La ciudad de las 12 hidroeléctricas

En la zona central de Chile se encuentra San Clemente, la comuna más extensa de la Región del Maule. Aunque apenas supera los 40 mil habitantes, una cifra negra la corroe: con 12 centrales activas en la cuenca del río Maule, vecinos y vecinas acusan un colapso del recurso hídrico, en un territorio que se ha visto afectado no solo por la sequía, sino también por problemas energéticos de diversa índole.

Hidroeléctricas

¡Mira, papi, muchas águilas! gritó Camila* (9) a Jonathan Vidal mientras iban bajando en auto por la cordillera. Aprovechando el buen clima y las fiestas patrias del 18 de septiembre, el sanfernandino y su familia visitaron la nieve posada en el alto Maule. Fue en el camino de regreso cuando una bandada de cóndores en pleno vuelo lo instó a frenar su ruta.

— No son águilas, hija, son cóndores, el ave del escudo nacional.

Pero la alegría no duró mucho. Al poco rato de mirar el paisaje, un cóndor juvenil chocó con un cable de una torre de alta tensión. “Casi al segundo el cóndor cayó entre los matorrales del cerro. Fue impactante, muy triste, porque mis hijos lo vieron todo”, recuerda.

Muerte de cóndor tras chocar con torre de alta tensión, registrada el 18 de septiembre. Foto: Defensores Región del Maule

Alertado por Jonathan, fue el diputado ambientalista y fundador de la organización Defensores Región del Maule, Francisco Pulgar, la primera persona en localizar el cóndor y activar el protocolo establecido por el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG). La necropsia, a cargo de la médica veterinaria María Fernanda González, despejaría cualquier duda: el ave murió electrocutada en el acto.

“Esta no es la primera ni la última muerte de este tipo: aquí se ha modificado el ecosistema. Los cóndores se paran en las torres de alta tensión sin saber si están o no electrificadas. Sí, este incidente fue visto por personas, pero ¿cuántos más ocurren que no tienen testigos presenciales al no ser zonas totalmente urbanizadas?”, cuestiona el diputado.

Foto: Defensores Región del Maule

Zona de sacrificio

En términos sencillos, una central hidroeléctrica convierte la energía potencial del agua en electricidad. Esto, mediante el traspaso de agua situada en un embalse a una serie de turbinas que transfieren la energía obtenida de la fuerza del agua a un generador eléctrico.

Sin embargo, antes de viajar a nuestros hogares por las líneas de transmisión, la energía eléctrica pasa por un transformador, que reduce la intensidad de la corriente, pero aumenta su voltaje.

Represa hidroeléctrica (gráfica explicativa). Imagen: Tomia, CC BY 3.0, via Wikimedia Commons

Los paisajes cordilleranos de San Clemente hace 70 años se combinan con decenas de líneas de transmisión de energía eléctrica. Atravesando incluso predios habitados, todas van a dar a un mismo fin: la cuenca del río Maule. Con una longitud de 240 kilómetros, el afluente natural alberga 12 centrales, la mayor cantidad de hidroeléctricas por comuna en Chile.

Para Bárbara Meneses, presidenta de la organización social Salvemos el Alto Maule y directiva de la ONG Andes Sustentable, la “cuenca del río Maule se convirtió en una zona de sacrificio”.

“Toda la cuenca alta del Maule es el nacimiento de la vida que hay abajo. La Región del Maule, en términos alimenticios y de exportación, es de las más importantes del país, entonces, urge tomar conciencia porque una vez hecho el daño, no hay vuelta atrás”, dice.

Río Maule. Foto: Anaximander, CC BY-SA 3.0, via Wikimedia Commons

Según datos del Hub de Energía, la energía hidroeléctrica es la principal fuente de generación de electricidad en la mayoría de los países de América Latina y el Caribe, representando el 46%, cifra significativamente superior a la media mundial del 16%. Aunque en Chile este número baja al 27%, la investigadora postdoctoral del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2, Chloé Nicolas-Artero, advierte “no mirar de forma pasiva”.

“Hay una falsa conciencia de que las hidroeléctricas son inocuas, se presentan como un ejemplo de energía limpia, cuando producen impactos en distintas escalas”, asegura la experta en seguridad hídrica.

Así se ha constatado, por ejemplo, en un estudio sobre los efectos de las hidroeléctricas en el río Maule, que advierte sobre las múltiples presiones que enfrenta la cuenca y la reducción de caudales debido a la variabilidad y cambio climático, incluyendo la megasequía que afecta a la zona central de Chile hace más de una década.

En la vereda contraria se posiciona Enel, empresa a cargo de cinco centrales en el sector, que si bien en su informe “Plan de Conservación Cuenca Alta del Maule” admite situarse en una zona con “alto porcentaje de especies amenazadas” y con turismo “basado en bellezas escénicas y naturales”, promete la “conservación del recurso hídrico de la cuenca y preservar su disponibilidad en el largo plazo”.

“Nuestras centrales no han generado daños ambientales en los territorios y cumplen con la normativa ambiental. Son sujetas de fiscalizaciones por parte de la autoridad y nunca han sido objeto de procesos sancionatorios”, sostienen desde Enel Generación.

Y aunque la energía hidroeléctrica es menos dañina que la extraída del combustible fósil en función del cambio climático, los “cambios en el caudal del río y en las condiciones naturales de la flora y fauna del lugar” son la principal alerta para Nicolas-Artero.

“Una hidroeléctrica modifica el desvía natural de un río, inundando áreas y dejando sin flujo otras, lo que lleva a un descenso de la supervivencia de especies críticas y de la reproducción orgánica”, precisa la científica. “Hay que pensar varias veces en qué beneficia a la población la construcción de tantas centrales”.

Casa de herrero, cuchillo de palo

De día, los habitantes del sector El Médano tienen una vista envidiable de la alta cordillera. De noche, el panorama es distinto. Pese a que desde sus ventanas pueden ver las redes de torres de alta tensión que pueblan los cerros, dentro de sus casas este servicio sigue siendo una promesa incumplida.

“Casa de herrero y cuchillo de palo” es el dicho con que los lugareños engloban la situación actual, ya que pese a que la comuna alimenta de energía al país, posee altas tarifas e incluso cortes prolongados y frecuentes en invierno.

Desde la ONG Andes Sustentable, Meneses califica en mayor cantidad los contras a los beneficios que traen estos proyectos a la comunidad, ya que pese a que las empresas “prometen desarrollo económico y trabajo, esto solo se cumple en el tiempo que opera la construcción de las centrales. Una vez listo, son de dos a cuatro las personas que están a cargo, es todo automatizado, por lo que toda la bonanza prometida no es tal”, afirma.

Además, la hidroelectricidad es vulnerable a la disponibilidad de agua, por lo que las y los expertos destacan la necesidad de diversificar la matriz energética en los países, más aún en contexto de crisis climática.

Armerillo, Río Maule. Foto: Bcx22, CC BY-SA 4.0, vía Wikimedia Commons

Por todos los antecedentes, muchos claman por una transición energética justa que no sólo construya un sistema energético diversificado y basado en energías renovables no convencionales, sino que también considere una mirada equitativa y asociada a las áreas sensibles de la población, incluyendo el trabajo, calidad de vida, seguridad y costes asociados a la distribución o almacenamiento de la energía, tal como lo piden las y los habitantes de San Clemente.

Desde su popularización en los noventa, la transición energética justa ya ha sido adoptada como un objetivo por el Pacto Verde Europeo, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la COP 21 de París y que se constituye como eje del apartado 13 de la Agenda 2030 de la ONU.

Si bien desde la web de ENEL Green Power se asegura tener como foco la “transición energética para todos”, la posdoctorante del CR(2) lo pone en duda. “Muchas veces se entiende como transición justa netamente la descarbonización, cuando es un fenómeno que se debe mirar de forma amplia”, sostiene Nicolas-Artero.

“El problema es que el impacto medioambiental no se puede separar del social y en estructuras grandes se tienden a legitimar ciertas prácticas y deslegitimar otras. Entonces, comienza una lógica de quién importa más, si la población que estaba ahí desde antes o la empresa”, concluye.

Una historia conocida

Pero no es el único conflicto en la zona. Actualmente se encuentra en proceso de evaluación ambiental el proyecto de Interconexión energética Los Cóndores en la Ruta Internacional Pehuenche, que permitirá importar y exportar electricidad entre Argentina y Chile a través de 72 torres de alta tensión y una subestación eléctrica de, a lo menos, 27 kilómetros de tendido eléctrico.

Los pocos paisajes cordilleranos sin intervención humana, que incluyen el valle de los cóndores, la laguna del Maule, la cascada invertida o las 2.000 hectáreas protegidas del Parque Tricahue, se verían afectados por este megaproyecto, lo que ha llevado a que organismos como la Corporación Nacional Forestal (CONAF) e incluso la Municipalidad de San Clemente presenten reparos.

Monjes blancos, río Maule. Foto: Wehinger2014, CC BY-SA 3.0, via Wikimedia Commons

Uno de los cuestionamientos tiene que ver con el cuidado a la flora endémica. CONAF detectó en sectores de la denominada “Nueva Subestación Los Cóndores” la existencia del arbusto Calceolaria pallida, especie en peligro de extinción según la Clasificación de Especies del Ministerio del Medio Ambiente. Sin embargo, en su estudio de impacto ambiental, Enel argumenta no registrar daños.

Mismo caso con la vegetación higrófila del género Gunnera, cuya existencia podría verse afectada por la construcción de torres cercanas a su hábitat y al arrastre de material y sedimentos.

Sin embargo, desde Enel Generación afirman que “no se identifica degradación y afectación significativa para la flora y fauna, como tampoco hay afectación hídrica ni en la calidad del aire”.

El último vuelo del cóndor

Por otra parte, si bien cualquier ave andina puede verse perjudicada por las líneas de transmisión, sería el cóndor el principal afectado debido a su poca maniobrabilidad de vuelo. Así lo explica el veterinario miembro de la Unión de Ornitólogos de Chile, Eduardo Pávez, quien si bien no condena la construcción de estas torres, sí alerta sobre los peligros asociados a estudios de impacto medioambiental no concluyentes.

“En la cuenca del río Maule hay montones de líneas de transmisión. Es un hecho que hay problemas que resolver porque son recurrentes los choques. Ese río está super intervenido y es una situación compleja”, puntualiza.

Cóndores posados en torre de alta tensión. Foto: Defensores Región del Maule

El cóndor no está en peligro de extinción en Chile. Sin embargo, para Pávez esto no significa que su muerte “no sea un problema severo” debido a su ciclo de vida. “Un cóndor alcanza su madurez sexual a los ocho años y se reproduce cada dos o tres, poniendo un solo huevo”.

Es decir, pese a su longevidad, su tasa reproductiva es muy baja, por lo que “cualquier factor de origen humano que aumente esa tasa de mortalidad genera una caída en la población que es muy difícil de revertir y hay que evitarla a toda costa”, explica el también co-director del Programa de Conservación del Cóndor Andino Chile-Argentina.

Según el estudio de impacto ambiental hecho por Enel, la empresa contempla la instalación de disuasores de vuelo eléctricos (disuasor láser) y físicos (espirales, baliza, desviadores de vuelos, marcador UV) a lo largo del trazado eléctrico del proyecto. Medida que para Meneses resultaría ineficiente, debido a que “cualquier intento de mitigación partiría de una base equivocada, ya que las torres se establecerán en sus corredores de vuelo”.

Aunque desde Enel Generación sostienen que “existe un riesgo de colisión bajo para las especies de aves de mayor tamaño”, Jonathan recuerda con decepción lo ocurrido durante las fiestas patrias y se posiciona en contra de este nuevo proyecto. Y pese a que no conoce a Bárbara Meneses ni a otros activistas, su petición es la misma: que la primera vez que se vea un cóndor, no sea en el último vuelo de su vida.

Foto: Wladimir Rupcich / Pixabay

* Este nombre fue cambiado para mantener en reserva la identidad de la niña.

Para este reportaje nos pusimos en contacto con la Municipalidad de San Clemente, quienes hasta el cierre de esta edición no contestaron los llamados. Además, al ser un proyecto en actual evaluación, CONAF declinó participar en el reportaje

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