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Planeta #4: Financiamiento: la clave para el avance o el bloqueo de la acción climática

En vísperas del inicio de la COP28 en Dubái -y mientras preparo las valijas- analizamos el tema transversal a todas las discusiones que pone en disputa al mundo desarrollado y al mundo en desarrollo. Money, money, money.

“¡Algo muy malo ha ocurrido hoy en el mundo!”, gritaba una señora con profunda tristeza y preocupación. Era la mañana del 9 de noviembre de 2016. Estábamos en el autobús de Naciones Unidas llegando al predio de la COP22 en Marrakech, Marruecos. Del otro lado del océano, Donald Trump había sido elegido presidente de Estados Unidos. Un negacionista del cambio climático había sido elegido presidente del país históricamente más emisor.

“¡Algo muy malo ha ocurrido hoy en el mundo!”, volvió a resonar en mi mente hace unos días mientras colegas me anticipaban lo inevitable, mientras en televisión se confirmaba la noticia que no quería escuchar, mientras veía llorar a una amiga y Yiyo (el perro) intentaba consolarla. El domingo pasado, de este lado del mundo, Javier Milei fue elegido presidente de Argentina. Un negacionista del cambio climático fue elegido presidente del país que amo.

Hoy, todo es un acumulado de esa misma tristeza y preocupación que se transmitía en el grito de la señora. Hoy lo único que sabemos es lo que propuso durante la campaña: eliminaría el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y no lo integraría como secretaría a su nuevo Ministerio de Capital Humano, como sí lo haría con Salud y Educación. Eso no es todo: Afirmó que no adherirá a la Agenda 2030 de Objetivos de Desarrollo Sostenible, en la que la acción climática es condición sine qua non para poder cumplir el resto de los objetivos.

Todo esto abre múltiples interrogantes. Dejemos a un lado aquellos que se basan en la importancia ambiental y ética de actuar ante el cambio climático, veamos esa variable que tanto importa: la económica. En un mundo que -con actores del sector público y privado- comenzó a discutir la necesidad de modificar la arquitectura financiera internacional -incluyendo los modelos del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial- en pos de aliviar las deudas financieras y ayudar en la acción climática, ¿cómo se accederá a financiamiento si no se tiene un ministerio que coordine la acción climática, si no se tiene una política climática?

Sólo el viernes 17 de noviembre, previo a las elecciones, fue el primer día registrado en el que la temperatura global superó 2°C por encima de los niveles pre-industriales. En un mundo cada vez más caliente con múltiples impactos a lo largo y ancho del territorio argentino, ¿cómo se evitarán pérdidas económicas, por ejemplo ante una sequía, si no se tienen políticas de adaptación para prepararnos mejor?

En esta edición de Planeta -que llegó a sus casillas con una demora producto del vaivén emocional de las últimas semanas- no podía dejar de escribir unas palabras sobre la situación política del país del que tengo el orgullo de llevar pasaporte, que definitivamente tendrá una repercusión en el resto de la región y la cual seguiré de cerca los próximos días mientras cubra las negociaciones. Habrá que ver si Milei sigue los pasos de su referente Trump e inicia el proceso -que le llevaría mínimo un año- para sacar a la Argentina del Acuerdo de París, o si sigue los pasos de su otro referente negacionista Jair Bolsonaro y se queda en el proceso de negociaciones… para obstaculizarlas. En uno y otro caso, la jugada no sería inteligente ya ni siquiera desde lo climático, sino desde lo económico.

“Remember when we couldn’t take the heat?”. Un día antes de las elecciones en Argentina desvié la ansiedad local siguiendo lo que ocurría en un país vecino. Al popular tour de Taylor Swift se le agregó un protagonista inesperado (o no tanto): el calor extremo. La cantante estadounidense dio un show el viernes en la noche en Río de Janeiro, Brasil, en medio de una ola de calor que azotó al país y que llegó a un récord histórico de 59,7°C de sensación térmica para la ciudad. Fallas de organización mediante, la artista tuvo que pedir agua para sus fans, su equipo ayudó para asistirlos y hasta una joven falleció. ¿Por qué se piensa casi de inmediato en suspender un show por intensas precipitaciones y no por una ola de calor?

El calor extremo es uno de los impactos ya presentes del cambio climático que evidencia que no nos estamos preparando bien, que no nos estamos adaptando de la mejor forma. Evidencia, además, otra realidad histórica: la adaptación al cambio climático ha tenido -mucha- menos importancia para los tomadores de decisión en comparación con la mitigación (y eso que, sabemos, que ésta tampoco ha tenido la relevancia que se merecía, ¿no?). Esa desigualdad se traslada a lo que los países en desarrollo, menos contribuyentes del problema y más expuestos a los impactos, necesitan: financiamiento.

La más reciente edición del Adaptation GAP Report del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente evidencia que la brecha entre los flujos financieros por un lado y las necesidades y los costos de financiación para adaptación por otro, ha aumentado. Se estima que la brecha de financiamiento para adaptación para países en desarrollo hoy se ubica en el rango de US$194 mil millones a US$336 mil millones al año. Mucha, demasiada plata. Mucha, demasiada diferencia.

En la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, la COP28, que iniciará el próximo 30 de noviembre en Dubái, uno de los temas de discusión donde el financiamiento es protagonista será la Meta Global de Adaptación. Los países en desarrollo vienen reclamando que se incremente la movilización de dinero destinada a adaptarse a los impactos del cambio climático. Entre pasillo se dice que algunos buscarían que el financiamiento no se discuta como parte de la Meta, sino como un asunto separado.

En uno y otro caso, lo que importa es que 1) se movilice más cantidad de dinero y 2) llegue a destino lo antes posible. De lo contrario, estamos hablando de ayudar económicamente para prepararse ante precipitaciones intensas y el dinero llega cuando ya pasó la inundación. El Adaptation GAP Report no ofrece un mensaje muy optimista al respecto: “Si bien la duplicación del financiamiento para la adaptación para 2025 y el nuevo objetivo colectivo cuantificado para 2030 que se está deliberando serán fundamentales para ayudar a cerrar la brecha financiera, es poco probable que el aumento de la financiación pública internacional por sí solo pueda cerrarla. Por ejemplo, lograr el objetivo de duplicar el financiamiento para la adaptación (para 2025) sólo reduciría la brecha entre un 5 y un 10 por ciento”.

¿Será esta la única instancia de la COP28 donde se discutirá sobre financiamiento? La respuesta se la imaginan…

COP26, Glasgow, 2021 | Foto: UNFCCC
COP26, Glasgow, 2021 | Foto: UNFCCC

“Financiamiento está en, al menos, 20 ítems de la agenda de la COP”, decía Enrique Maurtua Konstantinidis, asesor senior en Diplomacia del Independent Global Stocktake para América Latina y el Caribe, en un evento que moderé dos días antes de las elecciones. Así ilustró por qué el financiamiento es la columna vertebral de las negociaciones climáticas. Veamos los dos temas sobre los cuales conversamos en las dos ediciones anteriores.

La COP28 nos ofrecerá el primer Balance Mundial, esa primera radiografía que mostrará cómo están los países con la implementación del Acuerdo de París (mal, ya lo sabemos), pero que, por sobre todo, debiera guiar una mayor y mejor acción con recomendaciones basadas en lo hecho. En esas recomendaciones (o la palabra técnica que mejor consensúen) será fundamental observar los cambios necesarios a hacer en materia de movilización de fondos para ayudar a los países en desarrollo con sus políticas de mitigación y adaptación.

Según el siempre increíble trabajo de Carbon Brief sobre las posturas (y los intereses) de los países en las negociaciones, el G77+China, Sudáfrica y Reino Unido ven con alta prioridad que haya una reforma del sistema financiero, del mismo modo que la mayoría de los grupos que representan países en desarrollo pelearán por asegurar una mención de la equidad (responsabilidades comunes, pero diferenciadas) en la decisión final.

Por ese principio de equidad, y porque no hemos hecho las cosas bien -o lo suficiente- ni en mitigación ni en adaptación, es que los países en desarrollo conquistaron el año pasado el establecimiento de un fondo que movilice exclusivamente financiamiento para las pérdidas y los daños ocasionados por los impactos del cambio climático. En la edición anterior les compartía las idas y vueltas que había al respecto. Si bien en una reciente reunión se avanzó en encontrar consensos, quién estructurará el fondo seguirá siendo la principal disputa en la conferencia. ¿Las posturas en confrontación? A) Que el fondo quede a cargo de forma más independiente bajo la Convención, postura defendida por los países en desarrollo; B) Que el fondo se aloje bajo el Banco Mundial, postura defendida por Estados Unidos y la Unión Europea.

Cecilia Nicolini, actual secretaria de Cambio Climático, Desarrollo Sostenible e Innovación del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Argentina, se preguntó en voz alta en el evento: “¿Quién garantiza que una estructura nueva, independiente, diferente sea mejor que hacerlo bajo el Banco Mundial?”. Lo cierto es que, de terminar triunfando la opción del Banco Mundial, sería bajo determinadas condiciones para evitar los males ya conocidos. La pregunta es si los consensos alcanzados permanecerán en Dubai o si las discusiones se abrirán nuevamente sobre algunos subtemas, o en todos.

COP15, Copenhague, 2019 | Foto: UNFCCC
COP15, Copenhague, 2019 | Foto: UNFCCC

¿Nos falta algo más? Sí, los US$100 mil millones. Recapitulo rápido: en 2009 los países desarrollados se comprometieron a movilizar esta cifra a 2020 a los países en desarrollo para ayudarlos en la acción climática. Con el Acuerdo de París en 2015 extendieron ese compromiso a US$100 mil millones anuales a 2025. El último reporte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD) muestra que en 2021 se movilizaron US$89.6 mil millones. Es decir, los compromisos asumidos por los países desarrollados aún no fueron cumplidos.

Al respecto hay dos cuestiones muy importantes a considerar rumbo a la COP28. Por un lado, el valor simbólico de este cumplimiento. Aún cuando se sabe que la cifra ya quedó totalmente desactualizada, cumplirla significaría reconstruir una confianza que se rompió entre un mundo desarrollado que promete sin cumplir y un mundo en desarrollo que exige casi pidiendo migajas.

Por otro lado, hay una palabra clave que es fundamental: anual. No estamos hablando de US$100 mil millones de una vez y listo, sino de movilizar esa suma por cada año de 2020 a 2025. Esta aclaración no es menor si se considera que algunos líderes vienen anticipando que la COP28 será el espacio donde “se cumpla la meta de los US$100 mil millones” sólo refiriéndose -sin decirlo- a los de un año.

Cumplir esta meta, o al menos empezar a hacerlo, será fundamental -además- para avanzar en las negociaciones por lo que sigue: la meta de financiamiento posterior a 2025. El mayor desafío en este punto será definir detalles que se ajusten a lo que se necesita desde los países más expuestos y no a lo que conviene a quienes deben poner el dinero sobre la mesa.

Entendiendo por esto último también que, sí está buenísimo que el sector privado se involucre movilizando dinero, pero ello no exime a los gobiernos de los países más emisores de asumir sus responsabilidades.

En todo esto América Latina tendrá la oportunidad de trabajar más en conjunto para garantizarse la recepción de ayuda económica y el desafío de preparar proyectos de real acción climática. Es decir, que el dinero vaya a energías renovables y no a gas fósil.

Hablar de financiamiento climático siempre deja ese sabor amargo de “nadie quiere hacer lo que corresponde” y una sensación de que no se avanza. Ello creo que se incrementa esta semana en la que mi ánimo local se ha alejado un poco del optimismo testarudo que me caracteriza. Pero lo que siempre servirá aún ante los que bloquean, ante los que niegan la ciencia, ante los que hacen que todo sea más difícil es involucrarse para exigir los cambios necesarios.

Y si de involucrarse se trata, con Climate Tracker estaremos en Dubai cubriendo la COP28, compartiendo material desde las redes sociales y preparando las próximas tres ediciones de Planeta en fechas especiales en línea con el calendario de la conferencia, así que ¡estén atentos!

Un abrazo entre preparativo de maletas,

Tais

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