El 25 de mayo de este año, los directivos de Energy Development Corporation (EDC) se comunicaron por última vez con el Organismo Supervisor de la Inversión en Energía (Osinergmin), el ente estatal que regula las inversiones en energía y minería en el Perú. A diferencia de otras veces, en esa oportunidad la empresa —de capital filipina— ya no le solicitó apoyo al Estado peruano para impulsar la energía geotérmica. Esa vez mandó una carta de despedida.
La empresa había intentado incorporar esta fuente energética verde a la matriz de energía peruana desde el 2012, cuando obtuvo dos autorizaciones estatales. Tras 11 años en el país, sin avanzar de una fase exploratoria en sus dos proyectos geotérmicos en Arequipa y Moquegua, al sur de Perú, EDC optó por cerrar estas operaciones debido a “factores políticos y de mercado”.
La noticia fue un cimbronazo para el sector energético. No era cualquier actor el que se retiraba de la escena. En 2019, el Ministerio de Energía y Minas del Perú (Minem) informó la existencia de 16 proyectos geotérmicos en fase de exploración en todo el país. Según las estimaciones realizadas, EDC administraba el yacimiento más importante en la comunidad de Achumani (Arequipa).
Los estudios de la empresa arrojaron que el reservorio de este proyecto, calculado en más de 40 kilómetros cuadrados, duplica en tamaño al que alimenta a la central geotérmica de Leyte, en Filipinas, la más grande del mundo. Además, Achumani era la concesión que había avanzado más pasos, ya que alistaba la presentación del Estudio de Impacto Ambiental.
Franklin Acevedo, exgerente de EDC en Perú, cuenta a Climate Tracker que durante la última década la empresa libró una batalla en solitario. “No hubo otras (empresas) impulsando el desarrollo geotérmico debido a que el gobierno no dio señales de tener interés en promover esta industria”, afirma.
Además de los dos proyectos que tenía EDC, el Minem actualmente registra 14 autorizaciones para la exploración de recursos geotérmicos en los departamentos de Puno, Ayacucho, Arequipa y Pasco. Las concesiones se reparten en dos empresas: Eco Energy y Emx Geothermal Perú. Ninguno de los proyectos está en operación.
Energía geotérmica
¿De dónde viene esta fuente energética de la que casi nadie habla en el Perú? La energía geotérmica deriva del calor interno de la Tierra. “Este recurso, que puede ser agua o vapor, se ha calentado en el subsuelo gracias al magma”, explica Luis Chirinos, doctor en Ciencias Ambientales y miembro del Instituto de la Naturaleza, Tierra y Energía (INTE PUCP).
Perú, al estar localizado en el Cinturón de Fuego del Pacífico (una de las regiones volcánicas y sísmicas más activas del mundo), tiene la presencia de este recurso energético en buena parte de su cadena montañosa, agrega el especialista.
La geotermia es considerada renovable ya que, una vez producida la energía mediante turbinas, el agua utilizada se puede reinyectar al subsuelo generando así un ciclo constante. “Este proceso puede mantenerse las 24 horas del día, siendo eso una ventaja frente a otras renovables como la eólica o solar que dependen de variables climáticas”, destaca Chirinos.
En ese sentido, el investigador considera que la energía geotérmica puede ser clave en una transición energética, ya que no pondría en riesgo la estabilidad del suministro, una observación habitualmente hecha a las otras renovables no convencionales.
Marchas y contramarchas
Una década atrás, el futuro para la geotermia parecía más promisorio. En 2012, el Minem junto con la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA por sus siglas en inglés), presentaron un Plan Maestro que establecía una hoja de ruta para el desarrollo de esta tecnología. Este trabajo calculó que el potencial geotérmico del país para generación eléctrica ascendía a 3.000 megavatios (MW).
“Es una cifra enorme. Actualmente la potencia instalada nacional es 7.500 MW. Estamos hablando de que el 45% de la electricidad del Perú podría ser generada con geotermia”, dimensiona Acevedo.
Sin embargo, al día de hoy ni un solo vatio de electricidad que se produce en el país proviene de esta fuente. “Los proyectos se quedaron en estudios preliminares. Ninguno está en construcción ni explotación”, describe Roberto Tamayo, exdirector de Electricidad del Minem.
Durante la gestión de Tamayo se aprobó el Plan Maestro, un instrumento que fue el corolario de una serie de normas y decretos que desde la década de 1990 pusieron el foco en la geotermia.
A diferencia de otras fuentes renovables, esta tecnología cuenta con un marco legal robusto. En 1997 se promulgó la Ley Orgánica de Recursos Geotérmicos (ley 26848). Posteriormente, en 2006, se aprobó el reglamento de esta iniciativa, el cual fue actualizado en 2013.
Para Tamayo, el estancamiento de la industria geotérmica no pasa por la falta de marco regulatorio, sino por la carencia de una planificación energética desde el Estado.
“El ministerio establece ciertos estudios energéticos, pero que no son consecutivos. Ello hace que no haya una visión concreta de a qué se quiera apostar. No podemos pensar sólo en el gas natural”, asegura el exfuncionario.
Franklin Acevedo, exdirectivo de EDC Perú y actual gerente de la empresa peruana Soluciones Térmicas, explica que uno de los principales obstáculos para avanzar con las operaciones de gran envergadura son los altos costos de perforación. Por ello, antes de encender las máquinas se requiere un contrato de suministro de energía, que garantice a cualquier empresa el retorno de la inversión.
Las subastas renovables, creadas en 2008 como mecanismo para promocionar estas tecnologías dándoles una tarifa regulada, pudieron ser una opción. Se tratan de concursos públicos convocados por el Estado donde compiten varios proyectos renovables por una cuota de energía que debe ser suministrada al Sistema Eléctrico Interconectado Nacional (SEIN).
Sin embargo, en las cuatro realizadas (en 2009, 2011, 2013 y 2016) compitieron proyectos hidroeléctricos, eólicos, solares y de biomasa, excluyendo a los geotérmicos. Esta omisión se realizó a pesar de que para el 2016 ya el Minem había dado varias autorizaciones de exploración geotérmicas como el proyecto Achumani.
“Eso es más una decisión política”, menciona Tamayo.
Pese a que el propósito de las subastas fue impulsar la participación de las energías renovables no convencionales en la matriz eléctrica, la energía aportada por las fuentes eólicas y solar al SEIN aún no supera el 7% del total. Mientras que las hidroeléctricas y termoeléctricas a gas natural concentran el 90% de la generación.
En enero del 2022, sin dar detalles técnicos de la convocatoria, el ministro de Energía y Minas de ese entonces, Eduardo González, anunció la realización de una nueva subasta para energías renovables. El aviso despertó las expectativas del sector geotérmico, esperanzado en ser incluido. Sin embargo, pasaron los meses, rotaron los ministros y la convocatoria nunca se concretó.
En los últimos años, ya sea como ejecutivo o asesor independiente, Acevedo mandó a los entes rectores documentos y estudios buscando despertar el interés por la industria geotérmica. La respuesta siempre fue la misma: “lo estamos evaluando”.
“Esta respuesta ya no es sostenible. Si no apoyamos hoy el desarrollo de la industria geotérmica, cuando pasen otros 10 años y nuestras reservas de gas no sean suficientes, vamos a hacer lo mismo: buscar paliativos para apagar incendios”, apunta.
Hace una década el Minem presentó el plan Nueva Matriz Energética Sostenible para el Perú (NUMES), en el que proyectaba que, para 2030, Perú generara 1.000 MW con energía geotérmica.
Para Vicentina Cruz, jefa de proyecto de geotermia del organismo público Ingemmet (Instituto Geológico, Minero y Metalúrgico), a la fecha no existen indicios de alcanzar esa meta.
Desde su institución trabaja en el relevamiento de información del potencial geotérmico, para establecer un mapeo más exacto de los recursos con que cuenta el país. La investigación desde el Estado existe, pero falta dar el paso a la ejecución de proyectos.
“La decisión de Estado, desde el Ministerio, es la principal traba para establecer una planta”, refiere Cruz, coincidiendo con el diagnóstico de los especialistas citados anteriormente.
Explica que los altos costos de perforación jugaron en contra de la inclusión de proyectos geotérmicos en las subastas. “Se los ve como costosos, pero no se están tomando en cuenta los otros usos directos. La energía geotérmica se puede usar en calefacción, refrigeración, biohuertos, turismo, entre otros. Estos usos múltiples del recurso hacen que sea rentable”, menciona Cruz.
Este medio se comunicó con voceros del Minem para consultar sobre posibles medidas para desarrollar la geotermia, pero expresaron que debido a que estaban inmersos en la elaboración de informes anuales no podrían responder antes del cierre de la nota.
Experiencias próximas
Si bien el desarrollo de la energía geotérmica es aún emergente en la región, hay países que cuentan con proyectos de explotación en marcha. Según el informe de la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE) de 2022, el 0,6% de la electricidad producida en el continente viene de fuente geotérmica.
Aunque los principales índices se encuentran en Centroamérica —en las matrices eléctricas de países como Honduras o Costa Rica la geotermia alcanza el 24,8% y 12,8% de participación, respectivamente—, existen experiencias de países vecinos a Perú que ya dieron pasos firmes.
A más de 1.200 km al norte de Santiago de Chile, la planta geotérmica Cerro Pabellón genera el 0,4% de la energía que usa Chile, desde 2017.
“Ellos promulgaron su ley en 2000, tres años después de nosotros, y ya concretaron el desafío de la planta”, menciona Tamayo.
Mientras tanto, en Bolivia se ejecuta la planta piloto Laguna Colorada. En una fase inicial este proyecto generará 5 MW de energía, teniendo como meta alcanzar en años posteriores los 100 MW.
Soluciones para el sur del país
A 3.300 sobre el nivel del mar (msnm), en medio del Cañón del Colca, se encuentra el pueblo de Cabanaconde. Si bien hay un flujo importante de turistas, en esta comunidad impera la tradición: la mayoría de pobladores locales trabaja en agricultura y ganadería.
En los últimos años, la geotermia fue un concepto que empezó a esparcirse entre los comuneros. En las partes altas del pueblo, en la comunidad de Pinchollo, es habitual encontrarse con géiseres, es decir columnas de agua caliente y vapor que afloran a la superficie a través de fisuras en la tierra. En esa área es donde EDC iba a desarrollar el proyecto Achumani.
René Vargas, comunero calificado de Cabanaconde, considera que durante esta década la empresa no logró una comunicación fluida con la población local. Para eventuales futuros proyectos sugiere una campaña más cercana y clara.
“La gente se quedó con preguntas: si se generaban regalías, si las perforaciones iban a afectar los canales de riego o el agua potable o si iban a tocar la parte volcánica y provocar más movimientos sísmicos”, dice la autoridad comunal.
Vargas reconoce a la geotermia como un recurso verde y asegura que en muchas localidades de la zona existen demandas energéticas insatisfechas. Considera que una alternativa bien implementada, podría impulsar la industrialización de los productos lácteos y el maíz que se produce en el pueblo.
Uso industrial
Para los especialistas, el uso industrial es una de las claves del desarrollo geotérmico. Según las estimaciones del Plan Maestro, el mayor potencial de este recurso se concentra en tres departamentos del sur del país (Arequipa, Moquegua y Tacna). Estas regiones son vulnerables al desabastecimiento de energía ya que el 80% de la electricidad del país se genera en la zona central.
“Existen dos líneas de transmisión que sirven para conducir esta energía hacia la zona sur. Meses antes de la pandemia se podía ver que estas líneas ya estaban trabajando a un 92%. Es decir que, si existe un incremento de demanda, la infraestructura actual no va ser suficiente para transportar la energía”, explica Acevedo.
El desarrollo de energías renovables no convencionales en el sur podría descomprimir esa situación. El investigador de INTE PUCP, Luis Chirinos, considera que podría aprovecharse la significativa presencia de mineras en estas regiones para posicionar a la geotermia.
“Se necesita un consumidor ancla, que garantice un consumo importante de esa energía. Después el resto se va ir sumando porque ya tienes una infraestructura desarrollada”, destaca Chirinos.
Pero, hablar de clientes suena pretencioso en la dura actualidad. A tan solo seis años de que el Estado examine si las energías renovables no convencionales alcanzaron el 15% de la matriz energética (compromiso adoptado en el marco del Acuerdo de París), las geotérmicas siguen sin aparecer en la foto. Aún con hoja de ruta, ley y reglamentos aprobados, la decisión final deberá llegar del lado político.