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Paneles fotovoltaicos en Argentina: una estructura laboral armada que no termina de arrancar

La energía solar brinda nuevas salidas laborales pero el contexto económico nacional no permite que el rubro, incipiente y con potencial en el país, termine de despegar. Existen escuelas técnicas e institutos terciarios con especialidades en fuentes renovables, aunque desde la cámara que nuclea a las empresas del sector se encuentran realizando un censo para determinar qué necesidades tiene el mercado para terminar de fortalecer la cadena de valor y que no haya sólo una sobreoferta de mano de obra

Por necesidad laboral, por convicción o por las dudas. Los motivos por los que cada vez hay más personas haciendo cursos para instalar paneles solares en Argentina son diversos. Sin embargo, el panorama a nivel nacional muestra una sobreoferta de instaladores, una baja demanda de equipos y un contexto en el que las energías renovables quedaron de lado para la administración nacional. Quienes se capacitan ven una oportunidad concreta a futuro que, por el momento, no termina de arrancar a pesar de que el país se encamina a tener su primera planta de fabricación de paneles solares y de que hay carreras terciarias y secundarias con especialidades en energías renovables.

En ese contexto surgen otras necesidades, como la de vendedores calificados de paneles, mientras la Cámara Argentina de Energías Renovables (Cader) se encuentra realizando un censo a nivel nacional para trazar un mapa específico del rubro en el país y, de esa manera, encauzar las formaciones en pos de atender las demandas del mercado, tomando como ejemplos a países de la región que están varios pasos adelantados en la materia.

Desde la Cader remarcaron que la meta para la generación distribuida para el 2030 es llegar a 1 gigawatt (GW) de potencia instalada, según lo establecido en la ley 27.424, que fomenta la producción de energía renovable y su integración a la red pública eléctrica. Esto precisaría un incremento del 150% anual en la producción para alcanzar el objetivo.

Hay unas mil empresas de instaladores en el país, algunas de ellas conformadas por una o dos personas. Crédito: Leandro Aguilera.

Según datos de la Secretaría de Energía de la Nación, en lo que va de 2024, en Argentina se concretaron 300 instalaciones de paneles fotovoltaicos para usuarios-generadores y, hasta julio, se generaron 11.742 kilowatts (kW). Pero, ¿quiénes y cómo realizaron esas instalaciones?

Desde la Cader ven que no sólo hay que formar instaladores, sino robustecer toda la cadena involucrada en el crecimiento de las renovables: desde la legislación hasta saber cuántos instaladores e instaladoras disponibles hay en el país. A su vez, desde las empresas que se encargan de vender y capacitar a nueva mano de obra remarcan la necesidad de contar con vendedores calificados.

Hay unas 1.000 empresas de instaladores en el país según estiman desde la Cader, datos que no son oficiales, que pueden tratarse de pequeñas y medianas empresas (pymes) hasta razones sociales compuestas por una o dos personas, que son los instaladores.

El rubro es incipiente y en cuanto a volumen laboral, está muy lejos de competir con el sector de los combustibles fósiles. Según los últimos datos del Centro de Estudios para la Producción (CEP XXI) dependiente del Ministerio de Economía de la Nación, que datan del 2021, el sector petrolero en Argentina cuenta con 65.000 puestos de trabajo directos y 331.000 indirectos.

A pesar de las dificultades actuales, hombres y mujeres continúan capacitándose y hay un potencial latente para el desarrollo de la generación distribuida en el país.

Formación

Las capacitaciones y cursos para instaladores pasaron de cuestiones básicas y de ser casi un pasamanos entre viejos instaladores a nuevos, a contemplar cuestiones integrales en donde se menciona a toda la cadena de valor en donde la instalación es sólo una instancia.

En Argentina hay unos 3.000 usuarios activos de energía generada a través de paneles fotovoltaicos. Crédito: Leandro Aguilera.

“Buscamos explicar el mercado para que los instaladores sepan qué están instalando y que incorporen que son parte de un modelo mundial. Tienen que comprender por qué es necesario que se haga bien”, cuenta Leandro Aguilera, ingeniero industrial y titular de la empresa SuxSolar, que se dedica a la venta e instalación de equipos fotovoltaicos. Además, brinda capacitaciones desde hace 15 años sobre instalación y desarrollo de energías renovables.

La existencia de una cuota de rusticidad juega en contra para el rubro, según considera Hernán Pavani, socio de la firma SolarSol, que fabrica e instala paneles fotovoltaicos, termotanques solares y mobiliario urbano sustentable: “Todo va avanzando, hay cada vez más capacitaciones y los productos mejoran, pero hay cierta falta de profesionalismo en el rubro y críticas al sector por malas instalaciones”.

Al no haber una homologación oficial, los contenidos entre cada formación difieren a pesar de tener como eje al mismo tema.

En particular, los cursos que dicta Aguilera abordan tres módulos de tres meses cada uno, que contemplan contenidos sobre montaje de equipos, conexión a la red eléctrica y puesta en marcha y monitoreo. Tras ello, van a obras de la empresa, a modo de pasantías, en las que pueden ver de primera mano conceptos prácticos y hasta conseguir trabajo.

Uno de esos puestos fue cubierto por Claudio Imperiale, quien a sus 49 años decidió dejar su trabajo de herrero en Rosario para hacer un curso de instalación de paneles solares, motivado por la curiosidad del tema. Mientras cursaba consiguió trabajo en la empresa de Aguilera, quien fue su docente, y hace un año esa es su principal fuente de ingresos.

En lo que va del año, se realizaron unas 300 instalaciones de paneles fotovoltaicos para usuarios-generadores. Crédito: Leandro Aguilera.

“Me llevó la curiosidad por las energías renovables. Hice un curso para instalar paneles solares en el que Leandro (Aguilera) era docente y donde nos dijo que el que estuviera interesado en trabajar con él, lo podía hacer”, explica. En la capacitación tuvo clases teóricas y una pequeña parte práctica, a modo de pasantías, en las obras que la empresa de Aguilera llevaba adelante.

Claudio no se quedó sólo en el interés laboral, ya que sigue capacitándose. “Cada vez me va atrapando más el tema”, confiesa. Y cuenta que hace otros cursos propuestos por la empresa, además de buscar contenido en internet y seguir aprendiendo de forma autodidacta.

En tanto, Aguilera dice: “Los chicos pueden venir a la obra el tiempo que quieran, porque muchos tienen otros trabajos y no tienen tanta disponibilidad. En todos los cursos que damos, ofrecemos que vengan a ver, aunque sea un día, cómo es un panel y que charlen con los instaladores. Hay herramientas, equipamiento y un know how muy específico para saber cómo llevar adelante una obra de estas”.

Censo

La Cader está en pleno proceso censal para saber, exactamente, cuántas empresas de energías renovables hay en el país. El relevamiento lo hacen en conjunto con el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (Inti) para “entender la composición del sector” consultando la localización de las firmas, cuánto empleo dan, a qué segmento y cómo es la proporción de empleados por género, entre otras cuestiones. 

No hay una certificación oficial vigente en Argentina para convertirse en instalador de paneles fotovoltaicos. Crédito: Leandro Aguilera.

El paso siguiente al censo será la formalización de un registro de instaladores. “Esto será fundamental para tomar decisiones en cuanto a la necesidad de desarrollo de capacidades técnicas locales”, explica Gustavo Roldán, consultor especialista en eficiencia energética y energías renovables de la Cader.

Sobre las primeras capacitaciones que se dieron en el sector, manifiesta que “la gran mayoría estaban dirigidas a formar instaladores. Por lo general eran capacitaciones basadas en la experiencia propia de otros instaladores pero sin mucho énfasis en el criterio metodológico”.

Actualmente, las currículas tienen otro contenido y el instalador es apenas una instancia en la composición de una cadena de múltiples actores. Todo esto, según el miembro de Cader, se amplió para incluir cuestiones más integrales.

Sin arranque

Si bien en Argentina ya hay unos 3.000 usuarios activos de energía distribuida, además de que existen carreras terciarias y hasta escuelas secundarias técnicas con especialidades en energías renovables, por ahora es impensable imaginar un mercado nacional demandante de generación distribuida.

En ese sentido, Roldán aclara que “si bien es un mercado que lleva varios años y tomó mayor impulso desde la reglamentación de la ley 27.424, aún se está consolidando”.

Las mil empresas que estiman desde la Cader se distinguen según el tipo de cliente con el que trabajan: en el sector residencial, las instalaciones suelen ser de equipos con una potencia de hasta 10 kW; para el plano comercial, los valores ascienden hasta los 50 o 70 kW; mientras que para los requerimientos industriales, deben contemplarse instalaciones de proyectos de hasta 1 megawatt (MW).

La cuestión es que la demanda de instalaciones no aumenta a la par del “egreso” de instaladores. Al respecto, el consultor en eficiencia energética y energías renovables y miembro de la Comisión Directiva de Cader, Martín Dapelo, señala: “Hoy está todo un poco frenado por la falta de certidumbre en cuanto a los cambios en la regulación del mercado eléctrico. Y si bien aumentó la tarifa y bajaron los precios de los insumos, la recesión de la economía hace que los proyectos queden en espera”.

La Cámara Argentina de Energías Renovables se encuentra realizando un censo de empresas de instaladores. Crédito: Wikimedia Commons.

Menos ventas, menos instalaciones

Las medidas tomadas por el gobierno nacional tras la asunción de Javier Milei, en relación a la generación distribuida, llevaron a una disminución en la comercialización y venta de equipos.

En concreto, se eliminaron dos fondos: uno fiduciario para el Desarrollo de Energías Renovables (Foder), a través de la ley Bases, enviada por el Ejecutivo; y otro para la Generación Distribuida de Energías Renovables (Fodis), mediante el decreto 70/2023.

Además, el mismo decreto suprimió el Régimen de Fomento para la Fabricación Nacional de Sistemas, Equipos e Insumos para Generación Distribuida a partir de fuentes renovables (Fansiged).

“Con los recortes bajó mucho la venta”, explica Sergio Postma, socio de la firma SolarSol, que cuenta con un instalador propio que también hace trabajos administrativos, que fue capacitado por la firma y realiza trabajos residenciales y comerciales pequeños. Para trabajos más grandes, tercerizan el servicio.

SolarSol fabrica e instala “mobiliario urbano sustentable”, en el que se engloban paradas de colectivos y puestos de descanso que cuentan con un pequeño panel fotovoltaico que alimenta diversos servicios para los ciudadanos en la vía pública, como conexión WiFi, la posibilidad de cargar el celular o de instalar una cámara de seguridad.

Ya hay escuelas secundarias y carreras terciarias en Argentina con especialidad en energías renovables. Crédito: Wikimedia Commons.

“Vendemos mucho esos productos a pueblos y ciudades chicas. Pero desde diciembre a esta parte, bajó mucho el trabajo”, apunta Pavani.

A pesar de este contexto, Dapelo explica que está próxima a inaugurarse una fábrica de paneles solares en San Juan, donde se estima que se podrán producir todos los componentes en el país. Y suma que, a medida que va creciendo el mercado, también se desarrollan otros componentes.

Salida laboral rápida

Los cursos y tecnicaturas disponibles no otorgan certificaciones ya que no están homologados por ninguna cartera a nivel nacional. Pero ni el panorama nacional ni la falta de certificación oficial son impedimentos para quienes se inclinan por estudiar capacitaciones especializadas en energías renovables con el objetivo de tener una rápida salida laboral, avizorando un despegue a corto o mediano plazo del sector en el país.

Damián Solanille tiene 26 años y es de San Gregorio, un pueblo de 7.000 habitantes en el extremo sur de la provincia de Santa Fe donde, a mitad de julio, el gobierno provincial inauguró un parque solar.

Llegó a Rosario en 2018 después de terminar el secundario técnico para estudiar ingeniería electrónica en la Universidad Nacional de Rosario (UNR), pero no se enganchó y su intención era conseguir trabajo rápido para independizarse de sus padres.

Tras dejar la carrera, ingresó a estudiar una tecnicatura en energías renovables en la que un profesor le recomendó que empiece a seguir en Instagram a la empresa donde hoy trabaja. Fue así como se cruzó con un posteo en el que la firma que dirige Aguilera solicitaba empleados.

“Estaban buscando gente, llené un formulario y desde diciembre del 2022 que estoy trabajando con ellos”, cuenta Damián.

El joven detalla que costó un poco el trabajo después de la cursada, principalmente por carecer de recursos técnicos y por el foco teórico de la tecnicatura. La falta de materiales para practicar por los altos costos que conllevan fue uno de los impedimentos para probar en terreno los conocimientos adquiridos.

“Para practicar, sí o sí necesitás que te contrate alguien. Acá aprendí bastante”, comenta, y agrega que cuando él cursó, la carrera “era muy nueva y mucho material de estudio no teníamos”.

Puestos calificados para demandas reales

“Con la evolución del mercado de las energías renovables en Argentina, la oferta de capacitaciones ha mejorado, con una visión más integral, donde la instalación es una instancia”, detalla Roldán.

En ese sentido, la Cader creó recientemente un Comité de Educación, del que Roldán es coordinador, con el fin de “alinear la oferta de capacitaciones con la demanda real del mercado, para que se logren crear perfiles con habilidades y competencias necesarias para impulsar toda la cadena de valor”.

La idea, según explica, es que no se genere “un exceso de oferta de instaladores o de ingenieros”.

Roldán considera que una transición energética exitosa debe ubicar el foco en la evolución de las energías renovables que atienda a necesidades de la vida cotidiana. Y para esto, no sólo se deben formar instaladores, sino que hay que enriquecer cada engranaje del sistema.

Y suma que el “verdadero despegue del sector” conlleva la formación de profesionales que intercedan en cuestiones legislativas, comerciales, de ingeniería y de ejecución de tareas: “No es lo mismo ‘dimensionar una instalación’ que ‘diseñar una instalación’. Por eso trabajamos en un relevamiento de las competencias necesarias de los perfiles a lo largo de toda la cadena”.

Ya hay escuelas secundarias y carreras terciarias en Argentina con especialidad en energías renovables. Crédito: Wikimedia Commons.

Por su parte, Aguilera, que también capacitó a arquitectos y otros profesionales “para que entiendan el modelo y sepan qué tienen que dejar previsto” en las obras, pone el foco en la necesidad de contar con vendedores de equipos calificados.

“No falta mano de obra, sino personal comercial en renovables que entienda qué está vendiendo y cómo lo tiene que vender. Hoy en día, se necesita más un curso de vendedores que de instaladores para que entiendan el mercado, porque necesitamos desarrollarlo”, explica.

Comparaciones y modelos ideales

Las comparaciones más próximas para el país se sitúan en Brasil y Chile. Y las diferencias con ambos son notorias.

Mientras que en Argentina hay unos 3.000 usuarios, Brasil ya va por los 2.700.000. Aunque esto, remarca Dapelo, terminó siendo un inconveniente en ese país: “Ese crecimiento desmedido ha hecho que tuvieran muchos problemas en instalaciones”.

En tanto, la principal diferencia con Chile es la potencia admitida para su red de distribución. Al respecto, el especialista dice que el país lanzó “proyectos de potencias medias de generación distribuida, que son de hasta 9 MW, que permiten desarrollar la línea de baja tensión”.

El modelo ideal, según Dapelo, es el de Canadá. El país cuenta con un ranking de instaladores que rinden un examen online y son calificados por inspectores estatales que verifican las obras realizadas. Los puntajes que otorgan los agentes sirven para subir posiciones en un listado oficial y contratar a los mejores rankeados deriva en beneficios impositivos.

“Eso y que haya un registro nacional de proveedores de energías renovables, es lo ideal. Que cualquier persona pueda ver los proveedores disponibles certificados. Pero para eso falta muchísimo”, agrega.

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