“Sinceramente, yo me he criado en esta área natural protegida desde mis 20 años”, expresa Pompeyo Guillén, uno de los guardaparques más antiguos del Perú. Como él mismo lo cuenta, empezó a trabajar en 1974 en lo que aún no era un área natural protegida llamada Parque Nacional Huascarán, como lo es hoy. Pompeyo ya tiene 70 años y sigue cuidando lo que considera, también, un hogar.
Como parte de su trabajo, el experimentado guardaparque continúa realizando patrullajes diarios y especiales. Conoce, según sus palabras, si no el 100% del Parque Nacional Huascarán, sí el 90%.
Este parque alberga un gigante, el gran Nevado Huascarán, llamado también «el techo del Perú», por ser la montaña tropical más alta de la cordillera de los Andes y también el pico más alto del país, con 6.788 metros sobre el nivel del mar. Pero no solo eso, sino que también se encuentran en él glaciares y lagunas de origen glaciar, que alimentan a los importantes ríos Santa, Marañón y Pativilca.
Aunque algunas zonas de esta área natural protegida, como el sector de la Quebrada Honda, son amenazadas por la minería ilegal, hay quienes, pese a los riesgos, velan por su preservación. Pompeyo, en ese sentido, no solo cumple una labor de conservación, sino también un deber que tiene consigo mismo y, para eso, se apoya en la oportunidad de tener energía eléctrica en su puesto de control y vigilancia, llamado Ǫuilcayhuanca, ubicado a más de 4.300 metros sobre el nivel del mar.
Esta energía llega limpia, como los nevados, gracias a que, en 2019, el Servicio Nacional de Áreas Protegidas (Sernanp), encargado de gestionar las Áreas Naturales Protegidas en Perú, comenzó la instalación de módulos de energía solar en distintos puestos de control y vigilancia para favorecer la labor de los guardaparques.
Actualmente, de los 229 puestos de control y vigilancia en las 76 áreas naturales protegidas que tiene Perú, 134 cuentan con sistemas fotovoltaicos para abastecer de energía eléctrica sus instalaciones, procurando conectividad y, en casos como el Parque Nacional Huascarán, también el agua caliente, un recurso muy importante en zonas que pueden alcanzar temperaturas bajo cero.
“Los paneles solares son un gran apoyo, las instalaciones son más sofisticadas e incluso el internet nos han puesto. Eso nos facilita bastante la labor. Antes teníamos que salir a lugares donde hay cobertura para podernos comunicar”, expresa Pompeyo.
Cuenta también que este es un aporte invaluable para su trabajo, puesto que, como guardaparques, ellos deben estar dispuestos a enfrentar todo tipo de situaciones: desde los accidentes, la caza furtiva y la tala ilegal hasta los terribles incendios forestales. La energía solar, en esos contextos, les permite tener conectividad y con ello avisar en tiempo real de las emergencias cuando antes tenían que trasladarse a kilómetros de distancia para buscar apoyo.
En cierto sentido, no solo Pompeyo y sus heroicos colegas guardaparques son los que cuidan el Parque Nacional Huascarán, sino también la energía limpia.
Puesto de Control y Vigilancia “Quillcayhuanca”, donde laboran Pompeyo Guillén y Manrique Moreno. Se observan los sistemas fotovoltaicos que permiten tener luz eléctrica y agua caliente. Imágenes: Ricardo Mendoza.
Energía limpia que cuida al Parque Nacional Huascarán
A una hora y veinte minutos de la ciudad de Huaraz, en la región Áncash, se encuentra ubicado el Parque Nacional Huascarán. Se extiende a lo largo de 340 mil hectáreas llenas de pampas y nevados que vuelven la visita una experiencia más cercana al sueño que a la realidad. Su belleza es, en términos sencillos, inabarcable.
Fue creado vía Decreto Supremo el año 1975 por el Estado peruano. Dos años más tarde, pasó también a ser el núcleo de la Reserva de la Biosfera Huascarán, actualmente reconocida por la UNESCO.
En las últimas décadas, sin embargo, el cambio climático ha afectado a los nevados que componen a esta área natural protegida. La muestra más visible de ello es la “Ruta del Cambio Climático”, promovida por el Ministerio del Ambiente. Esta experiencia busca concientizar a los visitantes del inminente proceso de desglaciación, un daño irreversible que ha sido ocasionado por los efectos del calentamiento global.
Manrique Moreno Milla es otro guardaparque del Parque Nacional Huascarán. Acompaña a Pompeyo, uno de los guardaparques más antiguos del Perú, en sus interminables marchas, y aprende de él, a quien considera un maestro. Manrique tiene 14 años de experiencia en su labor. Sabe cuáles son las dificultades que enfrenta cada guardaparque del área y por ello valora la importancia de tener energía eléctrica en su puesto de trabajo.
Ǫuilcayhuanca, el lugar donde labora, no está conectado al Sistema Eléctrico Interconectado Nacional (SEIN). Es decir, se encuentra lejos de cualquier forma de energía convencional y, por eso, los paneles solares son una gran ayuda para él y sus compañeros.
“Anteriormente en diferentes puestos de control no habían paneles solares. Por eso uno tenía que salir del puesto de control a la ciudad o al lugar cercano para cargar pilas recargables, las cámaras, también los celulares, para reportar informes. Tenías que caminar kilómetros, tenías que caminar mucha distancia y para tener luz en las habitaciones, estabas con vela porque no contaban con panel solar o fluido eléctrico”, cuenta el también experimentado guardaparque.
Cada puesto de control en el que trabajan estos defensores ambientales es una instalación que requiere de servicios mínimos. Son edificaciones que tienen algunos cuartos donde duermen, una cocina, un baño y áreas administrativas en las cuales los guardaparques guardan sus herramientas de trabajo —en caso de incendios forestales— o también reciben a los visitantes que llegan diariamente.
En cuanto al Puesto de Control y Vigilancia de Ǫuilcayhuanca y de los otros que existen alrededor del Parque Nacional Huascarán, es imprescindible otro servicio: el agua caliente, una necesidad que, en este caso, también cubren los paneles solares.
“Gracias a los paneles solares tenemos agua caliente. Por ejemplo, hay puestos de control que superan los 4.140 a 4.700 msnm y ahí el agua es bastante helada, la temperatura es muy cruel, insoportable”, señala Manrique.
“Las termas solares nos sirven para ducharnos y para lavar la ropa. En todo sentido el agua caliente te saca de apuros, porque el personal guardaparque no está diariamente en el puesto control, sino que estamos caminando. Estamos recorriendo el área natural protegida y llegamos en horas de la tarde y la temperatura es bastante helada. En ese caso las termas solares que están a base de paneles solares nos facilitan los servicios”, concluye.
Esto no solo les da mejores oportunidades y mejores condiciones en su trabajo, sino que también, de forma directa, contribuye a cuidar uno de los lugares más importantes y hermosos del planeta.
Dentro de los límites del Parque Nacional Huascarán, de acuerdo al Servicio Nacional de Áreas Protegidas del Perú (Sernanp), existen cerca de 660 glaciares y 300 lagunas de origen glaciar, los cuales alimentan la cuenca de los ríos Santa, Marañón y Pativilca.
Estos cuerpos de agua, luego, atraviesan las regiones de Áncash, Huánuco, La Libertad, Cajamarca, Amazonas, Loreto y Lima, en Perú. Uno de ellos, el río Marañón, inclusive llega a formar el gran río Amazonas, que abarca también Brasil y Colombia y que es el más caudaloso del mundo.
El Parque Nacional Huascarán también posee 120 especies de aves y 10 de mamíferos. De acuerdo con la UNESCO, esta área natural protegida es, además, el hogar de la emblemática vicuña, que estuvo cerca de extinguirse en la década de 1960, pero que, con los años, ha podido recuperarse en Perú, siendo uno de los éxitos de conservación más grandes en América del Sur.
Manrique Moreno Milla, guardaparque del Parque Nacional Huascarán. Imágenes: Ricardo Mendoza.
Una política de electrificación que ayuda a la conservación ambiental
De acuerdo con información otorgada por el Sernanp, vía acceso a la información pública, dentro del Parque Nacional Huascarán hay 11 puestos de control y vigilancia. De estos, 8 cuentan con instalaciones de paneles solares que permiten tener energía eléctrica en sus instalaciones (los otros tres tienen acceso a la red eléctrica nacional). Uno de ellos es Ǫuilcayhuanca, donde trabajan Pompeyo y Manrique.
A nivel nacional, Perú cuenta con 229 puestos de vigilancia y control repartidos en 76 áreas naturales protegidas que abarcan reservas nacionales, parques nacionales, santuarios, reservas paisajísticas, refugios de vida silvestre, reservas comunales, bosques de protección, cotos de caza y zonas reservadas. De estos, 134 cuentan con instalaciones de paneles solares.
75 de estos puestos de control se encuentran en regiones amazónicas: Amazonas (5), Loreto (41), Madre de Dios (7) y San Martín (11). En estos casos, como ya se abordó en anteriores informes, los paneles solares también representan una gran solución a la falta de servicios y de conectividad en una zona que adolece de pobreza energética.
Ignacio Sánchez, secretario general del Sindicato Único de Trabajadores del Sernanp (Sutrasernanp), que agrupa a la gran mayoría de guardaparques peruanos, valora positivamente la implementación de los paneles solares en los puestos de control y vigilancia de las 76 Áreas Naturales Protegidas, sin embargo, recuerda que este avance se obtuvo desde una lucha emprendida por los propios guardaparques.
“Los trabajadores, el año 2018, iniciamos con el reclamo. Nos hemos reunido con la ministra del Ambiente de entonces y le hicimos saber que no era posible que los guardaparques estuvieran en estas condiciones trabajando [sin energía eléctrica]. A partir de esas gestiones se logró un acuerdo y ya el 2019 hemos logrado que se instalen 87 módulos de paneles solares en 87 puestos de control del Sernanp. Esos módulos consisten en poner todo un sistema que permite el acceso a luz y al uso de diversos artefactos”, menciona el dirigente.
Sin embargo, aún hoy los guardaparques enfrentan otras adversidades, como, por ejemplo, ataques y atentados contra su vida, así como también los riesgos que implica la conservación de las áreas naturales protegidas donde laboran en contextos, por ejemplo, de incendios forestales.
Cuidar el Parque Nacional Huascarán es más importante que nunca
Tristemente, el cambio climático está afectando al Parque Nacional Huascarán, lo cual hace que su cuidado, por parte de los guardaparques, con ayuda de la energía limpia, sea más importante que nunca. Hasta 2021, de acuerdo con el Instituto de Investigación en Glaciares (Inaigem), este parque ya había perdido el 54% de su superficie glaciar.
Esto es evidente en zonas como el nevado Pastoruri, en las cuales la nieve se ha retirado en grandes extensiones, dejando a la vista solo tierra de las montañas. Una muestra más de que la desglaciación avanza a un ritmo más acelerado del que podemos permitirnos como humanidad.
En este contexto, la labor de los guardaparques del Parque Nacional Huascarán adquiere otro peso; uno que, junto a la energía limpia que les facilita su labor, se vuelve invaluable.
«Cuando era más joven me gustaba bastante las montañas y he escalado muchas. He escalado incluso el Huascarán y otras montañas… El Alpamayo también, la montaña más bella del mundo. Ahora, últimamente, me gusta siempre monitorear y registrar a las aves silvestres y las plantas», cuenta Pompeyo, quien siempre se emociona al hablar del Parque Nacional Huascarán, como si de un pariente se tratase.
Determinado, quiere cuidar este hermoso paisaje hasta sus últimas fuerzas.
«Pienso que siempre, desde cualquier horizonte, estaré viendo al área», finaliza.