Las últimas grandes Conferencias de las Partes sobre cambio climático y biodiversidad han estado atravesadas por una pregunta que ronda los pasillos, los grupos de trabajo y las plenarias: ¿de dónde van a salir los recursos financieros para revertir la pérdida de biodiversidad y cumplir con los objetivos del Acuerdo de París?
Esto se debe en gran medida a que los principales perjudicados de ambas crisis son países que no cuentan con presupuestos tan suficientemente holgados como para resolver sus problemas internos y adicionalmente correr con los gastos que implica enfrentarse a la crisis climática y de biodiversidad, entre otras.
Pero también se explica en que los grandes responsables de ambas situaciones son países industrializados, con economías mucho más robustas, pero con serios reparos a contribuir financieramente de manera suficiente para salir de los problemas que enfrentamos.
Según la OCDE, solo para hablar de infraestructura, actualmente se necesitan 6,9 billones de dólares para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible y que estos estén alineados con el Acuerdo de París. La cifra contrasta con los 3,4 millones que son invertidos anualmente a este propósito.
Por esa y otras muchas razones, uno de los principales objetivos de la próxima COP29, que se celebrará en Azerbaiyán, busca acordar un Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado (NCQG, por sus siglas en inglés), que debería superar la meta de los 100 mil millones de dólares que fue acordada en el pasado.
Los países en vías de desarrollo buscarán que la nueva meta esté lo más cerca posible a un billón de dólares (1 trillion, en inglés), mientras los países desarrollados han advertido que el ingreso de nuevos contribuyentes (China, principalmente) es lo primordial, antes de hablar de números.
Mientras tanto, en la pasada COP16 de biodiversidad, a pesar de que muchos países llegaron con sus ojos puestos en lograr movilizar más recursos para desarrollar sus Planes Nacionales de Biodiversidad, este tema quedó pendiente debido a la suspensión de la plenaria final. En términos de financiamiento, en esa COP solo se logró la aprobación del Fondo de Cali, que busca que empresas que utilizan recursos digitales de secuencias genéticas para hacer negocios, redistribuyen en algo –voluntariamente– a las comunidades que han preservado esos saberes.
Otro de los escenarios que siguen generando muchas controversias son los mecanismos privados de financiamiento climático, como los mercados de carbono. Estos últimos, particularmente, han sido puestos bajo la lupa en varios países debido a las denuncias de pueblos indígenas y comunidades locales sobre presuntas irregularidades.
El caso más representativo ocurrió en Colombia donde la máxima autoridad constitucional del país sentenció a favor de las comunidades indígenas amazónicas que habitan en la región del Pirá Paraná, al sur del país, que denunciaron que varias empresas violaron sus derechos fundamentales en el marco de un proyecto REDD+.
Como se ve, este es un tema que está en el top de los más referenciados en las negociaciones sobre cambio climático y biodiversidad. Sin embargo, las conversaciones sobre financiamiento son complejas y técnicas, lo que implica que para comunicar sobre este tema sea necesario tener algo de preparación.
Con esta guía que presentamos acá queremos contribuir a la comprensión del tema, así como dejar pistas, claves y puntos rojos que podemos tener en cuenta a la hora de producir historias periodísticas sobre esta temática.
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Esta guía fue construida por Climate Tracker América Latina con el apoyo de la Fundación Heinrich Böll, Oficina Bogotá.