener la garantía de las comunidades”. Márquez enfatiza en que esto debe cumplirse para que los proyectos sean transformadores y aporten a los objetivos de conservación y que contribuyan al bienestar de los territorios.
Por su parte Arguedas Montezuma también coincide en que el dinero se diluye en las cadenas de ejecución, por excesos de burocracia, y no termina de llegar por completo a los objetivos.
“Entre más simplificado sea el proceso, es mejor, porque le llega a nivel local y hay un impacto a nivel local. El enfoque por ecosistemas del CBD dice que el impacto tiene que ser a nivel local”, comparte.
Arcos indica que lo ideal sería que se identifique a las organizaciones de base o personas que trabajan y conocen el territorio y sus problemas.
“También hay que verlo desde el lado positivo, que se ponga en la mesa este bioma del Chocó, este territorio tan importante para el planeta, ya es un gran paso. También que podamos pensar en trabajar Costa Rica, Panamá, Colombia y Ecuador juntos por este gran corredor biológico. Este es un gran corredor que debemos conservar”, agrega.
El activista reflexiona que si se degrada el ambiente, se degrada la comunidad y la sociedad, por lo que recuerda: “La naturaleza nos tiene que servir para acceder a los derechos en el campo. Que los bosques del Chocó se conviertan en la razón por la que vienen los de la CAF y dicen ‘bueno, aquí vamos a montar universidad para que la gente no migre, para investigar cultivos sostenibles biodiversos, para hacer otras formas de producción’, y ahí se va a mover la economía”.
Las naciones que promueven el fondo detallaron que este y las actividades que se desarrollarán bajo su marco contribuirán al cumplimiento de las metas y objetivos al año 2050 del Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal, así como a las metas climáticas y de manera general a los objetivos del CBD. Arguedas Montezuma detalló que ahora Costa Rica, Colombia, Ecuador y Panamá deberán empezar a definir la operación del fondo.