Este viernes 21 de noviembre, durante la trigésima Conferencia de las Partes en Cambio Climático (COP30) que se perfilaba como “la COP de la adaptación”, la presidencia presentó en un borrador de la decisión final la adopción de la lista de indicadores, que buscan fortalecer los procesos de incidencia para la implementación del Objetivo Global de Adaptación y guiar la construcción de los Planes Nacionales de Adaptación (NAP, por sus siglas en inglés) de los países.
Sin embargo, pese a las fuertes demandas sociales y de algunos países por incluir un compromiso de triplicar la meta de financiamiento del Fondo de Adaptación, en el borrador de la decisión solo incluye un llamado a los países desarrollados a que se esfuercen en triplicar la financiación.
De acuerdo con un informe, 144 países han iniciado el proceso de formulación de sus NAP, pero solo 67 países en desarrollo los han presentado. México se integra a la COP30 con una nueva Contribución Determinada a nivel Nacional (NDC) 3.0 y con una NAP en proceso de construcción, que podría adoptar la lista de indicadores, pero que enfrentará, como muchos de estos planes, el reto de la financiación para implementarlos, de acuerdo con Daniel Porcel, especialista en política climática del Instituto Talanoa de Brasil.
Construyendo la resiliencia
México ha ido aumentando su vulnerabilidad en los últimos años, de acuerdo con el Índice de Adaptación Global de la Universidad de Notre Dame, donde ocupa el puesto 100 de 187, cuando en 2020 ocupaba el puesto 95.
En este contexto, más allá de identificar vulnerabilidades y riesgos de un país ante el cambio climático, los NAPs deben plantear un plan de futuro que reduzca las vulnerabilidades y aumente la capacidad de resiliencia, de acuerdo con Porcel.
Actualmente, el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC) de México está elaborando su Política Nacional de Adaptación con un apoyo Readiness del Fondo Verde para el Clima (FVC) que, de acuerdo con Rebecca Thyssen, responsable de incidencia global en Climate Action Network (CAN) International, es un fondo multilateral que se capitaliza con los recursos que aportan los países desarrollados.
Con una financiación de 2,8 millones de dólares, el INECC inició en mayo el diseño de la NAP con un plazo límite de 36 meses.
“Está en una etapa muy inicial”, señaló Celia Pigueron, coordinadora general de Adaptación al Cambio Climático y Ecología del INECC, quien se encuentra a cargo del diseño de la NAP mexicana.
Actualmente, están trabajando en colaboración con el Programa de Investigación en Cambio Climático de la UNAM (PIC) y están próximos a iniciar grupos de trabajo y diálogos regionales en los territorios con todos los sectores involucrados en cada eje de la NDC 3.0, y aseguró que pretenden tener un borrador para finales de 2026.
Los ejes que se seguirán son: prevención y atención de impactos negativos; sistemas productivos resilientes y seguridad alimentaria; conservación, restauración y aprovechamiento sostenible y de los servicios ecosistémicos; protección de infraestructura estratégica y patrimonio cultural tangible; y gestión integrada de los recursos hídricos con enfoque de cambio climático.
Sin embargo, México construye su NAP mientras en la COP se discuten tres grandes temas: la incorporación de los indicadores de adaptación que guían el diseño de los NAP, la triplicación del Fondo de Adaptación y la forma en la que los países reportan la implementación de sus NAP.
Indicadores voluntarios y sin financiación
El listado inicial de 100 indicadores fue reducido y se propone adoptarlos en el borrador de la decisión final en materia de adaptación de la COP30 que fue publicado este 21 de noviembre.
Sin embargo, se enfatiza que son voluntarios, no crean una nueva obligación de financiamiento y establece un plan de alineación de políticas de dos años.
Los indicadores pueden servir de guía para la elaboración de los NAP de los países acorde a sus vulnerabilidades.
“Se están presentando indicadores que sirvan para que los NAP puedan monitorear sus características de vulnerabilidad, puedan integrarlo al marco multilateral y puedan tener un poco más de coherencia y acceso a financiamiento”, señaló Porcel.
Pigueron señaló que México tiene una disposición a adoptarlos en la construcción de su NAP.
Uno de los argumentos que obstaculizaba el consenso entre las Partes para aprobar los indicadores era el tema de la financiación, ya que países como Uruguay, Chile, Guatemala, Perú, México y Costa Rica explicaron en una rueda de prensa que, además de los indicadores, se requiere aprobar el aumento al presupuesto para poder cumplir con ellos.
Sin embargo, el impulso de triplicar el Fondo para Adaptación, a diferencia de los indicadores, no fue incluido como un acuerdo en el borrador de la presidencia de la COP30.
“Estamos en una etapa donde tenemos planes, pero no podemos implementar. Nadie quiere dar más plata a los países en desarrollo. No basta con someter planes a la plataforma de la convención, sino que necesitan realmente aterrizar en la vida cotidiana de las personas. Sin financiamiento corremos el riesgo de tener una lista de indicadores que sea una tabla de Excel y un plan nacional que sea un papel mojado”, señaló Porcel.
México presentó su primera Comunicación sobre la Adaptación en 2022, un informe que los países adheridos al Acuerdo de París presentan ante la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) para compartir sus prioridades, avances, retos y necesidades en materia de adaptación al cambio climático.
En este documento México señaló que los costos de los desastres hidrometeorológicos ascendieron a 35.372 millones de dólares durante el periodo 2000-2020. De acuerdo con la Semarnat, el huracán Otis representó una inversión federal de 3 millones de dólares para atender a la población afectada en la costa Pacífico de México en octubre de 2023.
Además, el país enfrenta pérdidas económicas significativas derivadas del cambio climático, particularmente en sectores clave como la agricultura, la salud y los recursos hídricos. Durante 2024-2030 se estima que el valor de las pérdidas acumuladas podría ser equivalente a un 25% del Producto Interno Bruto (PIB) de 2024, de acuerdo con la NDC 3.0.
Durante la COP30, el Fondo de Adaptación movilizó alrededor de 135 millones de dólares en nuevas promesas de financiamiento, con aportes de Alemania, España, Suecia, Irlanda, Luxemburgo, Suiza, la región valona de Bélgica, Corea del Sur e Islandia.
Pese a ello, la cifra aún queda lejos de la meta de 300 millones de dólares para 2025, necesaria para triplicar la asistencia hacia 2030 —según lo acordado en la COP29— y para atender una cartera de proyectos en desarrollo que ya supera los mil millones de dólares.
En este marco, Pigueron señaló que México está explorando formas de capitalizarse para poder emprender su NAP.
“Igual que los demás países no tenemos suficiente financiamiento para la implementación, pero en esta etapa de diseño podemos articular portafolios y estrategias para sector privado, porque ellos son tanto responsables pero también se ven afectados por el cambio climático. Entonces, estamos buscando emisión de bonos, incluso un bono de adaptación que creo que no existe y lo tenemos que diseñar”, explicó.
La sociedad civil y un grupo de países en desarrollo están luchando para que la triplicación del financiamiento sea presentada en la decisión final como un acuerdo, ya que esto ayudaría a financiar proyectos y a implementar los NAP.
“En un contexto geopolítico complicado, donde Estados Unidos sale del Acuerdo de París, donde los países desarrollados están invirtiendo más dinero en guerras que en clima, necesitamos la seguridad de que no vamos a tener menos dinero para adaptación, porque al final la adaptación también se trata de vidas, y cuando hablamos de vidas y de ecosistemas no podemos dejar a nadie atrás”, señaló Porcel.