Durante el Día Mundial del Medio Ambiente, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva firmó una medida provisional que reduce el precio de los autos en el mercado, al destinar $500 millones de reales brasileños en incentivos tributarios, equivalentes a $100 millones de dólares, para abaratar los costos de vehículos de pasajeros, y $ 1.000 millones de reales – que serían unos $200 millones de dólares – para el reemplazo de autobuses y camiones.
El gobierno asegura que los descuentos patrocinados son para automóviles con motor flex fuel, aquellos que utilizan etanol (biocombustible) o gasolina (combustible fósil). Según el proyecto, al ofrecer una opción con menores emisiones de dióxido de carbono, el vehículo sería más “sostenible”.
No obstante, en la práctica este incentivo puede terminar aumentando el número de automóviles en circulación en lugar de simplemente reemplazar los menos eficientes por mejores opciones.
La repercusión fue inmediata y los precios cayeron al día siguiente del anuncio. En las tablas del sector, el Kwid de Renault era el modelo nuevo más barato y costaba $70.000 reales (alrededor de $14.000 dólares) antes del proyecto. Con descuentos que van del 1,6% al 11,6%, el Kwid se está vendiendo a partir de $58.990 reales. Otras empresas automotrices siguieron el movimiento y comenzaron a ofrecer descuentos de hasta $8.000 reales.
Según el gobierno, los descuentos millonarios son necesarios para facilitar el acceso de la población de menos recursos a los automóviles, dado que los precios estaban muy altos. De hecho, un estudio de la consultora Jato Dynamics muestra que el precio medio del automóvil en el país ha aumentado aproximadamente un 90% en los últimos cinco años.
Este aumento fue impulsado tanto por factores externos (como la inestabilidad en la cadena de abastecimiento y la falta de semiconductores durante la pandemia de Covid-19) como por factores internos, incluyendo el aumento de la inflación durante ese período.
Alcohol o gasolina
Según la Asociación Nacional de Fabricantes de Vehículos Automotores (Anfavea), el 83% de los vehículos nuevos vendidos en Brasil tiene motor flex. Con un escenario favorable para la gasolina en varias partes del país (ya que, en la media, su precio por kilómetro recorrido a menudo es menor que el del etanol), existe el riesgo de un aumento en las emisiones de dióxido de carbono (CO2).
Solo en 2021, el sector energético, al que pertenecen los transportes, emitió 393.705.260 toneladas de CO2, según el Observatorio del Clima, una red de entidades que trabajan en el tema. Esta cifra representa el 18% de las emisiones del país. Casi la mitad, 180 millones de toneladas, proviene únicamente de la quema de combustibles en vehículos como automóviles, autobuses y camiones.
“El automóvil difícilmente será ecológico en su uso”, argumenta Marcio Dagosto, profesor de ingeniería de transporte de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) y uno de los coautores del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) en el sector. “Nada garantiza que el consumidor elija el etanol en lugar de la gasolina”, agrega.
Si en este escenario se centraran en reemplazar el uso de la gasolina por el etanol, existiría una ventaja en términos de menor emisión de dióxido de carbono. Dagosto explica que el etanol, cuando se quema, produce prácticamente la misma cantidad de CO2 que las plantas de caña de azúcar capturaron durante su crecimiento.
En el último reporte de la Agencia Nacional de Petróleo, Gas Natural y Biocombustibles (ANP), entre el 4 y el 10 de junio el precio medio del etanol vendido en Brasil fue de $3,80 reales por litro, mientras que el de la gasolina fue de $5,42 reales.
En ese promedio de precios, un automóvil popular abastecido con gasolina gastaría $0,30 reales para recorrer 1 kilómetro. Utilizando etanol, el precio sería el mismo por kilómetro.
Los precios de los combustibles varían con frecuencia. En muchos momentos, la gasolina es más conveniente desde el punto de vista financiero. También hay variaciones según la región.
De acuerdo con el último reporte de la ANP, en el noreste de Brasil, por ejemplo, el etanol tiene un costo de $4,32 reales por litro, un valor que lo hace menos competitivo en comparación con la gasolina, que se vende en la región por $5,37 reales.
Dagosto también señala que la quema del biocombustible emite gases contaminantes a la atmósfera, como metano y óxido nitroso. “Si usas este vehículo en ciudades con una gran densidad de población, las personas estarán expuestas a esta contaminación”, afirma.
Según el gerente de proyectos del Instituto de Energía y Medio Ambiente (IEMA), David Tsai, una de las razones por las que las ciudades brasileñas no cumplen las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) son los contaminantes emitidos por los automóviles.
La media anual de óxido nitroso no debe superar los 10 microgramos por metro cúbico (µg/m3), según las directrices de la organización. Las medidas también limitan las cantidades de partículas suspendidas en el aire de diferentes tamaños (PM2,5 y 10).
Un estudio del IEMA en 2022 analizó la evolución anual de las concentraciones de estos contaminantes en la ciudad de São Paulo. En algunos puntos, la cantidad era hasta cinco veces mayor de lo recomendado, como en la Marginal Tietê, una de las vías más transitadas de la ciudad.
Contaminantes como el material particulado, el ozono y el dióxido de nitrógeno son responsables de enfermedades respiratorias y cardiovasculares, causando la muerte de aproximadamente 7 millones de personas en el mundo, según la OMS.
Según Dagosto, “el automóvil es esencialmente un desperdicio. Consume una cantidad de energía y emite una cantidad de contaminantes desproporcionada a la capacidad de transporte que ofrece”.
El transporte público como solución
En la evaluación del profesor, a nivel de prioridad para el gobierno, el automóvil debería estar después del transporte colectivo. “Incluso con los descuentos patrocinados por el gobierno, las personas más pobres seguirán utilizando autobuses”, señala.
La mejora del transporte público es la mejor medida de mitigación de la crisis climática en Brasil, según el experto. “Mejor incluso que reemplazar la flota actual de automóviles por vehículos eléctricos”.
Según Dagosto, algunas medidas podrían incluir la creación de carriles rápidos de autobús y carriles exclusivos para autobuses, aumentando la rapidez del desplazamiento, así como la renovación de vehículos y el aumento de la frecuencia.
Tsai, del IEMA, coincide en esta línea. “El futuro más saludable que buscamos, tanto desde el punto de vista ambiental como social, es un futuro que prioriza el modo de transporte colectivo”, asevera.
“El gobierno debe invertir en educación y políticas públicas que fomenten el transporte público. Estas acciones deben aumentar la seguridad para peatones y ciclistas como una forma de desalentar el uso del automóvil”, continúa.
Para él, el plan actual de compra de automóviles va en contra de este enfoque. “No se preocupa por mejorar la vida en las ciudades”, sostiene Tsai. “Más automóviles en las calles significan ciudades más extensas, más congestión y más accidentes de tránsito”.